Jueves, 28 de marzo de 2024

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"Alla luce del sole"

por Victor in vínculis

El 28 de junio el papa Benedicto XVI aprobó el decreto de martirio del sacerdote italiano Giuseppe Puglisi, nacido en Palermo, el 15 de septiembre de 1937 y asesinado “por odio a la fe”, el 15 de septiembre de 1993, a cargo de un comando de la mafia siciliana. Los que encargaron el crimen cumplen en la actualidad la pena de cadena perpetua: se trata de los hermanos Filippo y Giuseppe Graviano, condenados seis años más tarde del asesinato de Puglisi.
Don Puglisi será beatificado en 2013, probablemente en Palermo. Su vida fue llevada en 2005 a la pantalla, en una extraordinaria película de Roberto Faenza, titulada “Alla luce del sole”.
 
9 de mayo de 1993
Meses antes del asesinato el Beato Juan Pablo II dedicó, desde la localidad siciliana de Agrigento, unas durísimas e históricas palabras contra la mafia:





          “Dios dijo una vez: ¡No matar! Ningún hombre, ninguna asociación humana, ninguna mafia, puede cambiar y pisotear este derecho santísimo de Dios… Que vuestro pueblo, pueblo siciliano, totalmente apegado a la vida, pueblo que ama la vida, que da la vida, no puede vivir siempre bajo la presión de una civilización contraria, civilización de la muerte… En el nombre de este Cristo, crucificado y resucitado, de este Cristo que es Camino, Verdad y Vida… Me dirijo a los responsables: ¡Convertíos! ¡Un día vendrá el juicio de Dios!
 
21 de enero de 2005
Ese día, y no sin dificultad, se estrenó en los cines de Italia “A la luz del sol”. La película narra la vida del párroco de San Gaetano, un hombre que, desarmado, había decidido cambiar la mentalidad de las personas con las que él mismo había crecido. Había abierto un centro de acogida que para muchos niños significó la salvación. Su compromiso fue truncado por los capos del barrio que, después de las amenazas, pasaron a los hechos. Su reacción ante los asesinos, acogidos con una sonrisa, turbó a uno de ellos, desde 1997 colaborador de la justicia.
Dirigida por Roberto Faenza, la cinta parte de la denuncia de un aislamiento que laceró los últimos meses de la vida del sacerdote, pero también de la esperanza, como muestran los encuadres iniciales dedicados a los niños. A estos niños, que jugando a hacerse los duros acaban en la calle vendiendo heroína, don Pino logró regalarles una sonrisa, una esperanza y una vida que parecía perdida.

           Luca Zingaretti, un conocido actor de televisión italiano, encarna al sacerdote de Palermo. Uno de los momentos más impactantes es la escena final: cuando todos los chavales acuden en torno a sus restos mortales.


 


Siervo de Dios Giuseppe Puglisi
Nació el 15 de septiembre 1937 en Brancaccio (Palermo), en el seno de una familia pobre: su padre era zapatero y su madre, costurera. A los 16 años ingresó en el seminario de Palermo. El 2 de julio de 1960 recibió la ordenación sacerdotal de manos del cardenal Ernesto Ruffini (en la fotografía un jovencísimo Puglisi).

Tras sus primeros destinos, en 1963 fue nombrado capellán del orfanato Roosevelt y vicario en la parroquia de Santa María de la Asunción de los Valdenses, suburbio próximo a la playa de Palermo. Fue a lo largo de estos años cuando el padre Puglisi comienza a madurar sus actividades educativas, dirigidas especialmente a los jóvenes.
El 1 de octubre de 1970 fue nombrado párroco en Godrano, un pequeño pueblo cerca de Palermo, que en esos años sufría una feroz lucha entre dos familias de la mafia. El sacerdote se las arregla para reconciliar a las dos familias. Estuvo destinado allí hasta el 31 de julio 1978.
De 1978 a 1990 desempeña varias funciones: vicerrector del Seminario Menor en Palermo; director del Centro diocesano de vocaciones; responsable del Centro regional Vocacional y miembro del Consejo Nacional; profesor de matemáticas y de religión, en varias escuelas; director espiritual en la Acción Católica y en la FUCI (Federación Universitaria Católica italiana).
El 29 de septiembre 1990 fue nombrado párroco de San Gaetano en el barrio de Brancaccio de Palermo. El barrio estaba controlado por el crimen organizado a través de los hermanos Graviano, líderes de la mafia relacionada con el jefe de la familia Leoluca Bagarella: aquí comienza abiertamente la lucha antimafia de Don Pino Puglisi.
No trató tanto de sacar a los que ya pertenecían a la mafia como de impedir que entraran los niños que vivían en las calles y que consideraban a los mafiosos como ídolos. Él, de hecho, a través de actividades y juegos quería hacerles entender que uno puede ganarse el respeto de los demás sin ser un criminal, simplemente por sus ideas y valores. A menudo denunciaba todo esto en sus homilías. La realidad fue que don Puglisi sacó de la calle a muchos niños y jóvenes, que sin su ayuda hubieran comenzado con pequeños robos para terminar trabajando para la mafia. Todo ello fue la consecuencia de que los capos vieran en él un verdadero obstáculo; por lo que, tras varias amenazas de muerte, que don Pino no contó a nadie, decidieron ejecutarlo.
El 29 de enero 1993 había inaugurado el centro Padre Nuestro en Brancaccio para la evangelización y promoción humana.
 
15 de septiembre de 1993
Era el día de su 56 cumpleaños. Según las declaraciones de lo ocurrido aquel fatídico día, se supo que don Pino aparcó su Fiat Uno blanco a la puerta de su domicilio, se bajó del coche, y se acercó a la puerta de  entrada. En ese momento alguien lo llamó, él se dio la vuelta, y le descerrajaron varios tiros en la nuca.
El funeral tuvo lugar el 17 de septiembre 1993. Fue el primer asesinato de un sacerdote en Palermo a manos de la Mafia y, como recordábamos al principio, sucedía apenas cuatro meses después de que el Papa visitara Sicilia y pidiera a los representantes de la Iglesia un papel más activo en la lucha anti-Mafia.

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