Casi un siglo después de que la Unión Soviética se convirtiera en el primer estado del mundo que legalizara el aborto abriendo la puerta a que cientos de millones de niños hayan sido asesinados en el vientre materno es precisamente Rusia la que está liderando ahora el camino inverso.

Lenin, que definía el aborto como un “derecho”, lo aprobó en la URSS en 1920. Desde entonces se ha ido extendiendo por todo el mundo. En 1965 se produjeron 5,5 millones de abortos en la potencia comunista mientras que en 2015 en Rusia la cifra era de 930.000.


El resultado es que casi 100 años después, Rusia, el país más grande del mundo, con extensiones infinitas sin poblar y vecina de la pobladísima China, está perdiendo población, cada mujer rusa de cierta edad ha sufrido entre 3 y 6 abortos provocados, y los niños rusos que se educan con su padre en casa son una minoría.


Lenin abrió paso al aborto hace casi 100 años y sus consecuencias hoy son dramáticas

Pero algo está empezando a cambiar. Un fuerte movimiento se está desarrollando en Rusia a favor no sólo de limitar el aborto sino de prohibirlo totalmente.
En el país conocen perfectamente las consecuencias del aborto a la carta.

Está tan extendida su práctica que para muchos imposible acabar con el aborto atrás pero tanto en Estados Unidos como en Rusia los datos dicen lo contrario. Leyes provida como las de distintos estados de Norteamérica o la marcha atrás dada por Rusia están provocando un giro en los acontecimientos.


Y lo ocurrido la semana pasada en Yarsolavl es un claro ejemplo de que algo está cambiando. Esta región rusa de algo más de 800.000 habitantes ha prohibido durante un día al año que se realicen abortos en sus hospitales. Las autoridades llevaron a cabo esta iniciativa provida el pasado 11 de enero para conmemorar la “matanza de los inocentes” de Herodes en Belén. Fue llamado el “Día de silencio sin abortos”.

Esta jornada fue propuesta por la diócesis ortodoxa de Yaroslvavl y encontró el apoyo de médicos de la ciudad por lo que acabó siendo aprobado por el Departamento de Salud y Farmacia de esta región rusa.


Obsevando las estadísticas del aborto en Rusia, más de 14 niños podrían no haber sido abortados ese día en los hospitales Yaroslavl. La Archidiócesis destacaba que con esta jornada querían luchar “contra el asesinato de bebés en el útero y así proteger el valor inestimable de la maternidad", y estos niños les dan la razón.

A su vez, la Iglesia ortodoxa convocaba una “vigilia de la memoria” para recordar a los millones de niños que no han podido nacer por culpa del aborto.


Este día quiere ser aprovechado por el movimiento provida para abrir una brecha mayor. Natalya Moskvitina, líder del movimiento Mujeres por la Vida, mostró la realidad que vive el país y lo urgente que es el que haya un cambio:

"El setenta por ciento de los embarazos terminan en aborto. Las tres cuartas partes de los matrimonios terminan en divorcio durante los primeros cuatro años de vida en común. Cada tres segundos un niño muere en las clínicas de aborto."


Este es el primer gesto explícito de impedir el aborto en Rusia pero recientemente se inició una campaña a nivel nacional que recibió un gran apoyo popular que pedía la prohibición total del aborto. El patriarca Kirill firmó e impulsó esta petición al igual que diputados, intelectuales y escritores pedían  que no se permita “asesinar legalmente a los niños antes de su nacimiento”. Esta campaña encontró un gran eco internacional.

Vladimir Putin es consciente de que el aborto resta fortaleza al país, cada vez más envejecido, y está intentando fomentar la natalidad pero aún no se atreve a dar este paso. El gobierno ruso ha dejado de promocionarlo pero no se ha planteado su prohibición total.


La defensa del no nacido es uno de los puntos de unión que mostraron el patriarca Kirill y el Papa Francisco en su encuentro en Cuba


Por otro lado, la causa provida se ha convertido también en una cuestión ecuménica en la que colaboran tanto ortodoxos, católicos y protestantes. Es un punto de unión que está haciendo también mucho bien.

Así, en el encuentro histórico en Cuba entre el Papa Francisco y el patriarca Kirill firmaron una declaración que afirmaba:

"Hacemos un llamamiento a todos para respetar el derecho inalienable a la vida. Unos millones de bebés están privados de la propia posibilidad de aparecer a la luz. La sangre de los niños no nacidos pide a gritos a Dios que haga justicia"

en su visita a Turquía el Papa también firmó otra declaración conjunta con el patriarca de Constantinopla, Bartolomé I que decía:

“Mientras nos encontramos aún en camino hacia la plena comunión, tenemos ya el deber de dar testimonio común del amor de Dios a su pueblo colaborando en nuestro servicio a la humanidad, especialmente en la defensa de la dignidad de la persona humana, en cada estadio de su vida, y de la santidad de la familia basada en el matrimonio, en la promoción de la paz y el bien común y en la respuesta ante el sufrimiento que sigue afligiendo a nuestro mundo”.