Jim Sable, norteamericano criado en un hogar de adopción, investigaba sobre sus orígenes biológicos y quedó muy impactado cuando supo, en 1995, que había sido concebido en una violación. ¿Qué significaba eso?

"Estos últimos años he experimentado qué es saberse concebido a través de una violación. Aunque he conocido el fondo de ese pozo estigmatizado, ahora siento el poder del regalo que me han dado", explica. Hoy habla a quien quiera escucharle sobre el misterio de la vida, que siempre vale la pena. Por eso, merece la pena proteger la vida de todos, también de los niños concebidos en violación. Esta es su historia, y en parte la de sus dos familias, publicada en Salvar el 1.

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por Jim Sable

Mi historia llegó en un sobre con letra de la Catholic Charities en noviembre de 2005. Esta institución tramitó mi adopción en 1958 y cuando llegué a la edad adulta, tuve la oportunidad de recibir información básica sobre mi familia biológica. 

Solicité la información en 1995, pero tardé 10 años en superar la inquietud que rodeaba mi deseo de saber sobre mi familia biológica. Lo pospuse y me convencí de que era lo mejor. La curiosidad persistente se convirtió en una urgencia, por lo que, por fin, completé y presenté la solicitud de información en el otoño de 2005.

La tan ansiada carta llegó silenciosa. Poco sabía, cuando la abrí, la dureza de la información que contenía. En ese día de principios de noviembre, cuando leí la carta, mi vida se detuvo abruptamente.

Había información que no esperaba. Mi madre fue violada. 

Ella había declarado que el ataque ocurrió mientras caminaba a casa desde el trabajo. Así es como fui concebido.


Las noticias no fueron fáciles de aceptar y, realmente, me bloquearon. Durante dos años, sólo un terapeuta y mi esposa, Wendy, conocían la historia. Poco a poco, ya a fines de 2007, fui superando esos sentimientos y comencé a ver la posibilidad de compartir mi historia.

Ahora me doy cuenta del regalo que me han otorgado, no sólo el regalo de la vida, sino el don de tener esta historia única y la perspectiva que me brinda sobre la importancia de toda vida concebida.



Jim Sable, con su esposa e hijos; su vida ha sido fecunda en amor

Mi historia, como muchas otras parecidas, tienen el poder de cambiar las mentes, llegar a los corazones y ampliar el horizonte de aquellos que se limitan a conceptos abstractos y vagos sobre la concepción de un hijo en una violación.


El sector pro aborto defiende que todas las vidas no deseadas son prescindibles, y el aborto está justificado, incluso recomendado. Las concepciones de violación e incesto crean vidas que se definen como "no deseadas". En su lista de vidas no deseadas, somos el Anexo 1.

Todos sabemos la verdad. No hay vidas no deseadas y hay millones de brazos abiertos esperando para abrazar a todas y cada una de las vidas abandonadas.

La adopción me hizo pro vida desde el momento en que supe sobre el aborto. Yo era estudiante de primer año en la escuela secundaria cuando se decidió sobre Roe v. Wade. El aborto, como cuestión social, estaba ganando cada vez más importancia a principios de los años 70, por lo que probablemente fue durante ese tiempo cuando establecí mi identidad como sobreviviente del aborto.


"Concebido en violación, amo mi vida", dice el cartel de Jim en la Marcha por la Vida de Washington de cada mes de enero

No me refiero, literalmente, a la supervivencia del procedimiento que intenta quitar la vida antes de nacer. Sabemos que hay quienes realmente sobrevivieron a un aborto: las vidas milagrosas.

Mi supervivencia se debió a la decisión de mi madre unida al clima cultural de la década de 1950 y también a que la sociedad me protegió a través de la ley


No pasó mucho tiempo después de que el aborto se legalizara a nivel nacional y, entonces, comencé a escuchar comentarios que justificaban el asesinato. La gente decía: "Estas madres solteras no deberían traer a estos niños al mundo. . .".

Comentarios dolorosos de escuchar, por supuesto, pero luego tuve la oportunidad de contradecirlos con: "Mi madre era soltera, y creo que estoy mucho mejor aquí que en un cubo de basura". Fue entonces cuando me di cuenta de que mi nacimiento se debió, al menos parcialmente, a varias cosas.

Por haber sido concebido en una violación, hay muchas personas hoy que piensan que debería haber sido asesinado. Nuestras vidas se utilizan repetidamente como moneda de cambio en el debate sobre el aborto y se las puede llamar "excepciones" en las leyes antiaborto.


