San Ladislao I de Hungría, rey. 30 de junio y 29 de julio.

Fue hijo de Bela, hijo de Vazul, un príncipe opuesto al rey de Hungría, San Esteban I (16 de agosto y 2 de septiembre), y que fue mandado a cegar por la reina, la Beata Gisela (7 de mayo). Ante esto, los hijos de Vazul, Andrés, Bela y Leven, huyeron. Bela casó Riquilda, con la que tuvo varios hijos: entre ellos nuestro santo, que nació sobre 1045 en Polonia. En 1038 murió San Esteban, luego de largas luchas por defender el trono, como sus hijos Otón y San Emeric (4 de noviembre) habían fallecido, subió al trono Pedro Orseólo, sobrino de Esteban, que fue depuesto por su mal gobierno. Los hijos de Vazul entonces quedaron como herederos al trono, por lo cual, la mayoría de obispos y nobles quisieron que Andrés, hijo mayor de Vazul fuera coronado. Andrés subió al trono, prometiendo a su hermano Bela que a su muerte, el heredaría el trono, pues solo tenía hijas mujeres. Pero, sin embargo, en 1053 Andrés tuvo un hijo varón, llamado Salomón, al que Andrés mandó coronar como sucesor, obviando la promesa.

A la muerte de Andrés, no se permitió reinar a Salomón, muy joven aún, y el trono fue ocupado por Bela, como hermano siguiente a Andrés. El joven Salomón hubo de ser exiliado a Alemania, de donde volvió en 1063 con tropas para reclamar su reino. Así, Ladislao y sus hermanos Geza y Lampert tuvieron que salir de Hungría. El santo se fue a donde su primo el duque Boleslao II "el Temerario", que les ayudó a reclamar el reino frente a Salomón. Este, viéndose con poca posibilidad de hacer frente a los tres hijos de Bela, llegó a un acuerdo y les cedió parte del reino. Con altibajos, la relación entre todos fue buena en aras de mantener la estabilidad y la fuerza del reino húngaro, que tenía muchos enemigos, así que más de una vez se unieron Ladislao y Salomón para luchar contra cumanos, bizantinos o búlgaros. Sobre esta época una leyenda, ampliamente recogida por la iconografía y los romances, narra que, estando los húngaros persiguiendo a los cumanos, estos comenzaron a soltar monedas de oro del botín que tenían, para que los húngaros, entretenidos con el oro, no les persiguieran. Y así pasó, y por más que el santo rey les arengase, los húngaros preferían buscar las monedas entre las hierbas. Entonces Ladislao hizo oración y las monedas se convirtieron en piedras, y viendo este portento, los húngaros volvieron a perseguir a los cumanos, hasta que los echaron.

Una vez que pasó el tiempo, los recelos aumentaron, Salomón se hizo partidario del emperador Enrique IV, mientras que Geza y Ladislao eran partidarios del papa San Gregorio VII (25 de mayo) el asunto de las Investiduras. Este dilema, sumado al vasallaje de Salomón al Imperio, de poco gusto a los húngaros, dinamitó el reinado de Salomón, que llegó a su fin en 1074, cuando este intentó asesinar a Geza, pero fue vencido por los hermanos. Los húngaros, cansados de él, le despojaron del trono y lo entregaron a Geza, que reinó hasta 1077, muriendo en paz. Ladislao ascendió al trono y entonces Hungría volvió a tener un monarca santo: era Ladislao muy piadoso, justo y caritativo, incluso con Salomón, que más de una vez conspiró contra él. Aunque podía condenarle a muerte, solo mandó le apresaran una y otra vez. Implementó una política de paz interna y externa, pactando y no teniendo injerencias en asuntos de otros reinos. Su piedad quedó evidenciada por sus ayunos, sus horas de oración y su asistencia diaria a misa y oficios litúrgicos. De su oración una leyenda cuenta que un soldado le vio levitando mientras oraba en la catedral de Nagyvárad. Revisó el código penal, actualizándolo, suprimiendo o añadiendo nuevas leyes justas, persiguiendo especialmente el robo, la usura y el asesinato. Condenó el amancebamiento y la simonía por parte de eclesiásticos, siguiendo la reforma eclesiástica del papa Gregorio. Fundó las diócesis de Zagreb y Várad. Fundó muchos monasterios, escuelas y hospitales para pobres. Cuéntase que en una ocasión en que había una gran sequía, el santo levantó una roca por inspiración divina, y bajo ella brotó un manantial.

