Bélgica tiene la ley de eutanasia más permisiva del mundo: una de cada veinte muertes es deliberada. El suicidio se está convirtiendo en una obligación moral en una cultura que promociona la eutanasia como una salida digna que ofrece alivio a los cuidadores.
 
El 17 de enero de 2015 la PBS emitió un escalofriante documental sobre el suicidio asistido de una mujer belga de treinta y cuatro años, sana, que sufría de depresión.

La filmación empieza con imágenes de Eva en pantalones de chandal y camiseta, acariciando a su cariñoso Labrador mientras da la bienvenida al dinámico Dr. Van Hoey. “Acabemos con esto”, dice Eva mientras se sienta en su patio. “Estoy deseando descansar”. Eva se despide de su hermano y cuñada, que no quieren presenciar su muerte.

Se tumba en el sofá de su salón y se levanta la manga para recibir las inyecciones. La primera inyección del Dr. Van Hoey le induce el sueño. La segunda la mata.

Matar es "íntimo y hermoso"... y te acostumbras

“El vínculo entre el paciente y el médico se vuelve tan fuerte que cuando llega el momento de la eutanasia es muy duro”, dice Van Hoey. “Es tan personal, íntimo y hermoso…”.

Pero Van Hoey dice también que ha administrado más de cien dosis letales en los últimos doce años y que puede hablar con distancia: “Estoy bastante acostumbrado a ello”, dice. Y añade: “Es parte de mi trabajo”.
 
En Bélgica, para poder solicitar la eutanasia una persona debe sufrir una enfermedad física o mental aguda e “incurable”. Las encuestas demuestran que en el país hay un amplio apoyo a la eutanasia y que el número de casos ha aumentado ininterrumpidamente cada año desde que fue legalizada en 2003.  En 2003 los casos de eutanasia fueron 235; en 2013, 1.816.

Uno de cada veinte fallecimientos en Bélgica es por eutanasia. En 2014, Bélgica se convirtió en el primer país del mundo en legalizar la eutanasia para niños. Si actualmente pides recibir la eutanasia, tres de cada cuatro solicitudes son aceptadas. 

La mayoría de los pacientes que la reciben tiene cáncer terminal; pero hay gente que también es "eutanasiada" por autismo, anorexia, trastornos límites de la personalidad, síndrome de fatiga crónica y depresión.
 

Matar a la madre sana sin avisar a los hijos

Tom Mortier, un profesor de química de la Universidad de Lovaina, pasó a oponerse a la eutanasia tras el suicidio asistido de su madre de sesenta y cuatro años.

En abril de 2012, Mortier se quedó traumatizado cuando el Hospital Universitario de Bruselas le llamó para informarle de que su madre, Godelieve De Troyer, había muerto por eutanasia el día anterior. El hospital quería que retirara su cuerpo de la morgue. “Aún sigo intentado entender cómo es posible que se practique la eutanasia en gente físicamente sana sin tan siquiera contactar a los hijos”, dijo Mortier.     
 
De Troyer sufrió una depresión tras el fracaso de una relación amorosa y pidió al médico que no contactara a sus hijos. El psiquiatra de De Troyer pensaba que su depresión podía tratarse y se negó a ayudarla a morir, por lo que ella se fue de “eutanasia shopping,” buscando un psiquiatra que quisiera autorizar el procedimiento. El Dr. Wim Distelmans, un oncólogo, fue quien le administró la inyección letal.
 
Tras la muerte de su madre, Mortir denunció al Dr. Distelmans ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. También publicó una serie de artículos en los que exponía otros casos moralmente cuestionables en los que estaba implicado el Dr. Distelmans.


Sentirse deprimido es causa suficiente para pedir y obtener la eutanasia en Bélgica... despreciando el hecho de que los estadios de ánimo y de salud cambian

Matar a dos gemelos porque se estaban quedando ciegos

En enero de 2013, el Dr. Distelmans "eutanasió" a Marc y Eddy Verbessem, gemelos de cuarenta y cinco años, ambos sordos, que vivían juntos en la ciudad de Putte, donde trabajaban como zapateros. Los habitantes declararon que se podía ver a menudo a ambos hermanos hablando animadamente en el lenguaje de los signos. Los gemelos no tenían ninguna enfermedad terminal y tampoco sufrían físicamente, pero no podían soportar el hecho de que se estaban quedando ciegos.

“No había otra solución”, dijo el Dr. Distelmans. “Querían… ser independientes y al quedarse ciegos la independencia ya no era posible”.

El deseo de autonomía es la razón que se cita con más frecuencia como motivo para pedir la eutanasia.

