El discernimiento vocacional es un momento clave en la vida de quienes optan (o no) por la vida consagrada. Andrew Younan, sacerdote caldeo, ha sido rector de seminario y sabe de lo que habla cuando propone algunos consejos de forma humorísticamente intempestiva.

"En mis dieciséis años como sacerdote, he sido director vocacional, rector de seminario y director espiritual en un convento. Y lo que es más importante, he cometido un montón de errores y he aprendido mucho. Como en muchos asuntos que tienen que ver con Dios, buena parte de lo que sabemos sobre la vocación se refiere lo que no es verdad", afirma en su blog, cuyo último post explica Qué no hacer al discernir una vocación.

Lo hace en forma de un diálogo con aire desenfadado en donde ofrece observaciones muy profundas adoptando el papel de un sacerdote displicente que responde con cierto hartazgo a las preguntas de un (o una) joven con un exceso de tribulación sobre si Dios le llama o no.

"No soy historiador de la teología", dice, "pero me pregunto cuándo pasó a primer plano esa idea actual de 'discernir la vocación'. Antes, si a un tipo le gustaba la idea de ser monje, se hacía monje, y fin de la historia. Creo que es posible que mucho de la torturante búsqueda de nosotros mismos que hacemos ahora procede de nuestra confusa y narcisista cultura. Lo mismo vale para decidir con quién casarte. Comprendo que es importante para ti, pero, sinceramente, tú no eres tan importante, así que elige a alguien, y adelante. Ser joven ya te confunde bastante de por sí, sin necesidad de que además te obsesiones".

Younan es sacerdote de rito caldeo en Estados Unidos y profesor de Filosofía y de Lenguas Bíblicas en la JPC, la Universidad Católica Juan Pablo el Grande en Escondido (California) que forma a los alumnos para incorporarse con criterios católicos al negocio y las artes audiovisuales. 

Andrew Younan, doctor en Filosofía y Teología y traductor del arameo, es autor de diversos libros sobre sus áreas de trabajo: gramática caldea, filosofía natural, metafísica y teodicea.

Antes del confinamiento por el coronavirus, el padre Younan participó en una charla informal en el Pabellón Chesterton para alumnos de la JPC University. Bajo una frase del gran escritor inglés que dice "Con nadie seas tan precavido como contigo mismo. Nuestros peores enemigos los llevamos dentro", se comentaron algunos de los aspectos que, en su blog, refleja en forma de diálogo.

A continuación recogemos algunos de los consejos que, siguiendo un esquema de hipotéticas preguntas y respuestas con alguien imaginario que acude a consultarle, plantea el padre Andrew a quien está discerniendo su vocación a la vida consagrada.

-¿Cómo puedo conocer la voluntad de Dios?

-No consideres la voluntad de Dios como algo independiente u opuesto a la sabiduría. Dios quiere que elijamos sabiamente. Así que si has considerado algo (en oración) utilizando lo mejor de tu sabiduría, ya has cumplido. No creas que discernir la voluntad de Dios es algo muy distinto a eso.

-¿Y si no me siento llamado a una vocación consagrada?

-Perfecto. Pues adelante. Muy poca gente está llamada a ella, muchos no llegan ni a considerarlo, y no tienes obligación de hacerlo. Cásate.

-¿Todo el mundo tiene que discernir una vocación a la vida consagrada?

-No.

-¿No es el matrimonio una vocación?

-Sí, en el sentido de que es una forma de vida que Dios puede utilizar para santificarte a ti y a quienes te rodean. Pero no es una vocación en el sentido de una “llamada especial”, y definitivamente no es algo que tengas que discernir. Todo ser humano, por formar parte de la especie humana y tener un cuerpo humano, está “llamado” al matrimonio… Así que no tienes que discernir si estás llamado al matrimonio o al celibato. Es un dilema absurdo. Todo el mundo está “llamado” al matrimonio por la naturaleza, en la medida en que somos seres humanos. La cuestión es si estás también llamado a una forma de vida sobrenatural, algunas de cuyas expresiones te exigen el sacrificio de tu “llamada” natural al matrimonio, que ya tienes.

-¿Cómo puedo discernir con quién tengo que casarme?

-No tengo ni idea. ¿Tal vez salir con alguien? Supongo que la otra persona tendrá algo que decir. Pregúntale a tus padres.

