Jueves, 28 de marzo de 2024

Religión en Libertad

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Pastores y por eso, mártires (1)

por Victor in vínculis

Escribe don Juan Francisco Rivera Recio, autor de “La persecución religiosa en la Diócesis de Toledo (19361939)”, que el arciprestazgo de Puente del Arzobispo, situado al Oeste de la provincia de Toledo, estaba compuesto en 1936 por “más de 30.500 habitantes, agrupados en veintiuna parroquias, de las que seis carecían de sacerdotes por la insuficiencia del clero”.
Diecisiete eran los sacerdotes que trabajan en dicho arciprestazgo de los que once fueron martirizados, con la proporción tristemente asombrosa del 65%. En este número no se incluye la muerte del párroco de Azután y Navalmoralejo que, huido de su parroquia en los primeros momentos de la persecución, fallecía en Guadalupe a los pocos días.
Los templos, imágenes y mobiliario litúrgico, sufrieron incautaciones, destrozos, incendios y devastaciones. “Baste apuntar que tan solo en la parroquia de Alcolea de Tajo se conservan las imágenes; en todas las demás fueron destrozadas o quemadas”.
 
Los mártires del Arciprestazgo de Puente del Arzobispo (Toledo)
Párroco de Los Alares-Valdeazores, Siervo de Dios Vicente Rulo Tapial (05.08.1936); párroco de Alcaudete de la Jara, Siervo de Dios Clemente Villasante Rodríguez (30.07.1936); coadjutor de Alcaudete de la Jara, Siervo de Dios José Fernández Avilés-Huertas (30.07.1936); párroco de Alcolea de Tajo, Siervo de Dios Antonio Obeo López-Delgado (14.08.1936); párroco de Aldeanueva de Barbarroya, Siervo de Dios Ismael Sánchez Prada (10.08.1936); párroco de Belvís de la Jara, Siervo de Dios Inocente López Alonso (27.07.36); párroco de La Estrella, Siervo de Dios Agustín Sánchez Mansilla (28.07.1936); párroco de Mohedas de la Jara, Siervo de Dios Eusebio García de los Reyes (13.08.1936); párroco de la Nava de Ricomalillo y Buenasbodas, Siervo de Dios Isabelino Madroñal Sánchez; coadjutor de Puente del Arzobispo, Siervo de Dios Laureano Ángel González (12.08.1936) y, finalmente, el párroco y arcipreste de Puente del Arzobispo, Beato Domingo Sánchez Lázaro (12.08.1936).

En esta foto, que fue tomada con motivo de las bodas de plata del cura de Alcolea, aparecen algunos de estos mártires: el Beato Domingo Sánchez, párroco de Puente del Arzobispo, beatificado en 2007 (sentado, en el centro); y los Siervos de Dios Antonio Obeo, párroco de Alcolea (de pie, a la derecha, marcado círculo); Laureano Ángel, coadjutor de Puente (de pie, a la izquierda Mariano Guerras, párroco de Valdeverdeja (sentado, a la derecha) y el párroco de Azután, don Francisco Sánchez (sentado, a la izquierda). El Siervo de Dios Mariano Guerras, que era de otro arciprestazgo, sin embargo, será asesinado junto a los muros de la iglesia de Puente el 28 de agosto de 1936.
 
