Tras las críticas recibidas por parte de la Iglesia a raíz de las expulsiones de gitanos rumanos, el ministro del Interior francés, Brice Hortefeux, se ha mostrado dispuesto a encontrarse con el presidente de la Conferencia Episcopal, el cardenal André Vingt-Trois y con aquellos que lo deseen “en el seno de la Iglesia francesa “para escuchar lo que me tengan que decir”.

Las declaraciones de Hortefeux a la emisora “Europe 1” se producen después de las críticas vertidas por varios obispos, en particular el arzobispo de Aix-en-Provence, hacia el expeditivo procedimiento de “repatriación con indemnización” para solucionar el problema de los campamentos gitanos. El domingo, el Papa críticó también de modo indirecto la política del presidente Sarkozy al recordar la necesidad de “saber aceptar las legítimas diversidades humanas”.

Uno de los sacrerdotes que más se ha significado en la reinserción de los gitanos en Francia, el padre Arthur Hervet, de Lille, avivó la polémica al declarar que “rezaba para que Sarkozy sufriera una crisis cardiaca” y se parasen las expulsiones de gitanos. Fuentes eclesiásticas se limitaron a recordar que la plegaria en la que se solicita un mal ajeno “no es cristiana”. El padre Hervet se ha retractado al matizar que en sus declaraciones se refería al corazón de Sarkozy “en sentido metafórico”.

En sus declaraciones a la radio, el ministro del Interior volvió a insistir en que Francia “actúa en consonancia con los textos previstos por la Comisión Europea”. El objetivo del gobierno francés es desmantelar 300 campamentos gitanos en un plazo de tres meses. Según indicó Hortefeux, hasta ahora han sido desmantelados 88 campamentos y “850 gitanos han vuelto de modo voluntario a su país de origen con una ayuda económica”.

El cardenal Vinght-Trois ha mostrado, por su parte, su disposición a encontrarse en breve con el ministro para recordarle la posición de la Iglesia “que es muy clara”. Según el presidente de los obispos franceses, la política de repatriaciones no soluciona el problema de los gitanos, “que no es sólo francés”, atribuye a esa población un sentimiento de “culpa colectiva”, y extiende además el estigma social “a otras poblaciones nómadas europeas”.