Santa Trófima de Minori, virgen y mártir. 5 de julio, 5 noviembre (invención de las reliquias), 27 de noviembre (re-invención de las reliquias) y 13 de julio (traslación de las reliquias y defensión de la ciudad de Minori).

De esta mártir venerada en algunos sitios italianos, y en Nueva York, por la emigración italiana, todo lo que se conoce está envuelto en la bruma de la leyenda. Según esta, en el año 700, una mujer que lavaba la ropa en la desembocadura de la bahía de Salerno, vio llegar hasta ella un sarcófago de mármol flotando (!) sobre las aguas. Intentó sujetarlo, pero su brazo quedó dormido, hasta que se arrepintió de haberlo tocado. Corrió a la ciudad de Amalfi a avisar al clero, el cual, con el obispo a la cabeza, y seguido del pueblo, bajó al río en procesión a contemplar el prodigio. Convencidos de que portaría reliquias sagradas, intentaron sacar la pieza del agua, pero fue imposible. No había fuerza humana que pudiera hacerlo. Así que trajeron dos novillas blancas, que nunca habían sido uncidas, le ataron el sepulcro a un arnés y los animales tiraron, logrando sacarlo del agua sin esfuerzo alguno hasta detenerse en un punto sin querer avanzar más. Examinado el ataúd, vieron una inscripción en la tapa, que decía que dentro estaba el cuerpo de una virgen mártir llamada Trófima, la cual luego de huir de sus padres desde Sicilia, “había entregado su cuerpo a Minori y su alma al Salvador”. En el sitio donde las novillas se detuvieron se construyó una basílica en honor de la santa mártir. Tradiciones locales posteriores añadieron detalles, como que fue su propio padre quien la mató por bautizarse, que tenía 12 años, que fue un ángel quien le inspiró consagrarse a Cristo y le anunció que por ello sería martirizada.

La primera relación de la invención de las reliquias, que no se conserva, es contemporánea del hecho, y además narra hechos históricos: Poco durarían allí las reliquias, pues sabiendo los habitantes de Minori el afán del rey Sicard de los longobardos, por las reliquias (no dudó en robarles el supuesto cuerpo de San Bartolomé a Lipari), llevaron el sarcófago de Trofimena a la catedral de Amalfi, donde era más difícil un expolio. Pero no quería eso la santa, por lo cual, se le apareció al obispo Pedro, advirtiéndole que moriría en breve y su cuerpo sería devorado por los perros. Y efectivamente, el rey Sicard no le importó invadir la ciudad, violentar la catedral y llevarse las reliquias de Trófima a Benevento, no sin antes en venganza por intentar escondérselas, profanó la tumba del obispo y echó su cadáver a los perros callejeros. Pero al año siguiente, Sicard fue asesinado, y el clero de Amalfi exigió a la princesa Radelchis y al obispo de Benevento, la devolución de las sagradas reliquias. Finalmente, el 13 de julio de 840, las reliquias volvieron a Minori (salvo un pedazo de cráneo, que pasó a Salerno), y fueron ocultadas en la basílica, por miedo a un nuevo robo. Y tan ocultas, que se perdió su rastro y aunque la memoria litúrgica se mantuvo (en el siglo XVII se introdujo su nombre en el propio de varias diócesis) la veneración de las reliquias se interrumpió hasta el siglo XVIII, cuando en unas obras de restauración de la basílica de la santa, aparecieron metidas entre dos paredes, el 27 de noviembre de 1793. El hecho fue anunciado a voleo de campanas, celebrado con una fastuosa novena, predicaciones y una hermosa procesión. Se depositaron en un relicario de alabastro y se depositaron en la cripta de la basílica.

La semejanza de nombres ha hecho que se la identifique con Santa Febronia de Nísibe (25 de junio), y que también se venera en Patti y Menori. No faltan quienes digan que las reliquias en realidad en origen hayan sido identificadas como las de la Febronia nisibita, y que con el tiempo hayan sido identificadas como una santa distinta. La más antigua redacción que se conserva, y recoge la leyenda y la historia de los robos y traslaciones es de 1601.



-“Italia Sacra” Tomo VI. FERDINANDO UGHELLI. Venecia, 1721.
-"Vidas de los Santos". Alban Butler. REV. S. BARING-GOULD. 1916.