Viernes, 29 de marzo de 2024

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Beato Ángel de Cañete, capuchino (y 2)

por Victor in vínculis



Fray Ángel nació en Cañete la Real (Málaga) el 24 de febrero de 1879, en una piadosa familia. Fue bautizado en la iglesia parroquial de San Sebastián, recibiendo el nombre de José.  Es un gozo poder encontrar, en cualquier rincón de nuestra geografía española, el recuerdo vivo de nuestros mártires. Gracias, en este caso, al buen hacer del párroco de Cañete, don Jesús Hernández, que asistió con un grupo de feligreses a la beatificación de Tarragona, se ha colocado una cerámica con el rostro del capuchino mártir (sobre estas líneas) junto a la pila donde Fray Ángel recibió las aguas bautismales.



En este enlace pueden leer las biografías de los siete capuchinos martirizados en Antequera y beatificados en Tarragona.

http://sietecapuchinosantequera.blogspot.com.es/p/biografias.html

En esta parroquia nos encontramos en el altar mayor con esta lápida en memoria de otros dos sacerdotes mártires.



En http://www.malagamartires.com/paginas/fichaserra.html podemos leer quién era Alfredo Serra y García de la Lama: capellán de las carmelitas y encargado de la parroquia de Cañete la Real en ausencia del párroco propio. Modesto y muy piadoso.

El 24 de agosto, hacia las doce de la noche, cuando había terminado de rezar el breviario, llamaron a la puerta principal de la casa en la que se hospedaba, encontrándose allí también su madre que había venido a pasar unos días con su hijo. La dueña se asomó y vio a una patrulla de unos 25 hombres aporreando la puerta, pero antes de abrir fue a avisarle para que huyera por la puerta falsa que daba al campo.

Don Alfredo pudo salir y acercase a las casas próximas para pedir auxilio, pero eran casas de los dirigentes marxistas y se lo negaron. Al dar las doce se encontró rodeado y al verse entre sus enemigos dijo: “¡Me prendéis a la misma hora que al Señor!”, y sin más diálogo se entregó a ellos diciendo: “Sea todo por Dios.” A esto, por toda respuesta, un miliciano le atravesó con un machete, bárbaramente. Y otro de los presentes, al verle sufrir, le disparó un tiro para terminar con su vida. Después, éste contó que al atravesarle con el machete suspiró diciendo: “¡Ay mi alma!”. Fue enterrado en el cementerio de Cañete. Se dice que los asesinos estaban al día siguiente, arrepentidos, pues comentaban que habían matado a un santo.
 

Por su parte, el párroco Cayetano Espinosa Morales (sobre estas líneas) nació en Teba (Málaga) en 1888. Estudió en el Seminario de Málaga y en el de Sevilla. Era párroco de Cañete la Real. Había ido a Málaga, para encamarse en el sanatorio de S. José, y en su convalecencia el comité del sanatorio lo entregó al Gobernador, quien después de ocho días de prisión lo puso en libertad, volviendo al sanatorio. Pero allí, al ver que habían asesinado a los religiosos que cuidaban a los enfermos, Hermanos de San Juan de Dios, se salió con otros y se alojó en una pensión, de donde fue sacado por un grupo de milicianos, asesinándolo en el Pantano del Agujero. Su defunción está inscrita en el registro civil de Ardales.
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