A partir de la adolescencia se pone difícil el diálogo entre padre e hijos, o incluso entre profesores y monitores adultos y los chavales a su cargo. Hay además una serie de errores comunes por parte de los adultos que dificultan ese diálogo. El diálogo es importante para una mejor relación, la transmisión de las virtudes y valores y también de la fe. Reflexiona sobre esto Mark W. Merrill, presidente de All Pro Dad y la organización Family First, y conductor del programa de radio diario The Family Minute.

Estos son algunos de los errores que vale la pena evitar, según recoge la web AllProDad. 


Cuando el joven parece estar rebelándose, o cuando ya ha mostrado que rompió tu confianza en alguna ocasión, esta es una tentación comprensible. Pero igual que los adultos prefieren que no se piense lo peor de ellos, tampoco es necesario pensar lo peor de los jóvenes. 


Esto podría ser también muy malo. Sucede en esos padres convencidos de que su hijo o hija nunca toma decisiones malas, que nunca mira lo que no hay que mirar, que no escucha la música o propaganda que no debería, etc... Podrías tener un mal despertar de tu ensueño fantasioso. 




Cuando un adolescente interrumpe a un padre, es común ver que es irrespetuoso. Cuando es el padre el que interrumpe al muchacho, se construirá un resentimiento en el chico. Vale la pena crear una norma familiar que diga que no hay que interrumpir a nadie y que todos pueden señalar, con respeto, cuándo se les está interrumpiendo. 


Es bueno dejar pasar un tiempo para "enfriarse". Ambos implicados: los adultos y los chicos. De la rabia y la ira no suele salir nada bueno. Es bueno que la regla del "enfriémonos y luego hablamos" se aplique a todos. Así nos evitamos frases que causan mucho daño, se recuerdan mucho tiempo, crean resentimiento y desconfianza, heridas, etc... 


Los padres a menudo quieren pasar directamente a dar su conferencia o clase magistral. Pero a menudo los adolescentes sólo necesitan ser escuchados, que se les dedique un rato y atención y libertad para hablar. Quieren saber que se les entienden, y eso les convence de que son valorados y cuidados. Si no se sienten escuchados, empiezan con una deriva emocional que causará problemas adicionales. 




Una cosa es lo que los adolescentes dicen, a veces con muchas emociones y expresiones muy radicales. Y otra cosa distinta es lo que pasa de verdad, los hechos reales. Ellos son muy emocionales, y se espera que el adulto responda con equilibrio, moderación, sensatez, y no más sentimientos en un ciclo de reacción emocional retroalimentada. Céntrate en los hechos reales.  


Si dices a un adolescente "eso que me cuentas no es de verdad un problema, ojalá mis problemas fueran como los tuyos", el muchacho pensará que sus cosas, su vida, no te interesan. Mostrar compasión es una clave importante para que funcione la comunicación con adolescentes. También es bueno que recordemos cómo nos sentíamos a esa edad, con nuestros problemas juveniles




Muchos padres tendrán la tendencia a "solucionar" el asunto rápido: hay una tarea, y se ponen a ella. Pero muchas veces es mejor dejar que sean los propios chicos los que tomen la responsabilidad de actuar y solucionar el asunto. Puede que antes los chicos necesiten exponerlo en voz alta, o sentir que papá les apoya y anima. Incluso si los muchachos van lentos en su progreso para mejorar el tema, es bueno dejar que ellos se responsabilicen. Y demostrar que estás atento, quizá, comentando: "Si quieres, te doy alguna idea ahora, o mas tarde si te parece".