Mi madre tenía 36 años cuando nací, probablemente un poco mayor que la edad promedio de concepción por violación. Mi vida como hijo adoptivo fue excelente, pero tenía muchos de los altibajos habituales de la vida familiar. Dios me proporcionó unos padres que no podían tener hijos y nací de una madre que sentía que no podía criarme. Mi mamá y mi papá fueron tremendos ejemplos de la gracia y el amor de Dios.

Sin embargo, anhelé algunas respuestas para ayudarme a lidiar con parte de la soledad y los sentimientos de rechazo que fueron producto del sistema de adopción antiguo, secreto y confidencial. En la carta de Catholic Charities estaban los papeles de mi adopción e información suficiente para comenzar la búsqueda de mi madre biológica y así lo hice. Un amigo cercano que investiga sobre genealogía me ayudó.

Encontramos a mi madre biológica hace pocos años, algo tarde, sin embargo. Eleanor, mi madre, murió en 2007. Sin embargo, pude aprender mucho sobre ella porque también encontré y me reencontré con su hermana.


Mi tía describe a Eleanor como una mujer un poco reservada y tranquila, muy devota. Desafortunadamente, mi tía no pudo confirmar o negar la historia de Catholic Charities. No hubo denuncia policial. La violación fue un secreto. El bebé dentro de ella era un secreto. Parecía mínimamente embarazada, incluso cerca del final de la gestación. Ella llamó a su embarazo un "tumor".

Eleanor no le reveló a nadie su embarazo hasta aproximadamente dos semanas antes de que naciera, cuatro a cinco semanas prematuro. De hecho, nací el día en que Eleanor fue admitida en el refugio de madres y bebés de Catholic Charities en Chicago.

Después de nacer me entregó en adopción y nunca volvieron a hablar de mí. Su familia sabía que no debía preguntar sobre el embarazo ni el parto ni referirse a él. El tema estaba tapado, era tabú. A medida que pasaban los años, la historia nunca se recordó.

El recuerdo de sus palabras, su silencio y sus acciones, es indicativa de un trauma profundo y agudo. Sabemos por experiencia las salidas a un trauma: huir o congelarse y aparentemente Eleanor se congeló.

Mi madre firmó mi adopción cinco meses después de mi nacimiento y se casó nueve meses después. Se casó con un veterano de dos guerras que la protegió y se convirtió en su guerrera. Mis primos biológicos dicen que trató a Eleanor como a una princesa. Él le proporcionó seguridad, la defendió y desvió algunas de las preguntas naturales que la familia hacía. Ella no tuvo más hijos.

Mis primos hacen especulaciones sobre un novio secreto que podría ser mi padre porque no aceptan completamente la historia del ataque. ¿Pero por qué una mujer de 36 años con dos hermanas casadas debe mantener en secreto a su novio? Si mi padre era alguien a quien Eleanor amaba, ¿por qué no se casaron?

Muchos indicios indican que mi padre probablemente era alguien que Eleanor conocía, y seguramente también tenía una posición de poder sobre ella, un jefe o compañero de trabajo de nivel superior que la forzó a tener sexo, la rechazó cuando quedó embarazada, la obligó a mantener el secreto y lo más probable es que presionó para la adopción.

Lo que es evidente es que mi madre no era una cazadora de hombres, no estaba dispuesta a cometer un adulterio y no estaba buscando ascender en la escala corporativa a través de los favores sexuales.

El agravante del trauma fue la humillación causada por el padre de Eleanor al imponer su voluntad sobre su hija de 36 años al sacarla de la familia y forzar la adopción.

De lo que no cabe duda es que, en un callejón o calle oscura, o en el fondo de una sala de correspondencia o en la reclusión de una oficina cerrada, Dios me dio vida en ese momento y, a través de las noticias de la violación, me la ha vuelto a dar ahora.




Estos últimos años he experimentado qué es saberse concebido a través de una violación. Aunque he conocido el fondo de ese pozo estigmatizado, ahora siento el poder del regalo que me han dado.

Conocer a Rebecca [Kiessling] y al grupo de Salvar el 1 puso fin a la sensación de ser el único en el planeta con esta historia. La euforia de hablar y defender la vida, de intentar corresponder al sistema que me salvó, la emoción de ser parte de este grupo especial y conocer a mis héroes, ha sido la fuerza curativa en mi vida.

A través de ellos, Dios me ha tocado con Su amor y mi fe ha sido reforzada. Mi viaje continúa, guiado por su gracia. Cada vida importa.

(Más testimonios provida que implican y superan la herida de la violación en http://salvarel1.blogspot.com.es

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