Jueves, 28 de marzo de 2024

Religión en Libertad

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Mañana del 19 de noviembre, en la calle López de Hoyos de Madrid

por Jorge López Teulón

20 de noviembre, en el Decanato de los juzgados madrileños
Esperanza Hinojosa, sobrina de la Madre Mª Gabriela Hinojosa, junto a su hija María Dolores y el portero de González Longoria, acuden al Decanato de los juzgados de Madrid en la Plaza de las Salesas. Les habían dicho que allí se recibían las fotografías de los cadáveres que eran llevados al depósito del cementerio del Este o al depósito judicial, situado entonces en la calle Santa Isabel. Exponen su deseo de ver las fotografías de los asesinados, cuyos cadáveres habían sido recogidos la víspera en varios parajes de Madrid.
El funcionario, narra magníficamente José Luis Gutiérrez en su biografía de las mártires salesas, trajo montones de fotografías escalofriantes. Y con tremendo dolor Esperanza y su hija y Manuel (el portero) comprobaron que entre ellas estaban las fotos de las Hermanas. Reconocieron a Mª Gabriela, Teresa Mª, Josefa Mª, Mª Engracia, Mª Ángela y Mª Inés. Pero observaron con sorpresa que no aparecía la foto de una. Faltaba la fotografía de la hermana Felicitas (Cecilia) Cendoya. Buscaron, rebuscaron. Nada. La imagen del cuerpo de Cecilia no estaba”.
Al dorso de cada fotografía aparecía una descripción de la ropa y objetos que llevaban y una numeración. Innecesario es describir la impresión angustiosa que a día de hoy todavía causa ver dichos retratos. Los destrozos faciales eran señal evidente de la manera increíblemente despiadada con la que los anarquistas se habían ensañado con aquellas pobres mujeres.
Los seis cadáveres, según información que obraba en el Decanato, contenida en sobre aparte, habían sido recogidos en la mañana del 19 de noviembre “en los desmontes de la calle López Hoyos”. En el escrito se precisaba que los cuerpos “se hallaban cogidos de la mano”, cuando se procedió al levantamiento de los cadáveres.
            El 17 de noviembre nos asomábamos al semisótano en donde las religiosas de la Visitación llevaban meses escondidas de la salvaje persecución religiosa que se vivía en Madrid. Eran horas de Getsemaní en las que las mártires esperaban la llegada de sus verdugos
 
Últimas horas del 18 de noviembre
El 18 de noviembre se consuma la amenaza de los milicianos de la FAI que, después de tres registros, se habían despedido el día anterior con un lacónico: “-¡Hasta mañana!”.
Son aproximadamente las 7 de la tarde y la escena se desarrolla en el semisótano del número 4 de la calle González Longoria. La hermana María Inés, sigue en cama con fiebre, cuando se presenta el grupo de milicianos que, de malos modos, le mandan que se levante; las hermanas quieren recoger una manta para abrigarla, pero los milicianos les dicen: “No hace falta manta, porque la vamos a curar enseguida”. Las siete salieron a la calle.
La enferma tambaleándose, a causa de la fiebre, se apoya en el brazo de una hermana. ¡Con qué dignidad salen!, estaban serenas. En la puerta se agrupa mucha gente. Y ellas con gran valentía hacen la señal de la cruz. Inmediatamente se oyen gritos, insultos y amenazas y alguien dice: “-Aquí mismo tienen que fusilarlas, porque con sus actos nos desafían”.



En la foto, los milicianos durante el verano de 1936, con pistolas y fusiles amenazadores.

Las suben en los coches y se las llevan. El trayecto es breve: de pronto, un frenazo en seco les indica el lugar designado para su ejecución. Se encuentran en la confluencia de la calle López de Hoyos con Velázquez, les hacen bajar y una ráfaga de proyectiles derriba sus cuerpos que quedan cruelmente destrozados. La hermana María Cecilia, la más joven del grupo, al escuchar el primer tiro, siente cómo la hermana de la que va cogida cae al suelo… presa de terror, echa a correr y desaparece en la noche madrileña…
             Las seis salesas acaban de recibir la doble corona de la virginidad y del martirio. Cada 18 de noviembre la Orden de la Visitación comienza un triduo para renovar, en la fiesta del 21 de noviembre de la Presentación de la Virgen, los santos votos. Las mártires de la Visitación de Madrid han renovado su consagración perpetua con el derramamiento de su sangre. Todas, hasta el final. Sí, todas… dentro de unos días asistiremos al martirio de la última salesa del grupo: la Beata Mª Cecilia Cendoya.


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