La parroquia de la Inmaculada Concepción de Alcaudete de la Jara
Según el Anuario de la Diócesis de Toledo del año 1930 Alcaudete tenía una población de 3.839 habitantes (que desglosa curiosamente en 1.754 varones; 2.085 hembras y 938 en edad escolar). Desde los primeros meses del año 1936 comenzó a notarse en esta parroquia el malestar social que imperaba en toda la nación. Las huelgas, los alborotos y las amenazas contra las personas de orden se repetían. En los preludios de la revolución, el izquierdismo dominante procuró perturbar la localidad con alborotos y actos de terror.
Desde hacía años regían celosamente esta parroquia don Clemente Villasante Rodríguez y don José Fernández-Avilés Huertas.
Don Clemente Villasante había nacido en Talavera de la Reina (Toledo) el 13 de noviembre de 1888 y había sido ordenado sacerdote el 17 de mayo de 1913. Por su parte, don José Fernández-Avilés era natural de Noblejas (Toledo), donde nació el 19 de marzo de 1892 y recibió la ordenación sacerdotal el 18 de diciembre de 1915. Los dos sacerdotes vivían en la casa rectoral, con sus respectivas familias.
La parroquia tenía una intensa vida de piedad: el Apostolado de la Oración contaba con 400 socios; las Hijas de María eran 380; en la Virgen del Carmen, 115 asociados; en las Conferencias de San Vicente de Paúl, trabajaban 70 personas y otras 50 en el ropero de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. Las estadísticas ofrecidas al Arzobispado en 1929 hablan de 75-80 primeras comuniones; el promedio de asistencia a la catequesis era de 450 niños. El promedio de asistencia a Misa era de 1.000 fieles los días festivos y 50, los laborables. Comuniones diarias, 30; y en el año, 9.975. En 1928 se dieron 28 viáticos. Para el cumplimiento pascual, los datos eran: 348 hombres, 529 mujeres y 460 niños…
El ilustre historiador y académico toledano, cronista oficial de la provincia de Toledo, Fernando Jiménez de Gregorio, que falleció el pasado mes de julio, escribe de don Clemente que “se interesó vivamente por el templo del que era párroco; a él dedicó muchas horas de esfuerzo, ordenó su valioso archivo, desveló sus documentos y finalmente, da a conocer su pasado… su obra fue destruida, como su vida, por la violencia que asoló España”.
Por su parte, el miembro de la Real Academia Española de la Historia, Elías Tormo y Monzó, afirma en un trabajo sobre la historia de la iglesia parroquial de Alcaudete:
“De este señor sacerdote (don Clemente Villasante) me he informado de que ya, como alumno del Seminario de Toledo, tuvo ilusión por estudios semejantes, siendo en él, de estudiante, bibliotecario y archivero. Al llegar a Alcaudete recién ordenado no hizo más que seguir aparte graves y pesados deberes parroquiales, y por natural vocación. A mis preguntas sobre su trabajo en el Archivo parroquial, me ha contestado:
“Me encontré con este Archivo completamente tirado y destrozado; sus libros estaban unos en la iglesia, otros en una bóveda de la sacristía y otros en la Casa rectoral, en una alacena llena de humedad, en la cual iban perdiendo sus tintas a fuerza del agua, como puede verse hoy aún en los libros.
Con paciencia los fui recogiendo uno por uno; los ordené, los puse a cada cual su título de materias y años en sus cantos-lomos y en las tapas (como usted vio), y después los he catalogado, por secciones distintas: “Capellanías”, “Cofradías”, “Altares”, “Inventarios”, “Cuentas”, “Obra y Fábrica”, “Legajos”, “Bautismos”, “Matrimonios”, “Defunciones”… haciendo para ellos la distribución fija que vio usted en el armario preparado al efecto, con doble llave, y señalándolos con letras, a manera de fuga de vocales; así el de Capellanías tiene C.P., el de Altares, Alt., etc.
He sacado índices de todos, desde el siglo XIX a primeros, porque no los tenían, y de los modernos llevo hecho índices alfabéticos en cuadernos separados y manuales para las búsquedas necesarias.
Además de los registros que usted vio, he completado este invierno (y estoy terminando este trabajo) un Registro de todas y cada una de las visitas eclesiásticas y confirmaciones que han tenido lugar en esta parroquia, desde su fundación, poniendo folio, fecha y personajes que intervinieron en cada una. Asimismo estoy para terminar el Registro completo de todos y cada uno de los Párrocos, Tenientes, Capellanes y Sacerdotes accidentales que desde su fundación hasta hoy han pasado por esta. De modo que hoy tengo un perfecto conocimiento de la marcha de esta iglesia, desde el año 1541 que empieza este Archivo. En esta búsqueda reciente he encontrado cosas muy curiosas, que tengo anotadas, y algunas de ellas le enviaré hoy mismo. Esta misma me ha servido para poder complacer los deseos del ilustrísimo Obispo prior doctor Estenaga (Beato Narciso de Estenaga y Echeverría), que hace unos días me pidió, y le remití a correo seguido, datos sobre la estancia del cardenal Aragón en esta iglesia, para sus estudios sobre Aragón.
Cuando termine este trabajo por completo (que creo será, Dios mediante, antes de la Santa Cuaresma) lo escribiré todo en un libro, y lo dejaré in perpetuum en este Archivo, de mi puño y letra, para la mayor facilidad de mis sucesores y amantes de la Historia. Y creo que todo lo podré dejar escrito este verano, ya que yo no puedo salir nunca…”
El señor Villasante, para trabajos como estos, no ha podido tener sino dos ayudas: la de la lupa para leer lo menudo, y la del libro de Metodología del padre García Villada, S.J., para adiestrarse en la lectura de algunas letras, como la procesal”.
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