Durante años en su infancia fue violada por su padrastro hasta que con 13 años quedó embarazada. Lejos de abortar, decidió tener a su hija, y esta ha sido una de las decisiones de las que Soledad Lizama se siente más orgullosa.

Este mujer vive actualmente en Chile, está casada y es madre de cinco hijos. En el portal Salvar el 1 cuenta su testimonio en primera persona:

Nunca sentí rechazo de mi bebé, sólo quería protegerlo

Me llamo Soledad Lizama y soy chilena. Fui violada reiteradamente por mi padrastro desde los 8 años y a los 13, siendo todavía una niña, quedé embarazada.

A pesar de aquel acto monstruoso nunca sentí rechazo de mi bebé, sólo quería protegerlo. No sé si podría haber vivido con el recuerdo de matar a mi bebé que era tan víctima como yo. Mi hija hoy tiene 20 años y es una muchacha alegre, una luz y una inspiración para mí.

Si me hubieran propuesto abortar, hubiera sido ofrecerme para ser yo también tan violenta y abusadora como quien me violó. Me habría convertido también en una asesina.

Cuando una mujer queda embarazada y mucho más tras una violación, se le ofrece el recurso fácil: acabar con el bebé; quitarse el problema de encima. Lo que necesita una madre que ha sido violada es apoyo y ayuda porque siente que fue utilizada y abusada. Quien abusó de mí, sólo estuvo un año en prisión, mientras mi familia fue disuelta y yo trasladada a un hogar de menores.

Como creo en la importancia de todas las vidas, también aquellas concebidas en violencia y las que presentan alguna discapacidad, me personé en 2015 en la Cámara de los Diputados de Chile con mi hija que tenía 17 años por aquel entonces para dar mi testimonio y gritar al mundo que no estaba de acuerdo con la despenalización del aborto en las tres causales.

Hoy estoy casada y tengo un total de cinco hijos. La vida puede seguir y, de hecho, sigue después de esas experiencias si uno cuenta con el apoyo necesario. Yo, gracias a Dios, estuve en un hogar para mujeres embarazadas donde conocí personas maravillosas. Fui acogida, me sentí querida por primera vez, además de recibir apoyo emocional y un tratamiento psicológico para superar aquella atrocidad.