España abunda en leyes excepcionales para combatir la discriminación a ciertos colectivos sexuales y el maltrato a las mujeres (sin demasiado éxito según las cifras), pero en cambio ignora el maltrato a los ancianos que tiene una dimensión considerable como muestra un reciente estudio. 

Un 12% de los ancianos en España declararía sentirse víctima de maltratos físicos o psíquicos: la mitad de ellos, son víctimas de su pareja; una cuarta parte son víctimas de sus hijos. 

La profesora adjunta del Departamento de Psicología de la Universidad CEU San Pablo Gema Pérez-Rojo, ha participado en un estudio –financiado por el Instituto de Mayores y Servicios Sociales (IMSERSO) y recientemente publicado en la revista científica Medicina Clínica– sobre la prevalencia de malos tratos en personas mayores.

La investigación, conducida por María Izal (Universidad Autónoma de Madrid) y en la que han participado además Pilar Regato (Centro de Atención Primaria Delicias y El Palo) y Juan Manuel Espinosa (Centro de Atención Primaria El Palo), entre otros, ha ofrecido unos sorprendentes resultados. 


Tras el análisis de los resultados obtenidos se encontró que la prevalencia de malos tratos obtenida para la muestra total es del 12,1%.

Además, se observa que el tipo más frecuente de malos tratos es el psicológico (11,5%), seguido del maltrato físico y sexual (2,95%), siendo menos frecuentes la negligencia (2,07%) y el abuso económico (1,11%).

También se ha descubierto la presencia de malos tratos de forma simultánea, siendo la combinación más frecuente el psicológico y el maltrato físico y sexual (22%).

Los análisis realizados también revelaron características del responsable de los malos tratos.


Se observó que el responsable más frecuente es la pareja (51,2%: 72,7% varones y 27,3% mujeres), seguido de los hijos (25,6%: 70% mujeres y 30% varones), desconocido (14%), hermano (7%) o un vecino (2,3%).

En cuanto a la relación de parentesco del responsable de los malos tratos con la víctima, teniendo en cuenta los diferentes tipos de malos tratos, se encuentra que, en el caso de maltrato psicológico, el responsable más frecuente es la pareja (56,8%) seguido de los hijos (27%).

Respecto al maltrato físico y sexual, nuevamente el responsable de maltrato más frecuente es la pareja (50% de los casos), seguido de los hijos (31,3%).

Por lo que se refiere al abuso económico, se mantiene el mismo patrón en cuanto a frecuencia (pareja 62,5%; hijos 12,5%).

Sin embargo, esta tendencia cambia cuando se trata de negligencia, siendo los responsables más frecuentemente los hijos (50%) en lugar de la pareja (33,3%).


En referencia a la detección de los malos tratos, se encuentran diferencias en el nivel de prevalencia encontrado en función del tipo de centro desde el que se evalúa, siendo la prevalencia de maltrato obtenida en centros de Servicios Sociales (13,1%; n = 30) algo superior a la encontrada en Atención Primaria (10,1%; n = 11), aunque esta diferencia no es estadísticamente significativa.

También se analizó la distribución de la prevalencia de malos tratos en función del tipo concreto del mismo y del ámbito en el que fue recogida la información. Se detectó una mayor prevalencia para cualquiera de los tipos de malos tratos cuando se evalúa desde los centros de Servicios Sociales, a excepción de la negligencia, cuya prevalencia es mayor al realizarse la evaluación en Atención Primaria.

De acuerdo con el equipo investigador, las causas de los malos tratos a personas mayores suelen estar asociadas con el estrés. La dependencia y la ayuda constante de otra persona para realizar actividades de la vida diaria (AVD) pueden generar una situación de inquietud en el cuidador y, a su vez, favorecer el maltrato o la negligencia.


Para el desarrollo del proyecto investigador se realizó un estudio transversal que duró un año en centros de Atención Primaria y Servicios Sociales de Madrid, Málaga y San Sebastián para ofrecer una mayor representatividad de la muestra.

Los profesionales de estos centros, dentro de su rutina de trabajo cotidiana, seleccionaban al azar a personas mayores que acudían a estos centros como posibles participantes en el estudio. Se descartó la presencia de deterioro cognitivo a través de la aplicación del MEC (un mini-examen cognoscitivo para detectar deterioro cognitivo), considerando una puntuación inferior a 24 indicativa de deterioro cognitivo.

En el estudio participaron 338 personas mayores que acudían a centros de Servicios Sociales o Atención Primaria (134 varones [39,6%] y 204 mujeres [60,4%]), reclutados durante el año 2007-2008, con una edad media de 74,54 años. Intervinieron un total de 10 centros de Atención Primaria (6 en Madrid y 4 en Málaga) y 9 de Servicios Sociales (2 en Madrid, 3 en Málaga y 4 en San Sebastián).

El estudio se realizó en dos fases: en una primera fase médicos/as y psicólogas aplicaron el Índice de Sospecha de Malos tratos hacia las Personas Mayores (Elder Abuse Suspicion Index, EASI), mientras en la segunda fase psicólogas y trabajadoras sociales aplicaron a la misma muestra el Formulario de Evaluación de Trabajo Social (FETS).

En ambas fases, el objetivo era identificar casos de sospecha de malos tratos informados tanto por la propia persona mayor, como por el profesional que les evaluaba. Los cuestionarios fueron administrados en formato de entrevista estandarizada, individual y privada y solo en un 1% de los casos la entrevista se realizó en presencia del acompañante. A fin de ofrecer unos criterios de evaluación unificados, se optó por una formación específica de los evaluadores para que los resultados no fueran alterados por criterios subjetivos.

Considerado como un «fenómeno iceberg» por el desconocimiento general que existe alrededor de esta realidad, los malos tratos hacia las personas de edad es una de las problemáticas sociales, familiares y científicas que más desconocimiento sufre. Esto se debe, sobre todo, a la carencia de una definición universal y a la propia existencia de barreras que dificultan la detección de los posibles casos.