El Senado de California aprobó este viernes que sea legal prescribir sustancias y dosis mortales a "enfermos terminales que lo soliciten conscientemente y que tengan un pronóstico de menos de seis meses de vida".

La norma ni siquiera pide que haya un dolor extremo o insoportable: basta con pedirlo y que un papel firmado por algún médico vaticine que el enfermo morirá antes de medio año.


Jerry Brown, el gobernador de California, es católico y
aún no ha firmado la ley de ayudar a suicidarse a enfermos


La norma aún no es ley, porque falta la firma del gobernador, Jerry Brown, un católico con fama de ser persona religiosa, ya que fue seminarista jesuita en su juventud. Es un político que en temas morales no suele pronunciarse en público y en estos meses de debate no ha dejado entrever ningún indicio sobre su postura respecto a la ley.

Ha de pronunciarse antes de 12 días y podría vetar la ley... y coincide con la visita del Papa Francisco que llega el 22 de septiembre a EEUU.

Si firma, la poblada y rica California se sumará a los otros cuatro estados, más pequeños, que permiten ayudar a los enfermos a suicidarse: Oregón, Washington, Montana y Vermont.


Hace un año ni los parlamentarios ni la población de California habrían aceptado una ley que permite matar enfermos simplemente porque lo piden en previsión de una vida corta. De hecho, California ya dos veces había rechazado regular el suicidio asistido, la última vez en 2007.

Pero los lobbies pro-eutanasia (pro-suicidio en este caso) recurrieron a la táctica habitual de explotar un caso personal desde un punto de vista emocional: el caso de la joven Brittany Maynard.


Los detalles emotivos se publicaron con profusión: con 29 años, se acababa de casar y quería tener hijos. En enero de 2014 le diagnosticaron una forma de cáncer agresiva e incurable en el cerebro. Los médicos le dijeron que viviría un año. Ella quería suicidarse, y quería hacerlo con ayuda de profesionales.

El lobby pro-suicidio Compassion&Choices grabó y difundió los vídeos de Brittany: en ellos expresaba su voluntad de matarse, pero también sus dudas... Se quejaba de tener que viajar a otro estado para poder suicidarse. Se suicidió el 1 de noviembre en Oregón tomándose un veneno que un médico le preparó legalmente.


Dos legisladores californianos aprovecharon la emotividad del caso para llevar el suicidio asistido al parlamento por tercera vez. En el proceso se han añadido algunas enmiendas: por ejemplo, la prescripción del veneno que da el médico caduca en 10 días.

Otro ejemplo: el médico consultará con el paciente en privado. En teoría, así los pacientes ansiosos por heredar o librarse del enfermo no presionarán tanto.

Pero en la práctica nada impide a un médico especializarse en "convencer" a pacientes en acabar cuanto antes con esa famosa frase: "piensa en tu familia, no los hagas sufrir".