Santa Cándida, madre, viuda y eremita. 27 de enero.

Según su leyenda, Cándida era natural de la zona de lo que hoy es Francia, hija de padres nobles y emparentados con San Carlomagno (28 de enero y 29 de diciembre, traslación de las reliquias). Muy joven fue casada con un igualmente noble caballero llamado Baldiri, pero pasaron los años sin tener descendencia. Dos apariciones, una de la Virgen María y otra de su ángel de la guarda, le prometen que tendrá un hijo que será un gran santo. Y en un sueño, ve una parra con jugosos racimos, de los cuales, los que se acercan hallan consuelo, comprendiendo sería su hijo un taumaturgo. Sobre la vida y milagros de su hijo San Mer (27 de enero y 4 de junio, invención de las reliquias) ya publiqué.

A la par que su hijo desarrollaba su vida eremítica y apostólica, Cándida dedicó su vida al eremitismo, con consentimiento de su marido. Cuando este murió, ella quiso acompañar a su hijo, a la sazón abad del monasterio de San Esteban de Banyoles. Al ser un recinto para hombres, no puede vivir allí, pero esto no es impedimento, porque Emer no quiere ser abad, y ambos se retiran a Vilademus. Emer, para que ambos pudieran llevar sus vidas de ermitaños sin molestarse, pero estando cerca, lanzó su báculo, que según la leyenda cayó en Farga, y allí construyó una ermita para su madre, donde esta viviría, sería sepultada al morir y donde se mantiene su culto. La devoción a ambos es bastante antigua en Banyoles y Farga, pero más al santo que a ella. Las reliquias de San Emer fueron inventadas en Gualbes el 4 de junio de 1627.

A 27 de enero además se celebra a San Emer, abad.