San Gaspar de Buffalo, presbítero fundador. 28 de diciembre.

Nació Gaspar en Roma el 6 de enero de 1786, y por ello fue bautizado con los nombres de Gaspar, Baltasar, Melchor, aunque siempre se le llamó por el primero. Su familia había venido a menos y su padre era el cocinero del príncipe Altieri. Gaspar fue desde niño muy piadoso y le gustaba asistir al catecismo y el mismo lo impartía a los niños más pobres siempre que podía. Se educó en el Colegio Romano, encomendado al clero diocesano, una vez que se expulsó a los jesuitas de él. 

En 1796 Gaspar comenzó sus estudios sacerdotales y comenzó a impartir catequesis populares a los campesinos. Subió al altar a ser ordenado presbítero el 31 de julio de 1808, pero poco después fue desterrado de Roma al manifestar públicamente su fidelidad al papa Pío VII, prisionero de Napoléon, que pretendía destruir al papado y a la Iglesia. Todos los sacerdotes que se mantuvieron fieles fueron desterrados. Gaspar fue a Piacenza, donde fue encarcelado y estuvo cuatro años en cárceles de Bologna y Rávena. En 1814, derrotado Napoleón, Gaspar pudo volver a la Ciudad Eterna, hallando una ciudad destruida y sobre todo, desmoralizada. La educación y la piedad faltaban, muchas iglesias vacías y presas de la suciedad y la rapiña, los jóvenes sin oficio ni ilusión… Así que se lanzó a lo más importante: reeducar a la juventud, para formar ciudadanos. Luego de una misión en Giano, viendo que solo no podía, reunió en torno a sí a sacerdotes que tuvieran celo misionero para predicar por la ciudad y por los pueblos. Donde hiciera falta. Con ellos fundó la Congregación de los Misioneros de la Preciosísima Sangre. El papa bendijo su fundación, aprobándola en 1815, y le socorrió material y espiritualmente, recomendando a los obispos hicieran lo mismo. 

Las fundaciones se multiplicaron, sobre todo en los peores barrios de la ciudad, y en los pueblos lejanos a Roma. Él mismo se fue a Nápoles, una ciudad peligrosísima, a la que el papa le rogó fuera a misionar y a llevar a Cristo a los que le habían dado la espalda. Fundó allí en medio de mil dificultades, pobreza, vejaciones y peligros. Solo el celo por el Evangelio le movía, y era lo que estimulaba en sus misioneros. Instrucción y piedad, lo mismo que daba a sus misionados, lo procuraba para sus religiosos. Poco a poco su ejemplo de oración, piedad, caridad y celo dieron sus frutos y las conversiones comenzaron a llegar. Gente que había abandonado la fe, mujeres de mala vida, jóvenes delincuentes. También predicó y escribió contra la masonería y sus peligros, ganándose numerosos enemigos por ello, pero nada le detuvo.

Fue un ferviente propagador de la Adoración Nocturna y la Adoración Perpetua. Esta devoción de la adoración perpetua y el espíritu misionero del santo inspiraron a Santa María de Mattias (20 de agosto) para fundar en 1834 a las Hermanas Adoratrices de la Sangre de Cristo, dedicadas a la oración y la educación de las niñas y las mujeres. Por supuesto, el santo fue muy devoto de la Preciosísima Sangre de Cristo, a la que consideraba bálsamo y bebida estimulante para el alma, remedio de los males del mundo. Y en esta devoción tuvo en el santo su consuelo: en una ocasión, mientras que celebraba la santa misa, después de la consagración vio descender del cielo una cadena de oro que, atravesando el cáliz con la Sangre del Señor, ataba su alma a Dios. No en balde cuando en 1849 el Beato Pío IX (7 de febrero) instituyó la Fiesta de la Preciosísima Sangre a 1 de julio, confió la extensión de su devoción a la Congregación. Y aunque fue suprimida en 1969, los Misioneros de la Preciosísima Sangre pueden seguir celebrándola.

La última misión del P. Gaspar fue en Roma, durante la epidemia de peste de 1836. De allí, intuyendo su cercana muerte, se retiró en Albano, para prepararse para el "dulce encuentro". El día de su amado San Francisco Javier (3 de diciembre) de 1837 regresó a Roma, donde recibió los Sacramentos el día 19, para fallecer el día 28 del mismo mes. En el momento de su muerte, San Vicente Pallotti (22 de enero) vio su alma subir al cielo en forma de una estrella. Muchísimos milagros ocurrieron por su intercesión, entre ellos la curación de San Pedro Julián Eymard (2 de agosto), quien le era muy devoto y se inspiró en él para fundar sus congregaciones de los Sacerdotes y las Esclavas del Santísimo Sacramento.

Fue beatificado el 18 de diciembre de 1904 por San Pío X (21 de agosto) y canonizado por Pio XII el 12 de junio de 1954. Sus reliquias se veneran en la iglesia romana de Santa María in Trivio.

Fuente:
-"San Gaspare del Bufalo. Apostolo delle Missioni al Popolo e Fondatore dei Missionari del Preziosissimo Sangue". MAXIMILIANO TARONI. Velar, 2013.

A 28 de diciembre además se celebra a 
San Convoyon, abad
La Traslación de Santa Juana de Lestonac.