En una entrevista con The Federalist, que recoge The Postmillenial, el doctor Michael Egnor, neurocirujano pediátrico y profesor de la Escuela de Medicina Renaissance, de la Universidad de Stony Brook, en Nueva York, calificó de, "en pocas palabras, criminales", los consejos que se da a los padres sobre los llamados tratamientos de afirmación de género.

Precedentes históricos

"He dado clase en el curso de ética aquí en Stony Brook", dijo Egnor a The Federalist: "Enseñamos a los estudiantes y a los jóvenes médicos sobre varias atrocidades éticas en la historia de la medicina". Enumeró como ejemplos las lobotomías, la eugenesia y los experimentos de Tuskegee, un estudio en el que, para estudiar la progresión de la enfermedad, se dejó morir a hombres negros que tenían sífilis a pesar de que había tratamientos disponibles.

"Quiero destacar que en aquella época todas esas atrocidades eran ampliamente aceptadas en la comunidad médica", continuó Egnor: "La eugenesia se enseñó en prácticamente todas las facultades de medicina durante muchos años, el estudio Tuskegee se presentaba anualmente en las reuniones médicas nacionales y no se dijo nada al respecto durante 30 o 40 años. Estaba ampliamente aceptado y era un programa gubernamental, así que el gobierno obviamente lo aceptó".

Además, la lobotomía era tan aclamada que su inventor, Antonio Egas Moniz, recibió el Premio Nobel en 1949 por su invención.

En los años 40 y 50 se hicieron miles de lobotomías para mejorar la sintomatología de algunos trastornos psiquiátricos. En una tercera parte de los casos funcionaban, pero se abandonó su uso por los terribles efectos secundarios en numerosos pacientes.

"Luego, hacia el final del curso, les hago una pregunta bastante obvia", dijo Egnor: "¿Qué atrocidades éticas estamos cometiendo hoy en día? Y todos se quedan boquiabiertos". Explica que esto se debe a que ahora nos creemos mejores, pero él señala a los alumnos que todos los médicos de esas épocas también se creían superiores moralmente.

Un "episodio oscuro" en la historia de la ética médica

"Me he dado cuenta, con el crecimiento de la cirugía de afirmación de género y la atención médica de afirmación de género, de que estamos en medio de una extraordinaria atrocidad médica", dijo el neurocirujano pediátrico.

"Ante este enorme crecimiento, esta explosión de la ideología transgénero en la prensa y en la comunidad médica, algunos de mis pacientes de neurocirugía pediátrica se han visto involucrados en el proceso transgénero", explicó Egnor.:"He tenido padres que han acudido a mí aterrados, preguntando si hay algo que pueda hacer para ayudarles".

"Viendo las noticias, sabiendo que la Asociación Médica Estadounidense ha avalado estas cosas, que la Academia Estadounidense de Pediatría ha respaldado esas cosas y que la Asociación Estadounidense de Psicología también lo ha respaldado, realmente he llegado a sentir en los últimos dos años que estamos en un episodio muy oscuro de la ética y la historia de la medicina", dijo.

"Agresión" a un enfermo

Egnor quiere animar a otros miembros de la comunidad médica a pronunciarse al respecto, afirmando que hay muchos que están de acuerdo con él. También espera que la opinión pública empiece a hablar en contra de esto y que los padres "se den cuenta de que el consejo médico que están recibiendo con respecto a estos tratamientos es una mala práctica" y, en su opinión, "criminal".

También dijo que algo puede ser mala praxis aunque todo el mundo lo haga, y comparó la atención de "afirmación de género" con la realización de una cirugía de bypass gástrico a una anoréxica, o con el corte de la médula espinal de una persona sana pero mentalmente enferma que cree que debería estar paralizada.

"Hay personas que solicitan operaciones que las mutilan. Hay gente que pide la amputación de miembros normales; gente que quiere ser ciega y pide que le quiten los ojos; gente que quiere ser paralítica y pide que le corten la médula espinal", explicó: "Si yo, como cirujano, accedo a eso y corto la médula espinal de alguien, debería estar en la cárcel. Se trataría, simple y llanamente, de una agresión a una persona mentalmente enferma".

Países que dan marcha atrás

Egnor cree que quienes padecen disforia de género deben recibir la mejor atención psiquiátrica porque es extraordinariamente difícil de vivir, pero que los bloqueadores de la pubertad son "fármacos muy, muy potentes que tienen muchos efectos secundarios" y se sabe poco sobre sus efectos a largo plazo. Cada vez más, la investigación demuestra que los fármacos experimentales son extremadamente dañinos y los riesgos superan con creces cualquier supuesto beneficio.

Continuó describiendo los profundos efectos de las hormonas cruzadas en el cuerpo y definió las cirugías radicales que se están realizando en menores como una mala práctica. Describió  la existencia de instituciones que están realizando mastectomías a chicas adolescentes que desean ser chicos, instituciones que llevan a cabo histerectomías en menores y cirujanos que amputan los genitales de chicos adolescentes en nombre de la atención de género, calificando la práctica de "muy peligrosa" y "francamente inapropiada".
Se han realizado revisiones sistemáticas de las pruebas de la transición médica pediátrica en Suecia, Finlandia e Inglaterra y han llevado a cada una de esas naciones a alejarse del modelo afirmativo y volver a un enfoque psicoterapéutico más prudente para el tratamiento de los menores, y en el caso de Finlandia, también de los adultos jóvenes.

"No hacemos lo que los enfermos mentales quieren que hagamos solo para satisfacer su enfermedad mental. Intentamos ayudarles, y el objetivo fundamental del tratamiento de las enfermedades mentales es ayudarles [a los pacientes] con la prueba de la realidad", dijo Egnor: "La realidad es que los hombres trans son mujeres, y las mujeres trans son hombres, y debemos ayudarles a lidiar con eso".

Traducido por Verbum Caro.