La polémica periodista y escritora catalana Pilar Rahola suele declararse agnóstica, pero desde hace ya años llama la atención sobre el silencio ante la persecución contra los cristianos (escribió sobre ello su libro SOS Cristianos en 2018) y también sobre el doble rasero del poder político y cultural que critica y desprecia exageradamente todo lo cristiano mientras muestra una fascinación acrítica por "otras religiones".

Este Miércoles de Ceniza ha publicado en su columna del periódico La Vanguardia una reflexión a partir de un mensaje de whatsapp que ha recibido. "Empieza la Cuaresma para todos los católicos y de momento no lo han anunciado en ningún medio de comunicación... Estoy harto de que me digan cuándo empieza y termina el Ramadán o el año nuevo chino, os lo quiero anunciar", dice el mensaje.

Y, efectivamente, políticos como el presidente del Gobierno español Pedro Sánchez o la alcaldesa de Barcelona Ada Colau suelen ser rápidos, año tras año, en señalar el inicio o final de Ramadán en sus redes sociales pero nunca mencionan el inicio de Cuaresma ni felicitan el Domingo de Pascua.

Recordamos algunas felicitaciones de inicio de Ramadán de 2019 de 4 formaciones políticas catalanas distintas; las felicitaciones de inicio de Cuaresma (e incluso de Domingo de Pascua, y a veces de Navidad) cuestan mucho más de encontrar

Rahola escribe: "Estoy convencida de que el desprecio al catolicismo y al cristianismo en general conforma el relato público y publicado de estos tiempos, siempre acomodado en la idea de modernidad y progresismo. A diferencia de otras religiones, ante cuya fe acostumbramos a proyectar un buenismo paternalista o, incluso, una fascinación cool, cuando se trata del catolicismo se activan los escudos y se disparan las alarmas. Como si anunciar una festividad católica o mantener una tradición fuera un atentado a la pluralidad, a la tolerancia, a la democracia y blablablá", constata Pilar Rahola en su artículo.

Lo reproducimos entero por su interés.

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Cuaresma

por Pilar Rahola, en La Vanguardia

Una amiga me reenvía ­este watsap: “El día 26 de febrero es miércoles de Ceniza y empieza la Cuaresma para todos los católicos y de momento no lo han anunciado en ningún medio de comunicación... Estoy harto de que me digan cuándo empieza y termina el Ramadán o el año nuevo chino, os lo quiero anunciar. Más allá de ser nuestra religión, exijamos dignidad y respeto a nuestras tradiciones. Pásalo”.

Y mi amiga, joven, progresista y culta, añade: “Así nos sentimos los católicos”.

Reconozco que he estado a punto de pasar del tema, quizás por la pesadez de la corrección política, que siempre se incomoda cuando se levanta la voz a favor de alguna tradición católica. Y como me he puesto en esa diana muchas veces, y en todas ellas he notado la virulencia de las flechas, pues, entiendan, mejor dejarlo correr.

Pero no, y precisamente porque no habría hecho el artículo para ahorrarme comentarios, lo cual significa que el problema es real y es serio.

De hecho, estoy convencida de que el desprecio al catolicismo y al cristianismo en general conforma el relato público y publicado de estos tiempos, siempre acomodado en la idea de modernidad y progresismo. A diferencia de otras religiones, ante cuya fe acostumbramos a proyectar un buenismo paternalista o, incluso, una fascinación cool , cuando se trata del catolicismo se activan los escudos y se disparan las alarmas.

El desprecio al catolicismo conforma el relato público de estos tiempos Como si anunciar una festividad católica o mantener una tradición fuera un atentado a la pluralidad, a la tolerancia, a la democracia y blablablá. Todos conocemos las múltiples polémicas al estilo pesebre de Sant Jaume, siempre con el objetivo de reducir o incluso hacer desaparecer el carácter espiritual y trascendente que tiene para los creyentes.

Lo más hipócrita es que, a menudo, mantienen la tradición pero despojándola de su carácter religioso, lo cual es, en el mejor de los casos, una pérfida apropiación. Habría que acabar con el anticatolicismo políticamente correcto, en general más cristianófobo que ecuánime.

Para acabar y en apoyo al mensaje de WhatsApp, un pequeño recordatorio. Hoy empieza la Cuaresma, que prepara espiritualmente a los creyentes para la Pascua. Es, pues, el momento de purificar el alma e intentar una mayor trascendencia espiritual. Comienza el miércoles de Ceniza y acaba en la tarde del Jueves Santo, y consta de 40 días porque fue el tiempo que Jesús pasó, en el desierto de Judea, preparándose para su misión. Recogimiento, pues, trascendencia e iluminación, con la voluntad de reforzar la fe. En realidad, un intento de mejorar el alma humana.