Las revelaciones sobre la clínica Tavistock, que aceleraba los procesos de cambio de sexo en menores homosexuales y con problemas de salud mental, han tenido finalmente su efecto. El servicio estatal de salud británico (NHS) ha ordenado el cierre del centro y ya no podrá continuar con sus polémicas prácticas, denunciadas por diarios como Times o Daily Mail

La única "clínica de género" infantil en el Reino Unido acaba de cerrar sus puertas, después de una investigación entre el personal denunciante, los pacientes y los padres de los niños que acudían al centro. Los médicos entrevistados aseguraron haber tenido miedo de ser calificados como "transfóbicos", por parte de sus jefes y demás colegas, si no aceptaban aplicar los tratamientos en los menores.

Conflicto de intereses

Las sospechas sobre la clínica se destaparon en 2005, cuando la enfermera Sue Evans advirtió de que los jóvenes estaban siendo evaluados demasiado rápido, y que la calificación de muchos de ellos como "transgéneros" estaba influenciada por lobbies. Evans acusó a parte del personal de la clínica y señaló que algunos de sus colegas habían trabajado anteriormente en organizaciones benéficas transgénero.

Algunos pacientes recibieron bloqueadores hormonales después de tan solo cuatro citas. 

Entre las prácticas habituales de la clínica se demostró que algunos pacientes fueron prescritos con bloqueadores hormonales, después de solo cuatro citas con su médico. Un tratamiento que interfiere en los cambios físicos en la pubertad, como es el desarrollo de los senos, la voz o el vello facial. Rishi Sunak y Liz Truss, que compiten estos días desde el lado conservador por ser el próximo Primer Ministro, prometieron acabar con el uso de estos productos, insinuando que podrían prohibirse por completo para los menores de 18 años.

En febrero de 2019, un informe interno del doctor David Bell, que formaba parte de la junta directiva de Tavistock, señaló que los pacientes sufrían "daños a largo plazo", porque no podían "resistir la presión" de activistas "altamente politizados". El médico alertó de que algunos pacientes estaban adoptando una "identidad trans como una "solución" para "múltiples problemas", incluido el abuso infantil, el duelo o la homofobia.

Cartas amenazantes

El doctor Bell acusó al centro de proporcionar una "atención inadecuada" y advirtió de que el personal tenía "serias preocupaciones éticas" sobre los diagnósticos en los menores. Tras la publicación del informe, Bell recibió cartas de la clínica en las que se le amenazaba con aplicarle medidas disciplinarias. 

En julio de 2019, le tocó el turno a la doctora Kirsty Entwhisle, psicóloga de la sucursal del centro en Leeds. La médico acusó al personal de engañar a los pacientes y de tomar decisiones sobre los "cuerpos y las vidas" de los niños sin "pruebas sólidas". Kirty denunció que algunos de los menores habían sufrido "experiencias traumáticas", como ser abandonados por sus padres, abuso sexual, violencia doméstica o pobreza, minimizadas por completo antes de iniciar el tratamiento de cambio de sexo.

El personal del centro le decía a sus pacientes que los tratamientos eran "reversibles". 

La médico también alertó de que el personal del centro le decía a sus pacientes que los bloqueadores de hormonas eran "totalmente reversibles", cuando los expertos aún no conocen el impacto que tienen en los cerebros de los niños. 

Por su parte, Keira Bell, que se había sometido a una cirugía de extracción de senos, señaló que los doctores le dieron bloqueadores de la pubertad después de "conversaciones superficiales". Bell dijo que sufría de ansiedad y depresión y que Tavistock había "experimentado con nosotros".

En enero pasado, el organismo de control de la salud del Reino Unido otorgó a este tratamiento la categoría de "inadecuado", la más baja posible, y advirtió de que no siempre se había tenido el consentimiento de los pacientes que recibían el tratamiento.