Jueves, 28 de marzo de 2024

Religión en Libertad

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5h del 28 de noviembre, en el Arroyo de San José de Paracuellos

por Jorge López Teulón

Hoy, 28 noviembre, día en el que la Orden Hospitalaria conmemora el traslado de las reliquias de san Juan de Dios, quince Hermanos de san Juan de Dios, además de otras personas, serán masacrados en Paracuellos del Jarama, (Madrid). Los milicianos, por supuesto, no saben qué fiesta era aquella. La Providencia, sí.
Son las cinco de la madrugada. En la primera expedición del día son llamados por sus nombres cinco hospitalarios del Sanatorio de San José de Ciempozuelos (Madrid) que proceden de la madrileña cárcel de San Antón. Con las manos atadas atrás se los llevan para sacrificarlos.
Empezamos por el más joven.


Beato Isidoro Martínez Izquierdo
Era hijo de Eustaquio Martínez Espada, jornalero de profesión, y de Dominga Izquierdo Triguero, matrimonio muy cristiano y de sanas costumbres; fue bautizado el 22 de abril de 1918, en la Parroquia de Santiago y San Juan Bautista, recibiendo el nombre de Isidoro. El sacramento de la confirmación lo recibió el 2 de septiembre de 1935 estando de postulante en Ciempozuelos.
No se conoce qué lugar de estudios frecuentó; pero muy joven se colocó de dependiente en una librería, y llevaba una vida hogareña y buenas amistades. Pero poco a poco se dejó llevar del ambiente popular revolucionario, que en aquel momento era fuerte, aunque sus padres cuidaron mucho de que su hijo evitara las malas compañías. Sin embargo era perezoso para las prácticas de piedad. En aquellas circunstancias, a los 17 años, a primeros del año 1935, tuvo una particular reacción religiosa, y le surgió el deseo de seguir la vida religiosa.
Entró en contacto con los Hermanos de san Juan de Dios pidió el ingreso. Fue admitido y se incorporó en Ciempozuelos en el mes de junio del mismo año 1935. La nueva experiencia le centró muy bien en su interior y encontró en el beato Juan Jesús Adradas, su maestro de novicios, la orientación que le ayudó para enfocar totalmente su vida. En el servicio y dedicación a los enfermos encontró lo que necesitaba para dar sentido pleno a su existencia.
El 7 de septiembre tomó el hábito hospitalario con el nombre de Fr. Isidoro e inició el noviciado. Se veía y sentía como un verdadero religioso, y así se entregaba cada día al ejercicio de la hospitalidad, asistiendo a los enfermos con caritativa solicitud y haciendo verdaderos progresos en la virtud. Le agradaba en especial dar catequesis a los enfermos.
Cuando estalló la persecución religiosa fue hecho preso con los demás miembros de la comunidad de Ciempozuelos el 7 de agosto, le faltaban al beato Isidoro algo más de un mes para cumplir el año canónico y emitir los votos religiosos.
Durante los casi cuatro meses de cárcel se le veía frecuentemente en recogimiento y actitud de oración. Oraba mucho por los pecadores y, todos los días, ofrecía su vida a Dios para reparar las ofensas hechas a su divina Majestad. La compañía en la cárcel del beato Adradas le supuso un especial apoyo en su fidelidad y perseverancia. Al pasar lista y ser nombrado entre los de la primera “saca” del día 28 de noviembre, convencido de ser su último momento, se despidió de los otros Hermanos con un abrazo y convencido “¡Hasta el Cielo!”.
Así culminó su elección de ser religioso, feliz como mártir de Cristo y de la Hospitalidad. Tenía 18 años de edad y había cumplido el tiempo de noviciado para emitir la profesión.



 
Beato Pedro María Alcalde Negredo
Nació en Ledesma (Soria) el 26 de noviembre de 1878 y recibió el bautismo al día siguiente, con el nombre de Pedro. Confitero de profesión, contrajo matrimonio a los 24 años, pero un año después murió su esposa. Se replanteó la vida y, visitando el hospital, regentado por las Hermanas de la Caridad, para obsequiar a los enfermos, fue orientado por las mismas, y decidió dedicarse al servicio a los enfermos. Un tiempo después, en 1906, ingresó en la Orden Hospitalaria. Como hospitalario pasó por las comunidades de Ciempozuelos, Carabanchel Alto (Madrid), Granada, Sant Boi de Llobregat (Barcelona) y Gibraltar, ejerciendo diversos servicios.
Formaba parte de la comunidad de Ciempozuelos en 1936, y el 7 de agosto fue apresado con los demás religiosos, yendo a parar a la cárcel de San Antón, de Madrid. Durante los casi cuatro meses que permaneció, se le acentuaron las fuertes molestias gástricas que padecía, sobrellevándolas con optimismo y ofreciéndolas generosamente por compañeros y carceleros. El 28 de noviembre de 1936, al sacarle hacia Paracuellos de Jarama, convencido del martirio, abrazó a los compañeros con gran serenidad, y sonriente decía: “Vamos a lo que Dios quiera”, dando testimonio de esperanza. Tenía 58 años.
 
