A Mario Vargas Llosa, escritor peruano y premio Nobel de Literatura, no le ha gustado que el Senado de Argentina haya frenado la legalización del aborto en el país. Y aprovecha esta victoria provida para cargar contra la Iglesia Católica, a la que responsabiliza de que no se aprobara esta normativa. 

En un artículo de opinión publicado en El País la pasada semana y titulado ¿Defensa de la vida?, el escritor afirma que “la Iglesia Católica, objeto de revelaciones tan horrendas como el abuso sexual, debía ser menos intolerante e inflexible sobre un tema tan doloroso como el del aborto”. Además, asegura que la Iglesia está “muy escorada hacia la caverna y el oscurantismo”.

Además de relacionar el aborto con una cuestión religiosa también se hace eco de unas cifras sobre abortos clandestinos totalmente absurdas, tal y como ya demostró Religión en Libertad.

Ante la relevancia del artículo y del autor, el obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla, ha querido responder al escritor y sus argumentos a través de su programa Sexto Continente de Radio María.

Vargas Llosa y el error de su planteamiento

Monseñor Munilla aclara que su respuesta no pretende ser “un ataque personal” a Vargas Llosa, pero recuerda que “en la cuestión del aborto no cabe equidistancia, porque entre la vida y la muerte no existe el punto medio. Y se trata de un tema que retrata a la sociedad”.

El obispo de San Sebastián considera que no es una “descripción equilibrada” definir a la Iglesia como caverna y oscurantista, porque si “el aborto es progresismo, la ley del más fuerte es la cumbre de la democracia”.

La respuesta ofrecida en su programa de radio, y que recoge Aciprensa, también aclara ciertas cuestiones vertidas por Vargas Llosa. En opinión del clérigo vasco, “no se trata del derecho de la mujer a decidir si quiere o no tener hijo” puesto que “el hijo ya lo tiene”. Por ello, está “mal planteado” el argumento que ofrece el escritor peruano ya que la decisión “es si nace vivo o va salir muerto”.

El "mal menor"

Vargas Llosa argumenta que una ley del aborto con plazos como el de las 14 semanas de embarazo supone “un mal menor” que según él proviene de “unas condiciones de vida paupérrimas”.

Sin embargo, Munilla le recuerda que acabar con la vida de un niño nunca puede ser “un mal mejor”. Un ejemplo de este mal menor sería “darlo en adopción, pero matarlo es un mal mayor”.

“No existe ningún planteamiento médico-científico para decir que es éticamente aceptable un aborto una semana antes o una semana después”, aclara el prelado, que además añade que “esa especie de frontera de los tres meses, parece que está formulada con la pretensión de tranquilizar la conciencia. Como si dijésemos que no existe la vida antes de los tres meses, cuando todos los datos nos dicen que la vida comienza en el momento de la concepción”.

¿Sólo las pobres abortan?

Por otro lado, Mario Vargas Llosa relaciona en buena parte de su artículo en El País el aborto con la pobreza, a lo que el obispo de San Sebastián explica que en las clases sociales altas también hay muchas mujeres que abortan. Ejemplos de ello hay en muchos de los países del considerado como primer mundo y donde hay leyes del aborto.

“Si la pobreza es la justificación para que el niño no nazca, es mejor acabar con la pobreza que con la vida del niño”, sentencia el prelado de San Sebastián.

Adversarios más enconados

Desgranando el artículo de El País, Munilla también rebate el argumento de que la Iglesia es uno de los “adversarios más enconados” de la formación sexual en los adolescentes.

El problema es que la educación sexual que entiende Vargas Llosa es, según el obispo, aquella que se refiere únicamente a los “métodos anticonceptivos”, y como éstos “tienen un margen de error notable, al final se acaba planteando el aborto como último método anticonceptivo”.

Las cifras absurdas de Vargas Llosa

Por último, Munilla se refiere a las cifras que el escritor ofrece en su artículo, donde llega a asegurar que en Argentina se realizan entre 350.000 y 450.000 abortos clandestinos. (ReL lo desmonta aquí).

El obispo recuerda que cuando tuvo lugar en España el debate sobre la legalización del aborto en 1985, se decía que se practicaban de manera clandestina unos 250.000 al año.

“La realidad es que el primer año, después de que se legalizara el aborto, en España hubo 467 abortos y eso que decían que había más de 200.000 abortos clandestinos”, precisa. Por eso, “es muy recurrente que en estos debates del aborto se den datos de estimaciones de la realidad falseada”.