Jueves, 28 de marzo de 2024

Religión en Libertad

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Tarde del 13 de agosto, en el cementerio de Salás de Pallars

por Jorge López Teulón



Benedicto XVI: “Testigos heroicos
 
Hacía solo unos meses que el Cardenal Jospeh Ratzinger había sido elegido Sumo Pontífice. Era el 29 de octubre de 2005 y acaba de tener lugar la beatificación de María de los Ángeles Ginard Martí, de la Congregación de las Hermanas Celadoras del Culto Eucarístico, y de 7 sacerdotes de la diócesis de Urgell: José Tàpies Sirvant, Pascual Araguás Guardia, Silvestre Arnau Pascuet, José Boher Foix, Francisco Castell Brenuy, Pedro Martret Moles y  José Juan Perot Juanmartí. Al final de la celebración, Benedicto XVI bajó desde sus apartamentos hasta la Basílica Vaticana para venerar las reliquias de los nuevos beatos: por primera vez, el nuevo Papa besaba el relicario de unos mártires de la persecución religiosa española. Seguidamente, impartió la Bendición Apostólica y dirigió unas palabras en castellano y catalán, agradeciendo a Dios “por este gran regalo de testigos heroicos”.
 
En su intervención, el Papa destacó que “los ejemplares sacerdotes de la diócesis de Urgell inmolaron su vida durante la persecución religiosa en España por su fidelidad al ministerio sacerdotal, que ejercieron con gran entrega en las comunidades parroquiales, dando testimonio de su condición sacerdotal y perdonando a sus perseguidores. Dieron su vida invocando al Rey del Universo”.
 
Esta es su historia y hoy han sido asesinados. Los siete sacerdotes de la diócesis de Urgell fueron encarcelados en La Pobla de Segur (Lleida) Sufrieron un duro interrogatorio en La Pobla, se negaron a disimular que eran sacerdotes, o a profanar su sotana, celebraron la Santa Misa y defendieron hasta que pudieron el templo parroquial para que no fuera profanado el Santísimo Sacramento, se encaminaron a ser fusilados con ánimo firme y llenos de piedad. Fueron sacrificados por el mero hecho de ser sacerdotes, sin que pudieran acusarles de ninguna otra causa. Al llegar al lugar de la ejecución, uno se descalzó para subir hasta las tapias del cementerio, imitando a Jesús, que subió descalzo al Calvario. Otro regaló a sus verdugos todo el dinero que llevaba porque a él ya no le haría falta. Y todos murieron ayudándose a ser fieles, perdonando a sus verdugos y gritando: “¡Viva Cristo Rey!”. Fueron fusilados en la puerta del cementerio del vecino pueblo de Salàs de Pallars el día 13 de agosto de 1936.



Estos son sus nombres:
 
·         Beato Josep Tàpies i Sirvant, nacido en 1869 en Ponts, era beneficiado organista de La Pobla de Segur.
·         Beato Pascual Araguàs i Guàrdia, nacido en 1899 en Pont de Claverol, y que era párroco de Noals (provincia de Huesca).
·         Beato Silvestre Arnau i Pasqüet, nacido en Gòsol en 1911, el más joven de todos, y que era vicario parroquial de La Pobla de Segur.
·         Beato Josep Boher i Foix, nacido en 1887 en Sant Salvador de Toló, y párroco de La Pobleta de Bellveí.
·         Beato Francesc Castells i Brenuy, nacido en 1886 en La Pobla de Segur, párroco de Tiurana y ecónomo del Poal.
·         Beato Pere Martret i Moles, nacido en 1901 en La Seu d’Urgell, que era ecónomo de la Pobla de Segur.
·         Beato Josep-Joan Perot i Juanmartí, nacido en 1877 en Boulogne (Toulouse, Francia) que entonces era el párroco de Sant Joan de Vinyafrescal.
 
 
 
En la página del Bisbat de Urgell podemos leer sus vidas:
 
 
 
Los siete mártires sacerdotes de la diócesis de Urgell, desempeñaron el ministerio de párrocos o sacerdotes dedicados a la pastoral en la parroquia de Pobla de Segur y lugares vecinos, entregándose por completo a la tarea de evangelización y procurando celosamente la santificación de las personas que se les habían encomendado. Supieron coronar su fidelidad a Jesucristo, hasta derramar por él su sangre, cuando, aquel 14 de agosto de 1936, en la hora suprema, en fila ante el pelotón de ejecución, todos a una aclamaron a Dios con el grito de ¡Viva Cristo Rey!
 