Si no está feliz con su cambio de sexo, le ayudamos a suicidarse

En febrero de 2013, el Dr. Distelmans administró la eutanasia a una mujer sana de cuarenta y cuatro años que sufría de anorexia nerviosa. En septiembre de 2013, el Dr. Distelmans "eutanasió" a Nathan (nacido Nancy) Verhelst, una persona transgénero infeliz con el resultado de su operación de cambio de sexo.

Especialmente frustrante para el Dr. Mortier es el hecho de que en Bélgica los dieciséis miembros de la Comisión Federal de Control y Evaluación, que se supone tiene que proteger a la gente de los abusos, está dirigida por el Dr. Distelmans. Desde 2003 ha revisado 8.000 casos... y ninguno ha sido remitido a la fiscalía.
 

Instigación emocional al suicidio

Según Mortier, la eutanasia en Bélgica ha pasado de ser una opción médica a ser una ideología.
Fundamentalistas humanistas… describen la eutanasia como el último acto de autodeterminación.

Se está promocionando la eutanasia como una manera bonita y positiva de morir y los médicos están trasplantando los órganos de las personas que mueren por este procedimiento. Dicen que esto da significado a sus vidas.
 
Los órganos de los pacientes fallecidos por eutanasia empezaron a recogerse en 2008. Este procedimiento se describió en la revista Transplant International. “[La donación de órganos tras la muerte] puede aumentar el número de órganos que se pueden trasplantar y puede proporcionar algo de consuelo al donante y a su familia”.

"Yo no valgo nada, mis órganos sí"

Wesley Smith, un especialista del Center for Bioethics and Culture, advierte que el binomio donación de órganos-eutanasia instiga emocionalmente al suicidio, sobre todo en personas que se sienten culturalmente subestimadas y deprimidas y que tal vez sienten que son un peso para sus seres queridos. “Personas con un estado mental de sufrimiento podrían fácilmente pensar que solicitar la eutanasia y donar los órganos puede dar un sentido a sus muertes que sus vidas nunca han tenido”, escribe Smith.

Los gobiernos y los sistemas de salud pública tienen un enorme interés económico en interrumpir la vida de la población vulnerable; conseguir órganos de pacientes "eutanasiados" es un incentivo añadido.


Ben Mattlin es escritor y un ejemplo de superación
que señala la pendiente más que resbaladiza
de la eutanasia y el suicidio asistido


Cómo coaccionar suave pero eficazmente

Ben Mattlin, que nació con atrofia muscular espinal, escribe lo fácil que es que el suicidio se convierta en una obligación en una cultura donde la eutanasia está promovida como una salida digna. Mattlin define "la frontera entre coacción y libre elección" como una frontera fina y porosa.

“¡Qué fácil es que alguien te influya sin darte cuenta para que te sientas subestimado y sin esperanza, presionándote suavemente pero con determinación … para aligerar a los otros de tu carga”, escribe Mattlin.

Para gente marginada socialmente hay muchas fuerzas sutiles -como la mirada de agotamiento en los ojos de la persona amada, o el modo de suspirar de los cuidadores y amigos en tu presencia- que pueden enviar al más alegre de los optimistas a la más negra de las depresiones. “Si nadie te quiere en la fiesta, ¿por qué tienes que quedarte?”, pregunta Mattlin. 
 

Un sufrimiento fecundo y con sentido

Los que se oponen a la eutanasia argumentan que hay mucho más en la vida que alcanzar la felicidad. La vida es también un campo de entrenamiento para el espíritu humano en el cual el sufrimiento enriquece nuestra personalidad y proporciona sabiduría y compasión.

Alison Davis -que guió una campaña mundial contra la legalización de la eutanasia- es un ejemplo inspirador e instructivo de ello. Davis nació en Bolton, Inglaterra, en 1955 con espina bífida e hidrocefalia. Posteriormente desarrolló enfisema, osteoporosis y artritis. Confinada en una silla de ruedas desde que tenía catorce años de edad, necesitaba cuidados continuos y sufría dolor espinal severo a diario.


Alison Davis intentó suicidarse en 1985 pero sus amigos salvaron su vida... ella se enfadó, pero después llegaron sus mejores años, ayudó a muchas personas y recibió mucho amor; murió en 2013

En 1985, tras un matrimonio fracasado, intentó suicidarse. Unos amigos la encontraron a tiempo y sobrevivió.

“Estaba muy enfadada con mis amigos por haber empezado las maniobras de auxilio para salvarme la vida”, escribió Davis. Si la eutanasia en ese momento hubiera sido una opción legal, ella la habría pedido.
 
Su conversión al catolicismo en 1991 y su posterior implicación en obras de caridad la convencieron de que su vida valía la pena ser vivida.

