San Virgilio de Trento, obispo y mártir. 26 de junio.

Fue hijo de Santa Maxencia (30 de abril), que era de origen español, y sus hermanos fueron Santos Claudiano y Magoriano (26 de junio). Nació en 355, en Roma, donde se había trasladado su madre viuda, y de ahí se trasladó a Trento. La leyenda le hace estudiar en Atenas y ser amigo de San Juan Crisóstomo (27 de enero, traslación de las reliquias a Constantinopla; 30 de enero, Synaxis de los Tres patriarcas: Juan, Gregorio y Basilio; 13 de septiembre, muerte; 13 de noviembre, Iglesia oriental; 15 de diciembre consagración episcopal), con el que tendría luego trato epistolar.

En 385 fue elegido obispo de Trento gracias a la influencia de San Ambrosio de Milán (4 y 5 de abril, muerte y entierro; 7 de diciembre, consagración episcopal) y de San Valeriano de Aquileia (27 de noviembre), siendo el tercer obispo de la ciudad. El mismo San Ambrosio le encomendó la evangelización de las zonas aledañas a Trento, el valle del Adigio, y los límites del lago Garda. Emprendió una tarea enorme, predicando, visitando, confirmando en la fe a los cristianos y exhortando a los paganos. Construyó varios templos para el culto. Se hizo rodear de valiosos colaboradores, entre ellos destacan los santos Sisinio, Martirio y Alejandro (29 de mayo), de origen oriental, que serían martirizados por su labor misionera en Mecla d’Anaunia , hoy Sanzeno, en 395. El mismo Virgilio escribiría su lauda “De Martyrio SS. Sisinnii, Martyrii et Alexandri”, además de redactar el martirio en cartas a los obispos San Simpliciano de Milán (15 de agosto) y San Juan Crisóstomo, a la sazón Patriarca de Constantinopla, enviándoles, además, algunas reliquias. Aunque los asesinos fueron capturados, Virgilio suplicó al emperador Honorio, un niño aún, tuviera misericordia de ellos y les perdonara, confiando alcanzarles la gracia de la conversión, como sucedió.

El ejemplo de sus clérigos martirizados no le arredró, sino que redobló sus esfuerzos misioneros. Los métodos empleados, pues hoy no nos gustarían, y de hecho le costaron lo suyo. Estando en una misión en Val Rendena lanzó al río Sarca una estatua del dios Saturno para demostrar la falsedad de los dioses, acto este que desencadenó una revuelta entre los paganos, que le fueron arriba y le mataron a golpe de garrote, el 26 de junio de 405. Otras versiones dicen que murió apedreado por una pagana. Algunos de sus compañeros presbíteros, de los que supongo huyeron, recogieron su cuerpo y lo sepultaron con gran veneración junto a las reliquias de Sisinio, Martirio y Alejandro, en una basílica del cementerio de Porta Veronese. En el siglo VI se trasladarían a la catedral por mano del obispo San Eugipio (1 de marzo), que además dedicó la catedral al nombre de Virgilio, que antes estaba dedicada a los Santos Gervasio y Protasio (19 de junio). En fechas desconocidas, a sus reliquias se añadirían las de su madre y hermanos. Es patrono de la diócesis de Trento.

Leyendas nacidas al norte de Europa, le hacen morir a zapatazos. Imagináos a los paganos quitándose los zuecos de madera o las botas de piel para pegarle. Como sea, en algunos sitios de Alemania y los Países Bajos era considerado abogado de los zapateros, y un zueco es uno de sus atributos.


Fuentes:
-“San Virgilio: vescovo e patrono di Trento”. ARMANDO COSTA. Trento 1975.
-“San Virgilio vescovo e patrono di Trento: XVI centenario”. PIERGIORGIO FRANCESCHINI, SEVERINO VARESCHI, Trento, 1999.
-“El santo del día”. SERVILIO CONTI. Buenos Aires, 2006.
-“Diario sagrado y calendario general”. PABLO MINGUET E YROL. Madrid, 1750.
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