El general Ion Mihai Pacepa no es fácil de localizar. Permanece escondido para su propia protección, raramente concede entrevistas y sólo puede ser contactado por correo electrónico a través de un intermediario.

Operación Seat 12
Como ex jefe de la inteligencia rumana que desertó a Estados Unidos en 1978, el ex espía de 84 años guarda secretos que incluso hoy podrían hacer sentirse incómodas a figuras del establishment, sobre todo en Rusia. Pero por lo que es más conocido es por su sensacional denuncia de un complot soviético para desprestigiar a Pío XII, al afirmar que él estuvo implicado en tal operación en los años 60 y 70 del siglo XX.

En un artículo de 2007 para National Review Online, Pacepa afirmaba que fue parte de la Operation Seat 12, una campaña de desinformación centrada en la obra de 1968 de Rolf Hochhuth El Vicario. La obra sirvió para desacreditar al Pontífice como un simpatizante nazi durante la guerra, diez años después de su muerte y cuando era por tanto incapaz de defenderse a sí mismo.

No le creyó... hasta que investigó por su cuenta
Pero los historiadores y diplomáticos de la era de la Guerra Fría albergan dudas sobre la historia. Los críticos de Pío XII, como era previsible, ignoraron la denuncia del complot como “muy improbable” o como propia de alguien que quería dotarse de un “aura misteriosa” en sus últimos años. Algunos defensores del Papa Eugenio Pacelli también expresaron escepticismo, incluyendo a Ronald Rychlak, un estadounidense profesor de Derecho, asesor vaticano y especialista en la controversia sobre Pío XII.

Sin embargo, en lugar de ignorar las alegaciones sin cuestionarlas, Rychlak decidió investigar por sí mismo, empleando los siguientes dos años en examinar las alegaciones de Pacepa. Entonces llegó a estar tan convencido de su veracidad que ahora ha escrito con el ex jefe de la inteligencia rumana un libro pronto a publicarse, bajo el título Disinformation.

“Poco a poco, todas las piezas encajaron en su lugar –afirma Rychlak a Zenit-. El nuevo cuadro respondía a muchas cuestiones y daba sentido a muchas cosas que antes eran inexplicables”: “Tras una correspondencia con Pacepa de tres años, y tras haber leído sus libros y muchos de sus artículos (y artículos sobre él), sé que nunca me indujo al error. Mi reacción en 2007 era el comentario natural, prudente de alguien ante una propuesta nueva y desconocida. Tras dos años de investigación cuidadosa, he cambiado de opinión... Estoy orgulloso de haberme asociado a él”.

El respaldo de James Woolsey
Ahora la historia de Pacepa está recibiendo un amplio apoyo, y los defensores de Pío XII creen que el nuevo libro, que incluye una introducción del ex director de la CIA James Woolsey, promete ser una aportación crucial para limpiar el nombre de Pío XII.

El mes pasado, con ayuda de la fundación Pave the Way, pude contactar con el ex jefe de los espías rumanos, principalmente para saber su reacción a la reciente decisión del Museo del Holocausto Yad Vashem de cambiar la placa dedicada a Pío XII.

Un cambio en el Museo del Holocausto
El 1 de julio, el museo anunció que cambiaría el texto de la placa para incluir algunos argumentos en defensa del historial de vidas de judíos salvadas por Pío XII. Pero la nueva versión no alude al complot soviético para desprestigiar su nombre. Cuando pregunté al jefe de investigación del museo, profesor Dan Michman, por qué omitió estas revelaciones, dijo que “realmente no creía” la historia, ni deseaba investigarla.

Pacepa respondió diciendo que “no hay pruebas consistentes de primera mano” que apoyen el rechazo de Michman, y sin embargo hay “cantidad de pruebas consistentes que prueban que el retrato de Pío XII como el papa de Hitler nació en Moscú”. Subrayó que para encontrar y reconocer esta evidencia “había que estar familiarizado con la muy secreta ´ciencia´ del Kremlin de cambiar el pasado para que concuerde con prioridades actuales”.

Pío XII y Ceaucescu, dos casos de "framing"

“En la jerga del KGB, cambiar el pasado fue denominado framing [montaje] –explicó Pacepa-, y era una especialidad de desinformación altamente clasificada” en la que había “como mosaicos hechos de cientos o incluso miles de piezas diminutas unidas”.

“Sólo un puñado de expertos diseñadores sabían cómo quedaría la imagen final –dijo-. Yo estuve de modo periférico implicado en cambiar el pasado de Pío XII pero entonces incluso yo no conocía cómo quedaría la imagen final”.

Dio ejemplos de cómo funcionaban tales operaciones de montaje , como los métodos despiadados de Stalin para falsificar los hechos históricos para que coincidieran con sus planes en los años 30, y las propias operaciones de desinformación de Pacepa como jefe de la inteligencia rumana en los años 70.

