Sebastian Campos, que es un misionero laico a tiempo completo, dedicado a la evangelización de jóvenes, ha escrito en su blog de Catholic-link un interesante artículo dirigido a las esposas, con consejos prácticos para demostrar el amor de éstas a sus maridos.

Señala Campos que "San Pablo cuando explica cómo deben ser las esposas se refiere a ellas en términos que hoy en día la mayoría de las mujeres consideraría como de sumisión y sometimiento: «Enseñen a las jóvenes a amar a su marido y a sus hijos, a ser modestas, castas, mujeres de su casa, buenas y respetuosas con su marido» (Tito 2, 4-5)".

"No queremos contradecir el modelo bíblico propuesto por el Apóstol, pero tampoco invitarte a vivirlo de forma literal, sino a tomar el espíritu de estos versículos y comprender el sentido de San Pablo al escribir, que es más bien el de servir, cuidar y respetar como un gesto de amor y entrega gratuita, tal como la Iglesia se entrega a Cristo".

"Es una realidad que los matrimonios se destruyen, en un porcentaje considerable, por los errores, negligencias y faltas de los hombres cuando dejan de amar y servir a sus esposas, pero muchas veces ellos se ven desaniman cuando sus esposas los descuidan y dejan de prestarles atención, principalmente por la llegada de los hijos y los quehaceres del hogar".

"Esto no busca justificar al género masculino y sus inexcusables errores, sino intentar comprender que para bailar un tango se necesitan dos y tu eres una de esos dos. En otro artículo les daremos ideas a los esposos para que cumplan con sus deberes... ya tendrán su turno".




Esto es una de las cosas que más nos avergüenzan. Entre hombres la lucha es constante por quedar bien. Si nos avergüenza nuestra propia esposa quejándose, aunque tenga razón, algo en nuestra masculinidad muere. Somos un equipo y la lealtad y el cuidado mutuo es esencial para proteger la relación.


Es sabido que ustedes (las mujeres) se llevan gran parte de las labores de hogar y ya sea por mal hábito, cultura, costumbre o crianza; a los hombres nos cuesta tomar la iniciativa en estas cosas. No creas que nos hace sentir orgullosos el no ser buenos en las cosas de la casa. Cada vez que quieras que colabore no se lo restriegues en la cara ni te quejes, motivale con amor.


Nos gustan los autos, las explosiones, los disparos y la emoción. Sabemos que preferirías una comedia romántica... pero es bueno acompañarnos y compartir los gustos. Aunque somos un poco herméticos con nuestros espacios, es lindo que quieras formar parte de ellos.


La mayoría del tiempo nos damos cuenta cuando hacemos algo mal. Que el instinto masculino nos haga difícil asumir los errores frente a otros, es otra cosa. No es necesario que lo recalques. Complementa, corrige con amor, orienta y comprende. El diálogo y el animarse mutuamente son el centro de la conversación cuando hay diferencias. Piensa en cómo mejorar las cosas en vez de que solo buscar lo que está mal


Aunque gaste ese tiempo en cosas que parecen sin sentido e inútiles, regálale ese espacio para su pasatiempos, su descanso o lo que sea que haga. Los hombres necesitan tiempo para hacer “nada” y no sentir remordimiento por gastar ese tiempo. 


No lo veas como una invitación a competir con las demás mujeres y mantener a tu hombre en casa, sino como un gesto de amor y preocupación. Nadie habla de caer en superficialidades y contratar alguien para que te haga un “fashion emergency”. Es comprensible que el poco tiempo que nos deja la rutina semanal no permite hacer ejercicios, comer bien y todo lo que uno quisiera para mantenerse en forma, pero gestos pequeños, como vestirse especial o maquillarse cuando van a salir juntos puede marcar la diferencia.


Él debe suponer que es importante en casa por su aporte en la economía del hogar y la imagen de autoridad con los niños, pero es buena idea decirle que lo hace bien cuando lo hace bien, no esperes a los discursos en fiestas importantes para hacerlo. Los hombres somos concretos y a veces los gestos sutiles que haces para demostrar tu orgullo pasan desapercibidos y no notamos lo que nos quieren demostrar. Simplemente dilo con palabras: estoy orgullosa de ti.


Como esos novios adolescentes, como esas despedidas terribles que tenían esos días en que no querían separarse, como esos días en que se reconciliaron luego de una discusión fuerte. Un beso con amor y ternura no solo desconcierta, sino que refresca y recuerda ese sentimiento original que a veces se olvida.


Va a ocurrir más de lo que te gustaría. Por lo tanto no le perdones como costumbre, perdónale como un gesto de amor y compresión. Los hombres nos equivocamos mucho y nos avergüenza reconocerlo y pedir perdón. Perdonarlo le hará saber que aunque se equivoque, sigue siendo amado y así aprenderá a pedir perdón cuando falle.


Hay una relación directa entre un mal día en el trabajo y el mal carácter al llegar a casa. Más directa es la relación si no le gusta su trabajo; siempre llegará agobiado a casa. A los hombres les cuesta disociar ambas cosas. Ámalo aunque sea un pesado, pero ayúdale a que el trabajo se haga más liviano, aconsejalo, reza por él y apóyalo si tiene una nueva inciativa laboral.


Aunque no sean grandes cosas, cuando colaboramos en las cosas de la casa para muchos es un esfuerzo fuera de lo común y somos torpes en esas tareas, de hecho estropeamos muchas de las cosas que tratamos de hacer bien. Sé agradecida, aunque sea algo pequeño y tengas que ir tú después a hacerlo de nuevo, pero bien hecho.


Él necesita que le digas lo que estás pensando cuando te lo pregunta. No respondas “nada”, sé honesta, pero conjuga el amor con la honestidad. Necesitamos saber lo que pasa por la cabeza de nuestras esposas. Suena como chiste, pero la mayoría del tiempo realmente no sabemos qué es lo que les pasa y no es por desatentos o por distraídos, es que simplemente no lo sabemos y necesitamos de su honestidad.


El ingrediente secreto y la expresión de amor más profunda: serle fiel en la oración diaria por él. Lo mejor y más grande que puedes regalarle es a Dios. Presentarlo a diario en tu oración, tocará el corazón de Dios. Probablemente tu esposo no es un hombre de mucha oración y fe, pero ustedes dos son una sola carne; se para él un soporte espiritual.