Beato Eduardo Bautista Jiménez
Nacido en La Gineta (Albacete) el 5 de enero de 1885, fue bautizado el día siguiente. De sentimientos humanitarios, vivió un tiempo como religioso franciscano en el convento de Murcia, solicitando después dispensa para ingresar con los hermanos de San Juan de Dios, pues “mi espíritu me lleva a servir en la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios a los pobres enfermos, que tanto lo necesitan”. Se incorporó en Ciempozuelos (Madrid) en el mes de septiembre de 1935, recibiendo el hábito hospitalario varios meses después. Vivía con solicitud la hospitalidad en el servicio de los enfermos, distinguiéndose siempre por su piedad y obediencia, haciendo honor a su carácter pacífico, bondad y recogimiento.
El 7 de agosto de 1936 fue arrestado con la comunidad de Ciempozuelos y llevado el día siguiente con los demás religiosos a la cárcel de San Antón. Los casi cuatro meses pasados en la misma, sobrellevó con entereza las penalidades consiguientes; sólo callaba y oraba. En esta fue sacado con las manos atadas atrás, y llevado a Paracuellos de Jarama. Tenía 51 años.
 
Beato Juan Alcalde Alcalde
Nació en Zuzones (Burgos), el 20 de octubre de 1911, siendo bautizado el 23. Joven piadoso, estuvo un tiempo ayudando en el colegio de los PP. Agustinos, en Uclés (Cuenca) pero, sintiendo la inclinación hacia los enfermos, solicitó ingresar con los Hermanos de San Juan de Dios, incorporándose en Ciempozuelos (Madrid) en 1935 e iniciando el noviciado el 7 de marzo de 1936.
Era novicio el 7 de agosto cuando fue apresado y encarcelado con los demás componentes de la comunidad. En la cárcel de San Antón, prestaba su ayuda generosa a los demás encarcelados que tenían problemas o dificultades; los carceleros le tenían entre ojos ante su actitud. Un día le encontraron leyendo “Las Glorias de María”, y lo encerraron en un calabozo. En otra ocasión, le tuvieron durante más de una hora, contra la pared, encañonándole como si le fueran a fusilar. Comentaba que “tan sólo rezaba a Dios, esperando en cualquier momento la muerte”.
Al escuchar su nombre en la primera saca, en esta madrugada, acude presuroso a su maestro, el Beato Juan Jesús Adradas, para reconciliarse y se despidió con un abrazo “¡Hasta el Cielo!”. Ya al salir de la cárcel, se despidió con un “¡Viva Cristo Rey!”. Tenía 25 años.
 
Beato Pedro Mª de Alcántara Bernalte Calzado
Nació el 4 de agosto de 1910 en Moral de Calatrava (Ciudad Real), y fue bautizado el día 7 del mismo mes, con el nombre de Pedro de Alcántara. De índole caritativa, visitaba el Asilo de Ancianos y a una anciana ciega (la Matacana), muy pobre, para quien pedía limosna, le hacía la limpieza de la casa y la acompañaba los domingos a misa. También se entretenía con los niños, impartiéndoles clases y explicándoles el catecismo y vidas ejemplares. Después de cumplir el servicio militar, con 25 años, sintiéndose llamado para ser religioso marchó a la Orden Hospitalaria, como “la más a propósito para satisfacer sus ansias de caridad y amor”, incorporándose en Ciempozuelos (Madrid) en junio de 1935.
Era novicio cuando el 7 de agosto de 1936, junto con los demás religiosos, fue apresado y encarcelado en San Antón. Durante los meses pasados en la cárcel siempre estaba dispuesto a ayudar a los demás religiosos, lavarles la ropa y servirles en lo que necesitaran los otros presos, principalmente a los que eran mayores. Al salir para ser llevado al martirio, “lleno de gozo, daba gritos a Cristo Rey”. Tenía 26 años.
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