Blanca López tiene 37 años y está embarazada de su noveno hijo. Casada con Juan Vicent desde hace 12 años, esta malagueña trabaja como enfermera en el Hospital Materno Infantil de Málaga y en el Centro de Acogida Municipal, y en una entrevista con la Diócesis de Málaga explica desde su propia experiencia la maravilla de la maternidad.

Preguntada sobre si una mujer se siente madre desde el mismo momento en que se queda embarazada, Blanca afirma convencida que así aunque no se pretenda.

“El instinto de protección es innato y ya estás siempre pensando en el bebé: qué debes o no debes comer, expectantes a las ecografías, cuándo nacerá, cómo organizar la casa, qué cositas va a necesitar y, cuando te relajas y piensas que hay una vida dentro de ti, es un vivencia única, superior a nosotros, porque no lo controlas. Tu bebé crece a pesar de todo a su alrededor, lo que opinen los demás y los sucesos mundiales. La vida no tiene freno”, explica.

Pese a ser madre de una familia muy numerosa, cada embarazo es único e irrepetible, aunque hay momentos extraordinarios que se repiten con cada hijo. De este modo, destaca el momento en que llega el positivo del embarazo. Según ella, cambia la vida, porque “aunque a veces puede que no siga adelante, ya has concebido”.

Dios te da la posibilidad de ser madre. Es algo que tantas veces no se puede explicar. El mero hecho de vivir en la sociedad actual lo considero un privilegio. Y otro momento especial para mí es la ‘eco 20’, la ecografía que hacen a las 20 semanas de gestación, donde te explican paso a paso cómo está el bebé formado ya detalladamente y me maravilla cómo sucede hijo tras hijo. Por supuesto, no puedo dejar de mencionar el parto, pero ese culmen tendría para otra entrevista, es un momento inigualable en la vida”, añade Blanca.

Vivir los embarazos "descansando en Dios"

Por otro lado, esta joven madre asegura que siempre vive los embarazos “descansado en Dios”. Físicamente -reconoce esta mujer- tras tantos embarazos es complicado. Pero en el aspecto emocional asegura estar “encantada de la vida, en los dos sentidos de la palabra”.

Blanca explica: “Siempre se me hacen demasiado largos, ¡y también a los niños que están deseando conocer a su nuevo hermano o hermana! Es una sensación en la que se mezclan la necesidad de conocer a tu bebé y a la vez los nervios porque todo se revoluciona cuando llega un nuevo miembro de la familia. También me acuerdo continuamente de los amigos que aún no han tenido hijos o de las mujeres que deciden pararlo por circunstancias tantas veces ajenas a ellas".

Por último, Blanca reconoce que sin su marido nada de esto podría ser posible. “Para él, el embarazo es un acompañamiento a cada paso. Según pasan los días y aumenta mi dificultad de movimiento y anímica, él va tomando protagonismo. Así acoge la nueva vida desde la concepción, cuidándome a mí. Esta situación se hace plena cuando nace el bebé, cuando realmente puede tocarlo, sentirlo y verlo. Cuando tantas personas me preguntan cómo puedo, pues así puedo: con él y sostenida en la oración, mi familia extendida y mi comunidad parroquial".

"Para mí es un privilegio como mujer realizarme en la maternidad que saca todo mi potencial, pero también lo recibo como un don, un regalo”, concluye.