El Periódico de Catalunya es una publicación cercana a los ámbitos socialistas catalanes, y poco dada a dar difusión a testimonios provida. Por eso, la historia que contaba este pasado domingo 6 de enero con el testimonio de la cubana Niurka Mena, afincada hoy en Cataluña, es aún más notoria.

Niurka Mena nació en Sagua la Grande, Cuba, en 1973 y llegó a Barcelona desde Cuba en 2006.

"¡Mi hijo Jordi ha sido una completa bendición! ¡No lo cambiaría por ningún otro niño del mundo!", dice hoy.

Pero si en las pruebas prenatales le hubieran dicho que el niño tendría síndrome de Down, probablemente lo habría abortado.

"A día de hoy, hasta le doy las gracias a la matrona por no hacerme la amniocentesis. Porque si me hubiera dicho que el niño tenía síndrome de Down... no lo sé, pero con la falta de información que tenía, creo que no lo hubiera tenido. Así que le doy las gracias, porque cuando tuve esa cosita en mis manos... era incapaz de separarme de ella", explica Niurka.

La ley española permite matar a los bebés down

En España, desde la reforma del aborto que legisló el Gobierno socialista de Rodríguez Zapatero, cualquier embarazada puede abortar sin alegar causa alguna en las 14 primeras semanas de gestación o sin límite de tiempo "cuando se detecte en el feto una enfermedad extremadamente grave e incurable". Así, en España, un bebé con trisomía 21 (síndrome de Down) puede matarse legalmente en cualquier momento de su gestación, siempre que se haga antes de que nazca.

Se calcula que los médicos abortistas en España matan a 9 de cada 10 fetos con esta enfermedad. 

(Lea aquí las 4 fases para presionar a la embarazada para que aborte al bebé con trisomía 21)

El ejemplo de Niurka es el de una historia de mil obstáculos difíciles que ella ha logrado superar para ser la madre valiente, firme y alegre que es hoy. Ha superado la soledad, la falta de información, la depresión... y se ha aferrado a su bebé.

Dejó Cuba porque el padre del bebé, un catalán al que había conocido en Cuba, le había conseguido un trabajo de asistenta del hogar en Sant Cugat. "Nos separamos a los 5 meses del embarazo. Aunque él estuvo pendiente de ciertas cosas, yo me sentí muy sola", explica.

En Cuba no se educa sobre el síndrome de Down

Una vez en Cataluña, "al pedir la amniocentesis, pues es algo rutinario en Cuba, la matrona me dijo que no hacía falta porque todo estaba bien. Al nacer, tras la cesárea y la incubadora, me dijeron que el crío tenía síndrome de Down. Se me cayó el mundo encima. No entendía nada, estaba sola y apenas sabía lo que era el síndrome de Down. En Cuba, la gente lo esconde mucho; yo jamás había tenido a una persona así cerca. No paraba de preguntarme: '¿por qué a mí?'"

No sólo le impactó la sorpresa, sino su absoluto desconocimiento de todo lo ligado al síndrome de Down.

"Estuve 3-4 años con mucha depresión y estrés, cosas que tampoco conocía porque en Cuba no se viven. Ahora bien, cuando la doctora me estaba explicando... yo le dije: "Mire. Yo no sé cómo lo voy a criar, pero lo único que sé es que amor no le va a faltar al niño".

¿Hay que castigar al médico que salva la vida de un bebé? Cristiano Ronaldo nació -y enriqueció a su familia- porque el médico no hizo caso a su madre que quería abortarlo (como explicamos aquí en ReL).

"Mis amigos incluso me dijeron que demandara a la matrona que no me hizo la amniocentesis, pero yo pensé: "¿Qué voy a ganar yo si mi hijo va a seguir igual?" No lo hice, pero sí la fui a ver, y, cuando se lo expliqué, la señora se puso a llorar y me pidió perdón", recuerda Niurka.

"A día de hoy, hasta le doy las gracias a la matrona por no hacerme la amniocentesis. Porque si me hubiera dicho que el niño tenía síndrome de Down... no lo sé, pero con la falta de información que tenía, creo que no lo hubiera tenido. Así que le doy las gracias, porque cuando tuve esa cosita en mis manos... era incapaz de separarme de ella", añade.

Vencer la depresión

¿Cómo salió de la depresión? Saliendo de sí misma, mirando alrededor, a otras historias de dolor.

"Hubo un momento concreto: cuando fuimos al Hospital Sant Joan de Déu para operar al niño de la manita, pues había nacido con un dedito de más. Allí vi tantas enfermedades y madres que nunca habían podido llevarse a sus hijos a casa... que mi forma de pensar empezó a cambiar. Salí del hospital que ufff... como nueva y diciendo lo mismo que digo hoy: ¡Mi hijo Jordi ha sido una completa bendición! ¡No lo cambiaría por ningún otro niño del mundo!"

Hoy el niño tiene 10 años. Ella está encantada. "Es un niño más que especial por su forma de llegar a las personas; tiene un toque de sentimiento diferente. Es una bendición que me ha mandado la vida para no estar sola, para sentirme con vida aquí. Siempre me han encantado los niños, pero esto me marcó tanto que me quedé con ganas de tener más".

Hoy trabaja como asistenta del hogar en una casa y también cuida a jesuitas ancianos en el Centre Borja de Sant Cugat, "trabajo que disfruto y que también me ha cambiado la vida". Y asegura sobre su hijo: "él siempre está ahí, incluso para secarme las lágrimas".