Con 18 años, Debbie Capen quedó embarazada. Su caso es representativo de cómo una joven, sin estar a favor del aborto, acudió convencida de que era la única opción. Treinta años después, Capen no solo es un auténtico bastión contra el aborto, sino también una muestra de lucha incansable para derrumbar los grandes mitos que sus partidarios difunden en todo el mundo. "De haber tenido un salvavidas", explica arrepentida a Charlotte Observer, su vida sería otra: hoy, se dedica por entero a salvar a miles de familias y niños.

Cuando Debbie supo que esperaba un hijo en 1992, era una joven estudiante universitaria de segundo curso en Charlotte (Estados Unidos).

"No tenía planes para casarme con mi novio y mi madre, viuda, vivía estresada solo para poder pagarme la universidad. Nunca olvidaré el miedo que sentí, simplemente no podía imaginar cómo criar un niño en ese momento", menciona.

Nadie la ayudó: "Cuando le dije a la doctora de la universidad que estaba pensando en terminar con todo, ella no habló sobre las otras opciones que podrían ayudarme a buscar otro camino. Solo me dijo que buscara la palabra `aborto´ en las páginas amarillas".

No solo recuerda el aborto como algo "terrible". También constata que el aparente "alivio inmediato" estuvo cerca de convencerla de que el aborto era una opción válida y necesaria.

"Las náuseas se habían ido y podía reanudar mi vida normal en la universidad con el futuro que soñaba. Me convertí en pro-elección -favorable al aborto-, porque era la prueba de que las mujeres necesitaban esta opción para poder ser libres y autosuficientes", explica.

Todo parecía ir bien, pero llegó el síndrome

Con una carrera en Márketing, bienes inmobiliarios y a punto de casarse, a los 25 años Debbie parecía "tenerlo todo".

Pero pronto comenzó a ser consciente de que algo iba mal.

"Tenía un nudo en el estómago y sentí una profunda tristeza. Hay quien dice que el síndrome posaborto no existe, pero discrepo. Mis sentimientos llegaron a un punto crítico cuando me encontré llorando en el suelo del baño y me di cuenta de que no había elegido el aborto: lo hice porque sentí que no tenía otra opción", recuerda.

Desde entonces, empezó a conocer historias de mujeres embarazadas que, como ella, pensaron "no tener otra opción", algunas por miedo, pero muchas otras por desconocimiento.

Fue así como, a través de Catholic Charities, decidió dedicar su vida a ayudar a mujeres en su misma situación, "a conocer otras soluciones y recursos que despejan el camino como la adopción, el asesoramiento o el alojamiento, una gama de múltiples servicios para acompañar a las mujeres a acoger y cuidar a su hijo".

Un camino milagroso

El asesoramiento no fue su última parada en la lucha por el perdón, la vida y el fin del aborto. "Mi trabajo me llevó a MiraVia, un programa católico de apoyo al embarazo que incluye una residencia [universitaria]. Es un lugar donde pueden vivir mujeres de cualquier religión o universidad mientras reciben el apoyo desde su embarazo hasta que su hijo cumpla dos años", menciona.

El proyecto nació en 1994 de la mano de voluntarios y con el apoyo del obispo William Curlin y del sacerdote Conrad Kimbrough, en pleno síndrome posaborto de Debbie. La misión inicial del entonces Room At The Inn era, según explican en su página web, "ofrecer servicios residenciales sin coste a mujeres embarazadas y sus hijos", pero pronto comenzaron a ampliar su oferta de ayuda, siempre desde la caridad propia de la Iglesia.

En 1994 nació lo que hoy es conocido como MiraVia, el "camino milagroso" que ha ayudado a miles de madres e hijos y les ha mostrado el sinsentido de los argumentos proaborto. En la imagen, una voluntaria de la iniciativa acompañando a niños salvados del aborto. 

En el año 2003 comenzaron la expansión de sus instalaciones para aumentar la capacidad de madres y niños y un año después empezaron a brindar servicios asistenciales a madres que, sin necesitar un hogar, precisasen de apoyo, asesoramiento y ayuda material. En 2005, Room at the Inn albergaba a más de 400 madres y amplió sus sedes en Charlotte.

Desde entonces, comenzaron a atender no solo a mujeres embarazadas, sino también a madres que habiendo tenido a sus hijos, necesitasen apoyo y supervisión durante los dos primeros años de vida de su hijo.

En 2013, la institución cambió su nombre por el de MiraVia -que significa Camino Milagroso- y la primera madre que alojaron en la residencia de Belmont Abbey College dio a luz a su hijo en perfectas condiciones.

Sería en 2016, mientras Debbie colaboraba en Catholic Charities, cuando le ofrecieron ocupar el cargo de Directora Ejecutiva del proyecto que ocupa hasta la actualidad, ayudando a miles de familias.

MiraVia es conocido por voluntarios, madres y simpatizantes como un camino milagroso que no solo rescata a miles de niños: también ayuda a sus madres a educarlos, criarlos y desarrollar nuevas competencias para prosperar económicamente. 

"Un camino diferente" que ha salvado a miles de niños

Desde sus orígenes, MiraVia ha proporcionado asistencia a cerca de 10.500 mujeres y niños. Entre los servicios que ofrece actualmente el proyecto, destaca el alojamiento y comida gratis para las madres y sus hijos, la asistencia de profesionales 24 horas al día, útiles para el cuidado de los niños y clases para las madres sobre salud, adopción, cocina, educación, finanzas y enseñanza religiosa, entre otros aspectos.

"MiraVia es solo un recurso para ayudar a las madres a elegir la vida. Si hubiera encontrado uno de estos salvavidas, podría haber elegido un camino diferente cuando tuve 18 años", menciona Debbie.

Desde su nombramiento, la dirigente provida también se dedica a visitar las universidades para transmitir su mensaje de esperanza para madres embarazadas, que continua mientras que Roe vs Wade, la sentencia que legalizó el aborto en los Estados Unidos, podría ser revocada por la Corte Suprema.

"Aunque la decisión no acabará con el debate sobre el aborto, rezo por el bien de las mujeres jóvenes y vulnerables para que podamos estar de acuerdo en una cosa: las mujeres que enfrentan embarazos difíciles merecen saber que existen recursos más allá del aborto disponible para ayudarlas", concluye.