Durante una peregrinación a Lourdes, Davis aprendió que ella y los otros enfermos eran "muy amados por Dios en sus sufrimientos". Llegó a creer que compartir los sufrimientos de Cristo era el mayor privilegio del mundo.

Durante los años 90 Davis entabló amistad con un prisionero del corredor de la muerte americano, Sammie Felder, culpable de haber asesinado a la persona minusválida a la que cuidaba. En diciembre de 1999 fue a Texas para presenciar la ejecución de Felder.
 
En 1995, Davis viajó a la India con Colin Harte, su compañero devoto y cuidador. Juntos fundaron Enable, una obra para niños minusválidos en el Sur de la India. En 2001 abrieron un hogar con su nombre. 

Davis escribió: "Muchos de los niños tienen un grado de minusvalía tan grave que apenas pueden arrastrarse por el polvo. Sus familias no los quieren, no los aman, pero es verdad si digo que ellos salvaron mi vida. Me abrazaron y me amaron y mientras jugaba con ellos me di cuenta de repente de que les amaba total e intensamente, como si hubieran sido mis propios hijos. Cuando nos fuimos, le dije a Colin: ´Creo que quiero vivir´".
 
Davis escribió que una muerte prematura le habría robado los mejores años de su vida. Y probablemente habría robado a muchos niños indios las posibilidades en la vida que ella les pudo dar.
 
Alison Davis murió en 2013. Poco después de su muerte, Colin Harte escribió: "La Iglesia proporciona una bella y profunda enseñanza sobre el sufrimiento… La vida de intenso sufrimiento físico, social, emocional, mental y espiritual de Alison es un testimonio excepcional del privilegio y dignidad que supone sufrir en unión con Cristo".
 

¿Un triunfo humanista?

En Bélgica, la eutanasia es a menudo descrita como una triunfo humanista sobre el pasado católico y patriarcal del país.

Jan Bernheim, profesor de medicina en la Universidad Libre de Bruselas, ve la eutanasia como una filosofía de autonomía según la cual la gente mejora las condiciones objetivas para la felicidad.

“Hay una flecha evolutiva que va hacia adelante reduciendo el sufrimiento y maximizando el placer”, escribió Bernheim.

El filósofo belga Etienne Vermeersch escribe que los esfuerzos de Bélgica por aumentar el almacenamiento de felicidad humana y disminuir el sufrimiento sitúa al país "éticamente, en la cima del mundo".
 
Tras el suicidio de dos amigos íntimos, Jennifer Hecht escribió Stay: A History of Suicide para refutar estas visiones tan llenas de glamour sobre el suicidio. Hecht admite que la insistencia de la Ilustración sobre los derechos del individuo deslegitimó la prohibición teológica contra el suicidio, pero cree que esta prohibición pude ser recuperada de una forma secularizada.

El suicidio asistido daña a la sociedad y es contagioso

Hecht desarrolla dos argumentos contra la racionalización laica del suicidio. Primero, el suicidio no es sólo un acto de autonomía individual. El suicidio destroza a las familias y lleva a más suicidios.

Si un progenitor comete suicidio, sus hijos tienen tres posibilidades más de hacer esto en un determinado momento de sus vidas. Según estudios epidemiológicos, siempre hay un aumento de suicidios en una comunidad cuando una persona comete suicidio. En el mes siguiente al suicidio de Marilyn Monroe, los suicidios en los Estados Unidos aumentaron un 12 por ciento. 

Jennifer Hecht concluye que "el suicidio es homicidio… Cuando te quitas la vida, normalizas el suicidio para las personas a las que gustabas y que son como tú". 
 
Segundo, el suicidio es un crimen contra nosotros mismos en el futuro. Se basa en la falsa suposición de que un temperamento depresivo es permanente. Un estudio realizado sobre 515 personas a las que se había disuadido de saltar desde el Puente Golden Gate demostró que sólo el 6 por ciento había ido a cometer suicidio. Otros estudios han demostrado que la mayor parte de la gente que intenta suicidarse y ha fracasado en su intento está contenta de estar viva.

“Ninguno de nosotros sabe qué significado tenemos para otras personas y ninguno de nosotros sabe lo que nuestro futuro yo experimentará”, escribe Hecht. Por lo tanto, es moralmente imperativo que “demos testimonio del lado oscuro de ser humanos y la valentía que conlleva, mientras esperamos la luz del día”.

Robert Carle es profesor de teología en el The King’s College de Manhattan. Dr. Carle contribuye con sus escritos en 
SocietyHuman Rights ReviewPublic DiscourseAcademic QuestionsTouchstoneThe Federalist y reason.com.
 
(Publicado en The Public Discourse, traducción de Helena Faccia Serrano, Alcalá de Henares)