Las prácticas de vientre de alquiler son una forma de esclavitud que daña a la mujer, a los niños y a la sociedad y cuyos daños ninguna regulación puede realmente controlar. Sólo cabe la prohibición completa, igual que se prohiben completamente otras modalidades de esclavitud y compra-venta de seres humanos. De hecho, el vientre de alquiler es una práctica que ya condenó en 2015 el Parlamento Europeo.

Esa es la postura de las asociaciones provida y profamilia en España, en claro contraste con los sectores del Partido Popular y de Ciudadanos (y también algunos desde las izquierdas) que pretenden legalizar esta industria de gestación y entrega de bebés a contratantes. 


Mariano Calabuig, presidente del Foro Español de la Familia (www.forofamilia.org) declara: Esta práctica es un retroceso en materia de derechos humanos, permitendo la compraventa del niño que se gesta y admite el alquiler del cuerpo de una mujer. De esta forma, una posible legalización de los vientres de alquiler supondría un retroceso que permitiría nuevas formas de explotación de las mujeres, especialmente de las que carecen de recursos económicos, y una apertura de un nuevo mercado de compraventa de niños incompatible con una sociedad civilizada, como indicó en diciembre de 2015 el Parlamento Europeo en la resolución donde condenaba la práctica de subrogación.


Alicia Latorre, presidenta de la Asociación Española de Asociaciones Provida (www.provida.es), ha señalado que “es inmoral y contrario al respeto de los derechos humanos pretender normalizar una práctica que, de distinta forma, denigra y daña tanto a las personas implicadas (hijo, padres biológicos,  "compradores" y mujer cuyo vientre se "alquila"), como al Estado que lo consiente o mira para otro lado dejando que se pierda la conciencia social”.

En esta línea Latorre ha precisado también que: “La maternidad, que es algo realmente grande, se desvirtúa e instrumentaliza cuando la mujer es utilizada como una mera portadora y productora de hijos para otros o cuando alguien se cree con derecho a conseguir hijos de cualquier modo. Es un asunto muy serio en el que no se puede abrir ni una rendija”.


  Los activistas LGBT ricos -y a veces también famosos- son los mejores clientes y más entusiastas promotores de este negocio; compran niños con dinero o, a veces, con mera fama, y luego  presumen para "normalizarlo"; los niños se les impide crecer en la complementariedad hombre-mujer, experimentar la maternidad-feminidad, y se les impide el contacto con su estirpe y ancestros reales 


Por su parte, Amaya Azcona, Directora General de Fundación RedMadre (www.redmadre.es) destaca que: El deseo de ser padre o madre no puede prevalecer sobre la dignidad de la persona, en este caso de las mujeres que por su situación de pobreza ven una salida desesperada en el alquiler de su vientre; tampoco puede prevalecer sobre el derecho del hijo a ser criado por su padre y su madre, ni se pude convertir a éste en mercancía de consumo.


Jaime Mayor Oreja, presidente de la Federación Europea One Of Us (www.oneofus.eu/es/ha manifestado que: Me parece un disparate la mercantilización, el negocio y, en definitiva el comercio que está detrás de los llamados vientres de alquiler. No se puede afirmar que porque haya un caso extremo y concreto, en el límite de una situación, haya que crear una norma para regular la excepción. No se puede aducir que porque en algunos países, como Canadá, haya una regulación de los vientres de alquiler, hay que hacerlo aquí. Entre otras razones, hay más países europeos que en la actualidad no tienen esta regulación. Estamos perdiendo el Norte en este tema y en otros, como la ideología de género, especialmente en España. No entiendo la necesidad de colocarnos a la vanguardia de este relativismo moral.

Las asociaciones que defienden la vida y la familia aseguran que seguirán en pie mostrando un absoluto rechazo sobre cualquier práctica que vaya en contra la dignidad del no nacido, de la mujer y la maternidad.

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