Zenaida Fernández es enfermera neonatal, madre de dos hijos y, desde hace un tiempo, laica del Hogar de la Madre. Conoció a las religiosas del Hogar de la Madre en el Santuario de Nuestra Señora del Águila, en Alcalá de Guadaíra (Sevilla), su pueblo. Ella subía al santuario a veces a rezar novenas a la Virgen y a hablarle. También buscaba la presencia de la Virgen en Montserrat, cuando acudía a cursos Nueva Era en Cataluña. Lejos de Dios y la Iglesia, algo en María le aportaba paz y orden. Ha contado su testimonio en dos ocasiones, por escrito en la web de Hogar de la Madre y en el programa "Cambio de Agujas" de HM Televisión.

Infancia católica, pero con poca formación

Zenaida nació en una familia católica, "más tradicional que practicante". Su abuela rezaba siempre el Rosario y ella, de niña, se sentía cercana a Jesús. Pero en la adolescencia sintió que "lo que había en la Iglesia no era lo que debía ser". Como adolescente y joven todo en la Iglesia le parecía mal, hipócrita. "También había muy poca formación religiosa: me aparté de la Iglesia sin conocer la religión, en realidad".

Empezó a estudiar enfermería y unas amigas le presentaron el mundo de la New Age. "En realidad, yo buscaba a Dios", piensa hoy. Le gustaba la filosofía hindú, y el taoísmo. Le parecía que aportaba "paz". "Creo que yo vivía en un mundo de fantasía, que no aceptaba la realidad de las cosas, y además buscaba a Dios. Y eso me creaba mucha confusión".

New Age, taichí, reiki... 

"Una buena parte de mi vida, la pasé haciendo cursos: de crecimiento personal y auto superación, de astrología, mineralogía, numerología, taichí, yoga...etc, girando y girando sobre mí misma, como un hamster en su noria. Todo esto aumentó mi confusión, al mismo tiempo que disminuía el contenido de mi bolsillo. Otras amigas me presentaron a un maestro de reiki. No pude pasar del primer nivel de reiki, no era lo suficientemente buena", recuerda.

"Hubo situaciones en las que siento que estaba el demonio. Lo sentí especialmente cuando estaba en el reiki", añade. "Y en cierto momento incluso enfermé físicamente".

"Yo iba a encuentros de Nueva Era, sobre todo de 'para ya de sufrir', de 'no hay cruz, sé un triunfador, éxito a toda costa', 'aliméntate de luz'".

Un día, en un templo budista, Zenaida se puso a rezar el Rosario, incluso sin recordar bien las oraciones. "¿Qué estoy haciendo aquí?", se planteó, como si despertara, o tomara conciencia.

A Montserrat a hablar con la Virgen y escuchar gregoriano

Muchos encuentros de New Age se celebraban en Cataluña. Pero ella, cuando estaba allí, aprovechaba para subir al monasterio de Montserrat, "y allí me pasaba el fin de semana con la Virgen y le contaba mis cosas. Hoy le tengo mucha devoción a la Virgen de Montserrat, porque siento que ella me ayudó mucho". Llegaba unos días antes para poder estar en el santuario mariano, "para estar con Ella y escuchar los cantos gregorianos de los monjes benedictinos y la escolanía, que elevaban mi espíritu". También había retiros de New Age en Portugal... y ella aprovechaba para pasar por el santuario mariano de Fátima.

Rezaba a la Virgen en su santuario... y Ella la guió

Aún estaba metida en la Nueva Era cuando, en su pueblo, subía al santuario de Santa María del Águila a rezar novenas a la Virgen.

Santuario de Santa María del Águila, en Alcalá de Guadaíra

"La Virgen se comunicaba conmigo en esas novenas, no con palabras, pero cuando bajaba, yo sabía perfectamente lo que tenía que hacer. No me perdía una novena en verano", explica. "Y en una de esas novenas Nuestra Madre me dijo exactamente lo que tenía que hacer: 'ahora te vas a formar porque no tienes ni idea'", sintió que se le decía.

Y así Zenaida se apuntó en el Seminario a estudiar algunas asignaturas, especialmente Sagrada Escritura, "que me encantó". Y también conoció distintas realidades eclesiales: Cáritas, Focolares... Empezó a colaborar con Cáritas y con las Siervas del Hogar de la Madre que había conocido en el santuario del Águila.

Cambiar de vida: "¡vive como las hermanas!"

Con las Siervas de Hogar de la Madre fue como creció en la fe y cambió de vida. Le ayudó un viaje a Tierra Santa. "En la Iglesia de la Dormición de la Virgen sentí que ella me decía: "¡vive como las hermanas!". De vuelta a casa, tapé la televisión con un trapo. Y me puse en serio con la oración. Orar me resulta fácil, me da paz, lo que me cuesta es organizarme".

Más adelante, en Medjugorje aprendió a ver a Cristo en la Eucaristía y a tratar la Eucaristía con reverencia. Hoy tiene una convicción que quiere recordar cada día: "Por mal que vaya la Iglesia, el mal no prevalecerá sobre ella", dice Zenaida, ella, que de adolescente era tan crítica. "Como dijo la Virgen: al final, mi Inmaculado Corazón vencerá".