Julie Bindel es lesbiana, feminista y una de las personalidades más influyentes en el ámbito LGBTI inglés. En su defensa de mujeres concretas no teme oponerse públicamente a causas amparadas por la ideología dominante, como el "engaño ideológico" de la "prostituta feliz" o las víctimas de la explotación en los vientres de alquiler. Una cuestión de actualidad en España ante el próximo juicio que dilucidará el futuro de los hijos que Miguel Bosé y su ex pareja Nacho Palau adquirieron mediante subrogación.

Bindel expone algunos argumentos contra los vientres de alquiler en un reciente artículo en el Evening Standard:

Ignorad la propaganda: la subrogación no tiene que ver con los derechos de los gays, sino con los derechos de las mujeres

Hace tiempo que la maternidad subrogada, esto es, cuando una mujer cursa el embarazo de un niño para otra persona o pareja, es un tema controvertido. Pero con su creciente normalización, y al aumentar el número de gays que eligen la subrogación para crear su propia familia, se ha reavivado el debate sobre su valoración ética.

El año pasado, el productor cinematográfico israelí Yuval Hadado, en un debate sobre su nueva película, acusó a las parejas de tratar a los niños que nacen en subrogación como un “signo de estatus”, y recordó que se ejerce sobre los gays "una presión y una expectativa” para que tengan hijos.

Peor que vacas lecheras

He visitado varios países, como la India, que ofrecen servicios de vientres de alquiler y he sido testigo de cómo las madres de alquiler son tratadas peor que vacas lecheras. También he escuchado una terrible propaganda anti-gay por parte de quienes se oponen, no a los vientres de alquiler, sino a que las parejas del mismo sexo tengan hijos.

El número de niños internos en residencias, desesperados por tener una familia, sigue aumentando. Y al mismo tiempo, según Surrogacy UK [que facilita la subrogación 'altruista'], desde 2010 ha crecido el número de “padres contratantes” del mismo sexo que han contactado con su organización: son actualmente casi el 50% de su cartera de clientes.

Imagen: Surrogacy UK.

Hablar de “subrogación altruista” –un acuerdo en el que la madre de alquiler lo hace como 'favor' y solo se le pagan los gastos– es una cortina de humo.

En el Reino Unido, una subrogada puede pedir 16.500 euros en gastos, lo que equivale al salario anual de muchas mujeres en trabajos mal remunerados: un incentivo para mujeres en situación desesperada.

Mercantilización del cuerpo femenino

Lleva tiempo pidiéndose la legalización de la subrogación comercial en el Reino Unido, en línea con otros países como Ucrania, India o México. Los defensores de los vientres de alquiler alegan que las mujeres no son explotadas, puesto que se les paga su “servicio”. Pero esto reduce el cuerpo de una mujer a una máquina expendedora.

Hablé con una mujer británica cuyo marido maltratador, para pagar sus deudas, la había presionado para ser vientre de alquiler.

Y con otra, Alison [nombre supuesto], con dos hijos propios, a quien una pareja gay le pidió llevar a cabo un embarazo. Alison me dice que tan pronto como quedó embarazada, los “padres contratantes” intentaron controlar su vida, diciéndole lo que podía comer y beber, enviándole mensajes constantemente. “Me consideraban de su propiedad”, dice Alison, “pero solo les preocupaba lo que había en mi vientre. Yo, ni en lo más mínimo”.

¿Desde cuándo es un derecho tener un hijo?

También se está ofertando vientres de alquiler a hombres solteros.

Según la Organización Mundial de la Salud, en su actualización de 2016 sobre la subrogación y el derecho internacional, “los hombres y mujeres solteros sin problemas médicos deberían ser considerados como ‘infértiles’ si no tienen hijos pero quieren convertirse en padres”.

Muchas personas dicen: “¿Y cómo, si no, van a poder tener hijos los hombres sin una mujer?”

Pero ¿desde cuándo tener un hijo biológico se ha convertido en un derecho humano?

Las madres de alquiler me han hablado del dolor emocional de separarse del niño. Algunas mueren a consecuencia de las complicaciones. 

A la mujer que porta el óvulo fecundado se le pide que tome numerosos medicamentos para ayudar al embarazo, todos los cuales pueden tener importantes efectos secundarios.

Y mientras numerosas madres de alquiler suelen ser mujeres desfavorecidas, con frecuencia incluso pobres, las donantes de óvulos suelen ser elegidas por su buena presencia, buena salud y genio matemático o musical. Cuando se entra en estos cálculos, es que estamos en algo similar a la eugenesia.

Una cosa es segura: la subrogación no tiene que ver con los derechos de los gays, sino con los derechos de las mujeres.