Antonio Lago y Estela Ordóñez, padres de Andrea, una niña de doce años afectada por una enfermedad degenerativa, pidieron que se le retire la alimentación que recibe mediante una vía en el Complejo Hospitalario Universitario de Santiago de Compostela (España), donde está internada desde hace varios meses. Los médicos se han negado a aceptar la petición.

Antonio y Estela hacusan a los médicos de evadir su responsabilidad y prolongar la vida de la menor “con dolor”. Los médicos del Complejo Hospitalario de Santiago de Compostela afirman que la alimentación es un soporte vital y básico por lo que no pueden retirarlo.


La pediatra Gádor Joya, portavoz de la plataforma pro-vida Derecho a Vivir, señaló sobre este caso que, en términos generales, “retirar el soporte básico a la niña, con la clara intención de que muera no tiene nada que ver con procurar una muerte en las mejores condiciones de dignidad posibles”.

Los padres no han hecho públicas la fase en que se encuentra la enfermedad, ni el tratamiento que los médicos aplican a Andrea. Joya recuerda que hay “una gran diferencia entre el ensañamiento terapéutico, que consiste en aplicar medidas desproporcionadas al estado y pronóstico del paciente y que pueden además suponer perjuicios o molestias, y ofrecer el soporte necesario para mantener una vida digna hasta el final con hidratación, analgesia y evitando el ahogamiento”.

En todo caso, asegura Joya, “como médicos nuestro deber profesional y moral es cuidar de nuestros pacientes procurando en cada momento aplicar los medios necesarios para que estos vivan dignamente... Nuestra profesión ha de procurar prevenir la enfermedad, curarla cuando esta aparece y, si esto no es posible, paliar sus efectos buscando siempre el bien del enfermo”.

En conferencia de prensa este jueves en Madrid, el portavoz de la Conferencia Episcopal Española, José María Gil Tamayo, se refirió al tema y dijo que comparte el sufrimiento de los padres de Andrea y que no duda que “quieran lo mejor para su hija, en medio de un grandísimo sufrimiento”, pero ha insistido en que “no hay compasión que lleve a la muerte, sino que ésta siempre lleva a la vida”.

Por eso les ha pedido que escuchen “el consejo de los expertos de los comités éticos y deontológicos y también de los facultativos que tienen los datos y que con el código deontológico médico tienen el deber de la curación o mejoría del paciente siempre que sea posible”.

“Cuando no sea posible la mejoría del paciente, permanece para los médicos la obligación de aplicar las medidas para conseguir el bienestar del enfermo aunque de ello pudiera derivarse el acortamiento de la vida, pero nunca podrá terminar con la vida de una manera directa”, concluyó.

El sacerdote recordó además el texto de los obispos españoles que puede iluminar este tema titulado 100 cuestiones de la iglesia sobre la defensa de la vida y la actitud de los católicos.