Hay dos hechos que el establishment político-mediático tiene especial interés en ocultar. Primero, que se puede dejar de ser homosexual. Segundo, que los tratamientos hormonales y quirúrgicos de 'cambio de sexo' pueden causar un grave daño a quien los sigue, sobre todo si es menor de edad, y que en una parte importante de los casos no resuelven, sino que agravan, la disforia de género a la que se supone son respuesta.

Acaba de producirse y difundirse un documental, Camino abierto (verlo abajo), que pone de manifiesto estas realidades de una forma extraordinariamente clara y ágil en un reportaje de 43 minutos. Ha sido dirigido por Marta Sanz Lovaine, periodista con catorce años de experiencia como reportera y coordinadora de la sección de sanidad en Antena 3 TV y posteriormente durante once años como productora de televisión temática en el ámbito científico.

Camino abierto aborda la ideología de género aportando todos los elementos necesarios para el debate:

-entrevistas en la calle a jóvenes homosexuales, bisexuales y transexuales realizadas en Madrid, en junio de este año, durante la semana del Orgullo Gay;

-estudios científicos publicados recientemente sobre la inexistencia de un 'gen gay' al que atribuir la homosexualidad o sobre las consecuencias psicológicas de la 'transición de género';

-declaraciones de expertos como Michelle Cretella (presidenta del Colegio Americano de
Pediatras), Nicolás Jouve (catedrático emérito de Genética), Natalia López Moratalla (catedrática emérita de Biología Molecular), Ramón Lucas Lucas (catedrático de Antropología Filosófica en la Pontificia Universidad Gregoriana), Jennifer Lahl (presidenta del Center for Bioethics and Culture) y Felipe Hurtado (sexólogo de la unidad de identidad de género del Hospital Doctor Peset de Valencia);

-testimonios de personas que dejaron de ser homosexuales, como Mauricio Clark, Richard Cohen y Luca di Tolve, o que siguieron el camino de cambio de sexo y se arrepintieron después, como Walt Heyer.

¿Dejar la vida gay?

Mauricio Clark era un presentador estrella de la cadena mexicana Televisa.  'Salió del armario' en directo ante quince millones de personas, siendo universalmente aplaudido, pero cuando declaró igualmente que la homosexualidad era parte de su pasado fue víctima de un linchamiento mediático. Luca di Tolve llegó a ser Mister Gay Italia y pionero en la organización de cruceros solo para homosexuales. Richard Cohen tenía una pareja estable, Tim, que fue paradójicamente quien le condujo al camino que le liberaría de una atracción por el mismo sexo no deseada.

Mauricio Clark, el día en el que anunció en Televisa que era homosexual.

 

Los tres cuentan en Camino abierto cómo nació en ellos esa atracción, cómo atrapó sus vidas y qué les permitió liberarse de lo que veían como una carga, algo en lo que la fe jugó un papel en un momento u otro del proceso. Son historias duras que les han implicado mucho y de las que hablan si tapujos ante la cámara. Han conseguido darles la vuelta para ser personas felices cuyas vidas dan testimonio de que, como dice Tolve, "el cambio empieza en el momento en el que empiezas a abrirte al amor de Dios, que es lo más difícil".

La 'transición de género'

El reportaje aborda también el problema de la disforia de género y los cambios de sexo para la 'transición de género', el concepto clave de la ideología de género.

Walt Heyer lo hace desde su experiencia personal. Se sometió a tratamiento hormonal y quirúrgico ya como adulto, un recorrido para el que señala hitos y razones pero que no le llevó a ningún lado. En Camino abierto cuenta su desazón y la respuesta que halló en los terapeutas de género cuando les comunicó su arrepentimiento.

Heyer no solo cuenta su caso. Lleva años ayudando a muchos padres que tienen hijos con disforia de género y no duda en afirmar que la "reafirmación" es "dañina" porque "es una mentira", y que los tratamientos hormonales (y tanto más quirúrgicos) en menores "destruirán sus vidas", porque "es un abuso infantil psicológico y emocional".

Walt Heyer lleva años orientando a padres con niños que sufren disforia de género para que no cometan a una edad temprana el error que él cometió de adulto.

El doctor Hurtado apunta al despegue de casos de identidad de género en los últimos años, cuando se ha cuadruplicado: hace una década tenían entre 40 y 50 al año, hoy soy 160 "y el aumento de esa demanda viene sobre todo de personas menores de edad", incluso niños de 3 a 5 años.

El resto de los expertos consultados por Camino abierto coincide en denunciar la imprudencia con la que se está recomendando 'transiciones de género' a niños. 

"Son tratamientos irreversibles", recuerda el profesor Jouve, y no solo por las amputaciones o por las modificaciones en los caracteres sexuales secundarios, sino porque, como señala la doctora López Moratalla (quien habla de "temeridad" porque en la práctica totalidad de los casos la disforia de género desaparece al final de la adolescencia), el cerebro de los pequeños no está totalmente desarrollado en las áreas que controlan la percepción del propio cuerpo.

La pediatra Cretella confirma ese criterio y lamenta que los padres de hijos con disforia de género "suelen recibir información falsa", y se muestra contraria a la "reafirmación" a la que se les induce porque de esa forma "le están robando al niño la parte más fundamental de su identidad": "Los padres pueden ayudar a sus niños pequeños siempre y cuando los afirmen en el sexo que han nacido, los quieran y les enseñen que Dios y su naturaleza están en su genética, en su biología".

Lahl, por su parte, recuerda que los niños son "vulnerables" porque estamos ante "un experimento nuevo" del cual desconocemos los riesgos a largo plazo, y tanto ella como Cretella señalan algunas contradicciones flagrantes en las que incurre la ideología de género.

Que provienen todas, según sintetiza desde la antropología el profesor Lucas, de no entender que tanto la homosexualidad como la disforia de género tienen una raíz psicológica, ambiental y del comportamiento, "más que a nivel biológico genético".

Todas estas claves, en los 43 apasionantes minutos de Camino abierto: