No es posible para el ser humano evitar el paso del tiempo... hacernos mayores... adultos... ancianos... ¡Benditas sean todas las etapas de nuestra vida!

Pero lo que sí es evitable, y así debemos hacerlo, son algunos "vicios", ideas, sentimientos, conductas negativas o poco saludables en las que los mayores podrían caer. La clave para que realmente las personas que se acercan o ya están en la tercera edad sean felices está en saber vivir cada instante de la vida con intensidad. Amarse a uno mismo, entregarse a los demás, vivir en sintonía con todo lo creado y, como base de todo, amar a Dios, constituyen el marco de lo que podríamos calificar el siguiente "Decálogo para saber envejecer".

Según publica la agencian Zenit, el verano y las vacaciones son, sin duda, una época propicia para rejuvenecer, para mostrar nuestra mejor silueta, para considerarnos más en forma.

Todo el mundo quiere ser joven y parecerlo. Incluso las personas de edad más avanzada. Quizás porque, como decía alguien, “nada nos hace envejecer con mayor rapidez que el pensar incesantemente en que nos hacemos viejos”. Por eso, lo mejor será pensar que aún somos jóvenes.

Como suele decir Manuel Alcántara, con su fino humor: “Y dentro de cien años, cuando todos seamos jóvenes…”. Pues, eso. Acaso lo más interesante, y además, gran verdad, sea pensar que “toda edad tiene sus propios frutos; hace falta saberlos recoger”. Para quien quiera conocer los secretos de “saber envejecer”, valga este decálogo fácil y sencillo.


Arréglate como si fueras a una fiesta. ¡Qué más fiesta que la vida! Que al verte se alegren los ojos de los demás.




Saldrás a la calle y al campo de paseo: “El agua estancada se pudre”.




Un rato de gimnasia, una caminata razonable dentro o fuera de casa, por lo menos abrir la puerta, regar las rosas, contestar el teléfono.




La cabeza gacha, la espalda encorvada, la mirada perdida, no favorecen nada. Que la gente diga un piropo cuando pasas: “¡Qué recto va el señor! ¡Qué guapa la señora!”.




Acabarás por creerte más viejo y más enfermo de lo que eres. A la gente no le gusta oír historias de hospital. Cuando te pregunten cómo estás, dirás que. ¡muy bien!




Al mal tiempo, buena cara. Sé positivo y de buen humor. La vejez no es cuestión de años sino un estado de ánimo. El corazón no envejece.




Ayuda con una sonrisa, un consejo, un servicio. No te coloques el cartel de “inservible”.




Haz lo que puedas. El trabajo es la terapia infalible.



Desde luego, las que se anudan en el hogar, integrándote a todos los miembros de tu familia.




Deja de estar condenando tu mundo y maldiciendo tu momento.



Fáciles consejos que todos podemos poner en práctica. Nos irá fenomenal.

Comentarios al autor: cordoba.sanlorenzo@diocesisdecordoba.com