 
 
Beato Josep Tápies Sirvant
 
Beneficiado-organista de la Pobla de Segur
Nació el día 15 de marzo del año 1869 en Ponts, el futuro presbítero Josep Tàpies Sirvant. Su hogar, situada en la calle del cuerpo, cerca de la iglesia parroquial dedicada a Santa María. Cursó los estudios eclesiásticos en nuestro seminario diocesano y el día 11 de junio de 1892, el prelado Urgelitano Salvador Casañas i Pagés, futuro obispo de Barcelona i Cardenal de la Santa Iglesia Romana, lo ordenó presbítero, en la antigua colegiata de Santa María de Valldeflors, hoy basílica parroquial, de la ciudad de Tremp.
Ejerció su ministerio sacerdotal en la parroquia de Nuestra Señora de Ribera de La Pobla de Segur. Desde el 1892 al 1910 como vicario parroquial; ecónomo del beneficio de organista del 1905 al 1909, y beneficiado-organista desde el 1909 hasta el día 13 de agosto de 1936 cuando fue inmolado "in odium fidei".
Transcribimos literalmente lo que Mn. Jesús Castells nos ha dejado escrito referente a nuestro biografiado: "No caminaré ni un paso más ni un paso menos para liberarme de los perseguidores; en casa me encontrarán siempre. Por lo que tiene que ver con mi muerte, escribe a un sobrino suyo, no te apures, porque habiendo consumado ya mi carrera, estoy completamente en las manos de la divina providencia; justo es que queden sacerdotes para trabajar en la viña del Señor; los que huyen serán los confesores, los que nos quedamos podemos ser mártires. He pasado en La Pobla cuarenta cuatro Domingos de Ramos, ¿qué tiene de particular de pasar allí mismo un viernes de pasión?" (Martirologi de l´Església d´Urgell 19361939, paginas 157158).
 
¿Quién era realmente el beato Mn. Tàpies?
Recogemos el testimonio del Sr. Salvador Maluquer Nicolau. Durante muchos años Mn. Tàpies vivió en un apartamento propiedad de la esposa del Sr. Maluquer y los unía una gran y profunda amistad; se relacionaron durante 40 años.
Afirma que era un sacerdote piadoso y ejemplar, practicaba de manera especial la virtud de la caridad. Las puertas de su casa estaban abiertas siempre a todo el mundo. Pobres, sacerdotes y religiosos compartían frecuentemente su mesa. Una característica muy peculiar de Mn. Tàpies era la gran autoridad moral que ejercía sobre aquellas personas que estaban alejadas de la Iglesia; estas, en el momento de su muerte, pedían a nuestro beato para la administración de los últimos sacramentos y para ser ayudados a morir bien. Esto nos puede hacer entender que los cristianos de La Pobla de Segur confiaban en Mn. Tàpies y lo tenían por un buen sacerdote. Mn. Josep Tàpies estaba convencido de su suerte y en ningún momento no quiso evadirse de la realidad. Tuvo la oportunidad de irse para Barcelona, en compañía del Señor Maluquer i de su familia, con el correspondiente salvoconducto expedido por la Comisaria General de Orden Público. Prefirió quedarse en la Pobla ejerciendo su ministerio, atendiendo los fieles de la comunidad cristiana.
Este era, a grandes rasgos, Mn. Josep Tàpies. Los mismos enemigos estaban convencidos de esta postura suya y, tal vez debido a eso, no lo molestaron hasta el día mismo del martirio. Ni cuando, el 21 de Julio, acudía al registro del templo, ni el 23, cuando iba a protestar, -siempre vestido de sotana, manto y sombrero, así iba al martirio-, por la detención de Mn. Pere Martret y de Mn. Silvestre Arnau, ecónomo y vicario parroquial de La Pobla de Segur respectivamente, y compañeros de martirio; ni cuando, el 6 de agosto, pasaba ante los guardias milicianos, yendo a confesarse a casa de Mn. Joan Auger, a quien decía: “Sí, moriremos por la fe”. Los contrarios siempre lo consideraban a su alcance y él, con la mano bien firme en el arado, no se echó atrás en ningún momento.
El 13 de agosto, bien temprano, los verdugos se presentaron en su casa. Los recibió su sobrina María Tàpies Riu. Inmediatamente ella fue a llamarlo. Poco después él se presenta ataviado con los distintivos sacerdotales, y les dijo abiertamente: “Vengo vestido así para no engañar a nadie y acreditar mejor mi condición de sacerdote; me gusta dar la cara ante los conflictos, por graves que sean”. Fue trasladado a la sede del comité local donde se reunió con los otros sacerdotes detenidos. Aquí será interrogado por miembros del comité. Junto con sus hermanos en el sacerdocio, que lo serán en el martirio, fue conducido al camión que los llevará al lugar del sacrificio. Cuando la comitiva de automotores pasará por delante de la iglesia parroquial se despedirá de la Madre del cielo con estas palabras: “-Adiós Virgen de Ribera, hasta al cielo”. Antes de ser inmolado ante el piquete de ejecución, todavía exhorta a Mn. Silvestre Arnau Pascuet, a ser fiel, con estas palabras: “-Ya tienes la palma del martirio en las manos, no la dejes escapar”.
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