Recordó cómo manipuló con éxito para engañar a jefes de Estado occidentales, funcionarios de inteligencia y otros para que creyeran que el dictador de Rumanía, Nicolae Ceausescu, era un admirable líder prooccidental cuando, de hecho “era un drácula de tres al cuarto”. Tan efectiva fue esta operación de desinformación que el presidente de Estados Unidos Jimmy Carter describió a Ceausescu como un “gran líder nacional e internacional”, y la reina Isabel II le recibió en visita de Estado en el Reino Unido en 1978. Pacepa desertó poco después, revelando las mentiras a Carter y la reina. Ceausescu fue ejecutado por su propio pueblo en 1989, pero afirma que pocos en Occidente “se preocuparon por investigar cómo habían estado tan equivocados”.

El primer intento fallido de Stalin en 1945
El ex espía rumano dijo que el libro a punto de salir “contiene evidencias sólidas, de primera mano, que documentan cómo la inmensa maquinaria de desinformación de la KGB fue capaz de dar la vuelta a la imagen de Pío XII del blanco al negro, lo mismo que hizo con la imagen de Ceaucescu en sentido contrario”.

También explicó cómo el montaje de la imagen de un Papa fervientemente anticomunista empezó en 1945. Preocupado sólo por su propia imagen, y con la victoria reciente tras la II Guerra Mundial, Stalin tenía un enemigo más que quería derrotar: la Iglesia católica de Ucrania, el último enclave vaticano en la Unión Soviética. Tras perseguir a la Iglesia allí, intentó retratar a Pío XII como un colaborador del nazismo, proclamando en Radio Moscú en 1945 que Pío XII había sido el "papa de Hitler".

Pero la campaña cayó en el vacío porque se hizo el día después de que Pío XII condenara el "satánico espectro del nazismo" en Radio Vaticano. Además, Pío XII estaba siendo alabado por sus esfuerzos durante la guerra para proteger a las minorías religiosas por, entre otros, el presidente Franklin D. Roosevelt, Winston Churchill (que le describió como "el hombre más grande de nuestro tiempo"), y Albert Einstein.

La ignorancia de la siguiente generación
Los esfuerzos de desinformación de Stalin fueron rechazados por la generación contemporánea "que había vivido la historia real y conocía quién era realmente el papa Pío XII --dijo Pacepa--. El Kremlin lo intentó de nuevo en los años 60, con la siguiente generación, que no había vivido esta historia y no sabía más. En esa época funcionó".

En este segundo esfuerzo de montaje, la Operation Seat 12 fue la obra de teatro anti-Pío XII, El Vicario. Pacepa explicó que en su nuevo libro ofrecerá evidencias de cómo el autor alemán de la obra, Rolf Hochhuth, pretendía desacreditar a anticomunistas en cada una de sus obras, y que contiene "irrefutables evidencias de que la mano del KGB está detrás de toda la obra de Hochhuth”.

Además, reveló que uno de los mejores amigos de Hochhuth, que también investigó para él en dos de sus obras, es David Irving, el reconocido antisemita historiador que niega el Holocausto. Los defensores de Pío XII señalan la trágica ironía de que tantos líderes judíos sigan creyendo en la imagen de Pío XII como el Papa de Hitler, basándose en una obra escrita por alguien tan estrechamente ligado a Irving.

Los soviéticos no actuaron solos
En respuesta a los comentarios del profesor Michman, el general Pacepa dijo que esta investigación sobre Pío XII no se limita a las revelaciones de Hochhuth sino que es más amplia, sino que cubre "muchos países y muchos temas".

"Los materiales para estos temas están desperdigados en muchos archivos, tanto por toda Europa como más allá de sus fronteras, dijo a Zenit el 16 de agosto. "Es virtualmente imposible que los soviéticos hubieran podido falsificar y hacer montajes de todos estos documentos, y los estudiosos que llevaron a cabo la investigación provienen de una amplia variedad de círculos y antecedentes. Por lo tanto, la teoría de una conspiración ´toda ella debida a los Soviets/KGB/Stalin´ no parece suficiente para explicar el conjunto de la investigación y la controversia".

Por su parte, Gary Krupp, el fundador judío de la fundación Pave the Way, desestimó la respuesta de Michman en el sentido de que "la denuncia de blanqueo de tantos documentos de tantos países no tiene sentido". Krupp señaló que el profesor no puede ofrecer ninguna documentación legitimada que apoye su postura. "Lo que ellos ofrecen son documentos de otros funcionarios, y dan por hecho que ´por supuesto Pío XII tuvo que aprobarlos´. Pero esta lógica es sencillamente ignorancia de la realidad de las políticas vaticanas".

Krupp añadió que "nadie nunca ha sugerido" que los soviéticos cambiaran la historia. "Lo que hicieron fue iniciar lo que llamamos la Leyenda Negra de que Pío XII fue el Papa de Hitler --dijo-. Los revisionistas hicieron el resto, a través de sus malas traducciones, investigación en fuentes secundarias y su personal agenda oculta".