El 3 de mayo, y bajo el lema Opciones parentales para hombres gays europeos, tuvo lugar en Bruselas "la mayor conferencia dedicada a los hombres gays que quieren tener hijos", organizada por Men Having Babies [Hombres que tienen hijos].

Fueron invitadas una veintena de agencias y clínicas especializadas en el alquiler de úteros en Canadá, India y Estados Unidos, quienes explicaron sus servicios a más de doscientos asistentes llegados principalmente de Bélgica, Francia y Alemania.

Xavier Lombard, bloguero de Le Figaro, asistió al congreso "intrigado por conocer cómo se organiza el negocio de los vientres de alquiler" y hace una completa reseña de la jornada en el diario francés.


El director de Men Having Babies expresó a los asistentes la finalidad de la cita: "Ayudaros en el laberinto de la gestación subrogada para que podáis encontrar la mejor agencia al menor coste".

"La gestación subrogada es un recorrido complejo que exige numerosos intermediarios", añadió: "Hay que comprar un óvulo, siendo lo ideal una estudiante veintañera que tenga la mayor parte posible de rasgos comunes con el donante de esperma: estatura, color de ojos, etc." Por supuesto, señala Lombard, no se ofrece ninguna información sobre los riesgos de la operación para la madre, ni sobre la indemnización en caso de complicaciones.


A continuación hablaron las empresas, que prometieron "niños maravillosos" y "niños perfectos": "Con nosotros todo es posible". Un hombre aportó su testimonio: "Mi pareja y yo hemos fabricado 12 embriones, que hemos congelado por una cuestión de planificación y de economía. Ya nació un primer niño, seguido de un segundo tres años después".

"Las agencias intentaban hacer aceptable lo sórdido", comenta Lombard, promoviendo eufemismos como "viaje de maternidad de sustitución" para "anestesiar la conciencia de la transgresión": una pura "compraventa de niños", afirma el diario Tempi al dar también cuenta del acto.


Por la tarde, los seminarios fueron organizados por países donde la paternidad subrogada está prohibida, como Bélgica, Francia y Alemania. Un médico y un jurista norteamericanos explicaron las diferentes opciones y los riesgos vinculados a la filiación y a la obtención de la nacionalidad al regresar con los niños comprados.

Explicaron que son necesarios no uno sino tres despachos de abogados: "Un abogado para el derecho comercial que implican los múltiples intermediarios, para la partida de estado civil y para la filiación; un abogado en el país de origen; y un abogado en Estados Unidos". Lo explica un leguleyo con cinco mil contratos de compra de úteros a sus espaldas a lo largo de 23 años, de los cuales ochocientos (un 16%) para parejas homosexuales, sector del mercado al que iba dirigida la conferencia.

Un simpático médico aportó más argumentos para animar a los posibles clientes: "Abonando un suplemento, nuestra agencia puede seleccionar el sexo, el color de la piel, las pruebas genética...". Con este eugenismo comercial, el precio final de un niño, según Tempi, puede ir de 60.000 a 150.000 euros.


Pero, al igual que en el caso de Lombard, no todos los presentes en el encuentro eran parejas homosexuales. También personas muy críticas con este negocio, como Stéphanie Raeymaekers, fundadora de DonorKinderen y su presidenta en Bélgica, una asociación que defiende el derecho fundamental de los niños a conocer sus orígenes, algo que con la paternidad subrogada por este tipo de agencias se convierte en virtualmente imposible.


Stéphanie Raeymaekers.

"Aquí no hay lugar para el niño", se queja Stéphanie en charlas personales con los organizadores: "Aquí no ha venido ningún niño nacido por vientre de alquiler para dar su testimonio. ¡Eso ya dice mucho!". Y no habla de oídas, porque ella misma, que tiene ahora 35 años, es un caso, como recoge el diario belga Le Soir: "A mí me compraron. Así que hoy mi asociación está mal vista, porque yo soy un producto que habla, y por tanto  molesto. ¡Vivimos en un país donde es más fácil averiguar el origen de un trozo de carne en la charcutería que el del padre biológico de un ser humano!".

"Hay que haber tenido la experiencia de asistir a esta feria de venta de niños para comprender la ficción que supone la gestación subrogada por motivos ´éticos´", concluye Lombard en referencia al supuesto ´altruismo´ por el que muchas mujeres se prestarían a ceder su cuerpo para fabricar el  niño: "Legalizar el mercado del vientre de alquiler con rigor es una ficción, porque el desequilibrio entre la oferta y la demanda es demasiado importante. La única solución razonable es prohibir la paternidad subrogada, primero a nivel europeo y luego a nivel mundial".


Así lo han solicitado recientemente más de 160 personalidades y numerosas asociaciones en un manifiesto público en Libération "para poner fin de manera inmediata a la gestación subrogada".

"Somos mujeres y hombres de diferentes orígenes étnicos, religiosos, culturales y socioeconómicos, provenientes de todo el mundo, y queremos expresar nuestra inquietud por las mujeres y los niños explotados a través de contratos de gestación por terceros", dice el manifiesto: "Reconocemos la fuerte del deseo de paternidad, pero, como sucede con la mayor parte de los deseos, deben ponerse límites... Pensamos que la gestación por terceros debe ser prohibida porque constituye una violación de los derechos humanos de las mujeres y de los niños".

El texto, que firman también asociaciones feministas y grupos partidarios del aborto y la anticoncepción y personalidades de la izquierda como el sindicalista José Bové, apunta a la "explotación de las mujeres más empobrecidas" y critica que "en numerosos casos son los pobres quienes se ven obligados a vender y los ricos quienes pueden permitirse comprar".

Los firmantes enumeran los riesgos para la mujer y para el niño inherentes a las técnicas empleadas y concluyen señalando lo que implica arrancar al hijo de su madre: "El vínculo biológico entre la madre y el hijo es innegablemente de naturaleza íntima y, cuando se rompe, las consecuencias son duraderas para ambas partes. En los países donde la gestación por terceros está autorizada, este sufrimiento queda institucionalizado".

"No hay diferencia entre la práctica comercial de la gestación por terceros y la compraventa de niños. Pero aunque no hubiese intercambio de dinero (es decir, en la versión no remunerada o ´altruista´), toda práctica que exponga a las mujeres y a los niños a tales riesgos debe ser prohibida. Nadie tiene derecho a un niño, no más los heterosexuales que los homosexuales o las personas que elijan ser célibes", concluye el documento.