Massimo Introvigne es un sociólogo italiano, fundador y director del Centro de Estudio sobre las Nuevas Religiones (CESNUR). En un artículo publicado este lunes en su sitio web, titulado "El Papa, el preservativo y los imbéciles" explica que el origen en la confusión tras lo dicho por el Santo Padre está en la traducción hecha al italiano presentada por L’Osservatore Romano, y recuerda que sobre este tema el Pontífice no ha modificado las enseñanzas de la Iglesia.

En el libro "Luz del Mundo" de Peter Seewald, el Papa plantea como excepción para el uso del condón el caso de los varones que se prostituyen, como figura en el texto original en alemán y la traducción al inglés, que difiere de lo publicado por L’Osservatore Romano que en italiano usa el término "prostituta". La confusión se agravó cuando diversos medios de comunicación difundieron este fragmento del libro fuera de contexto y lo presentaron como un cambio en las enseñanzas de la Iglesia en materia de sexualidad.

Introvigne señala que "’prostituto’ en masculino, es mal italiano pero es la única traducción de ‘ein Prostituierter’ (el original alemán) y si se usa la palabra en femenino toda la frase del Papa (wenn etwa ein Prostituierter ein Kondom verwendet) ya no tiene sentido. De hecho las prostitutas mujeres obviamente no ‘usan’ el preservativo: en el mejor de los casos lo usan sus clientes".

Con esta afirmación en la que el Papa expresa que en el uso de un condón por parte de un prostituto homosexual ya hay visos de cierta responsabilidad pero que no es la forma adecuada de luchar contra el SIDA, Introvigne resalta que el Santo Padre "tiene en mente la prostitución masculina, donde con frecuencia –como afirma la literatura científica sobre la materia– los clientes insisten para que los ‘prostitutos’ no usen el preservativo y en la que muchos ‘prostitutos’ –como el clamoroso caso de Haití, desde hace mucho un paraíso de turismo homosexual– sufren de SIDA e infectan a cientos de sus clientes, muchos de los cuales mueren".

Cualquiera, prosigue el experto, "podría decir que ‘prostituto’ se aplica también al gigoló heterosexual que acompaña pagado a mujeres: pero el argumento sería capcioso porque es entre los ‘prostitutos’ homosexuales que el SIDA es notoriamente epidémico, sin tener en cuenta además que también en alemán para nombrar al ‘prostituto’ masculino que va con las mujeres se usa comúnmente el término ‘gigoló’".

Tras dejar establecido que "los embarazos no entran en este contexto, porque de la prostitución homosexual es un poco difícil que nazcan niños", Introvigne destaca que en lo que aparece en el libro de Peter Sewald sobre los preservativos "el Papa no dice nada de revolucionario".

El sociólogo señala luego que "un ‘prostituto’ que tiene una relación mercenaria con un homosexual –a decir verdad, cualquiera que tenga una relación sexual con una persona del mismo sexo– comete desde el punto de vista católico un pecado mortal. Pero, si siendo consciente de tener SIDA, infecta a su cliente sabiendo que lo hace, además de pecado mortal contra el sexto mandamiento comente uno contra el quinto, porque se trata de homicidio, al menos intento de él. Cometer un pecado mortal o dos no es lo mismo, e incluso en los pecados mortales hay una gradación. La inmoralidad es un pecado grave, pero la inmoralidad unida al homicidio lo es más".

Tras reiterar que la enseñanza de la Iglesia sobre la anticoncepción no cambia, el director de CENSUR pregunta: "¿dónde está la novedad y el escándalo si no en la malicia de algunos comentadores? A propósito, se lleva el título a lo más absurdo la primera nota de Associated Press, en inglés (…) ‘El Papa: la prostitución masculina es admisible, si se usa el preservativo’. Sólo los imbéciles confunden al Papa con Marrazzo (protagonista de un escándalo sexual en 2009), aunque ambos vivan en Roma".

Para leer el artículo completo en italiano, ingrese a: http://www.cesnur.org/2010/mi_pre.html