En 1079 Ladislao se casó por segunda vez, con Adelaida, hija de Rodolfo de Rheinfeld, con el que forjó una fuerte alianza con el papa y frente al emperador. Fruto de este matrimonio nació la princesa Piroska, apóstata para los romanos y santa para la Iglesia Ortodoxa, que la venera como Santa Irene (13 de agosto), pues adoptó esa religión al convertirse en emperatriz de Constantinopla por su matrimonio con Juan II Conmeno. En 1083 Ladislao pidió la canonización de San Esteban. El 15 de julio quiso hacerse un reconocimiento de las reliquias, pero no pudo hacerse, porque la piedra del sepulcro no se movía. Una leyenda cuenta que una monja tuvo una revelación acerca de que Ladislao antes debía perdonar del todo a su enemigo Salomón y dejarle libre, antes de canonizar al santo rey Esteban. Salomón fue liberado y devueltas sus propiedades, y entonces, el sepulcro pudo abrirse. El cuerpo estaba incorrupto. Igualmente logró que se canonizara a San Emeric, hijo de Esteban, y al obispo mártir San Gerardo Sagredo (24 de septiembre).

Su reinado también se caracterizó por la expansión territorial y cultural de los húngaros, estos ya cristianos, llevaron la cultura romanista y la evangelización a los territorios conquistados, como Moldavia y Valaquia. Croacia le llegó a las manos luego que su cuñado (casado con su hermana Helena), el rey Dmitar de Croacia muriera. Al no haber herederos y muchos pretendientes, Helena pidió ayuda a Ladislao y este tomó Croacia bajo su poder en 1091. El papa Gregorio VII le reprendió por ello en una misiva, pues el reino croata era vasallo papal, y no de Hungría. Ese mismo año logró la rendición de los cumanos que amenazaban Hungría, logrando que no fueran asesinados, sino que en contrapartida aceptaran el cristianismo y se dejaran evangelizar.

En 1093 Ladislao estuvo a punto de partir a luchar contra los sarracenos, pero la enfermedad se lo impidió. En 1095 quiso unirse a la I Cruzada, convocada por el papa Urbano II, pero no llegó a alistarse, pues falleció enfermo el 29 de julio del mismo año, mientras estaba en una guerra con los checos cerca de Nitra, Eslovaquia. Como no tenía hijos varones, había educado a su sobrino Colomán, hijo de Geza, para que fuera su heredero al trono húngaro. Una leyenda cuenta que cuando el santo cuerpo era llevado a enterrar a Somogyvár, los bueyes torcieron el camino sin que nadie pudiera deternerlos. Así, llegaron al monasterio de Nagyvárad, fundado por el mismo santo, donde fue sepultado y se veneran sus reliquias.

A finales del siglo XII, reinando Bela III, el culto a San Ladislao patriótico-religioso creció fuertemente en Hungría, escribiéndose la primera "vita" en 1192, año en que fue canonizado por Celestino III. El romanticismo de la época caballeresca de los siglos XIII y XIV lo acrecentarían más aún, creando piadosas leyendas de corte militar y religioso, que sirvieran de ejemplo a los caballeros. Sus virtudes, que las tenía, se adornan mucho más. En el siglo XIV, con la peste en auge, surge la leyenda del Ungüento de San Ladislao, que dice que habiendo peste en Hungría, Dios habló al rey Ladislao y le dijo que disparase una flecha con su arco, sin apuntar a ningún sitio, y allí donde cayera la flecha, estaría el remedio a la epidemia. Lo hizo el santo y al buscar la saeta, la halló atravesando una flor de gentiana (un tipo de violeta), de la cual se fabrica tal ungüento.

Fuente:
-Vidas de los Santos. Tomo VII. Alban Butler. REV. S. BARING-GOULD. 1916.

A 30 de junio además se celebra a
San Adolfo de Osnabrück, obispo.
San León de Patara, mártir.