-¿Y si escojo la vocación errónea?

-Dios no te machacará eternamente si eliges una forma de vida santa en vez de otra. ¡Por el amor de Dios! ¿Por qué tienes que pensar que ahí fuera hay una especie de vocación mágica para ti que tienes que descubrir mágicamente, y si no la descifras y terminas haciendo alguna otra cosa buena, arderás en el infierno para siempre?

»Discernir una vocación no es decidir si seguir o no seguir a Dios. El hecho de que estés pensando en ello ya significa que estás siguiendo a Dios. Una vocación es precisamente la forma específica en que lo harás. Pero todas las opciones que tienes ante ti son buenas opciones. A veces acuden a mí chicas con ataques de pánico porque no están seguras de en qué convento quiere Dios que entren. Serénate. Todos ellos son conventos. Si uno te gusta más que otro, entra en ése.

-Pero ¿y si uno me gusta más que otro por razones egoístas?

-¿Por qué eres así? ¿Por qué te haces esto a ti mismo o misma? Y, lo que es más importante, ¿por qué me haces esto a mí y desperdicias mi tiempo? Tu vocación es ante todo y principalmente un asunto tuyo. Así que si te gusta más uno que otro, bien. ¿Crees que la voluntad de Dios para ti es que odies tu vida? ¿Crees que podrás servir bien a los demás viviendo así? Sí, toda vocación tiene sus luchas. Simplemente deja el complejo de mártir a la puerta. No le estás haciendo un favor a nadie.

-Pero ¿no es el sufrimiento una parte de la vocación?

-No. El sufrimiento es parte de la vida humana. No tienes que buscarlo. Él te encontrará a ti, estés donde estés. Y cuando lo haga, asúmelo como un adulto y eso te santificará.

-Pero ¿cómo puedo saber qué vocación quiero?

-¿Y cómo quieres que yo lo sepa?

-¿Y si me siento llamado a una vida consagrada, pero no lo hago?

-(...) Lee Mateo 19, 16-30 [El joven rico]. La primera cuestión es sobre la vida eterna. La respuesta es cumplir los mandamientos, no vender todas sus posesiones y seguir a Jesús de esa forma radical. Seguir o no seguir una vocación no es un acto moral o inmoral. Elegir una forma de vida (en Cristo) en vez de otra no es un pecado.  

»(…) Tu vocación es algo concreto para ti, así que cae en una categoría completamente distinta al pecado. Si te sientes llamado a dejarlo todo, vender todas tus posesiones y seguir a Cristo, hazlo. Pero si no lo haces, no irás al infierno (al menos no por eso). Tal vez andes triste, especialmente si tienes muchas posesiones, pero eso es una cosa distinta. Y no es mi problema.

-¿Se supone que tengo que sentir algo o recibir una señal de que estoy llamado a una vida consagrada?

-Yo no lo sentí ni lo recibí, y no sé de nadie que lo sintiera o recibiera. Si Jesús se te apareció, o bien fue algo genial o bien estás mal de la cabeza. Si has encontrado una rosa en el umbral de tu puerta o algo parecido, tal vez es que alguien te está acosando.

-¿Está bien tener una cita si estoy discerniendo seriamente una vocación consagrada?

-No. No se tienen citas serias con más de una persona. No hay forma de hacerlo sin herir los sentimientos de alguien, o los tuyos, o ambos.

-¿Y si no lo estoy discerniendo seriamente, sino solo pensando en ello? ¿Tengo que romper con mi novio o novia?

-Probablemente no. Si eso va a más, no haría ningún daño decírselo y ver qué pasa.

-¿Y si tuve un pasado realmente pecador?

-A nadie le importa. Preocúpate más de tu presente.

-¿Y si mi pasado pecaminoso todavía me asalta con recuerdos y tentaciones?

-Lucha con ello. Pero no creas que eso hace imposible la vocación consagrada. Mira San Agustín.

-Pero ¿no dijeron San Fulano y Santa Mengana esto o aquello sobre la vocación?

-Ahí me has pillado. Pregúntale a ellos.

-¿Por qué es usted tan antipático y poco servicial?

-Porque la gente se empeña en hablarme de su vocación.

-¿No es la vida consagrada más noble que la vida matrimonial?

-Sí. Aunque eso no significa que estés llamado a ella. Y eso no significa que todo célibe sea más feliz o más santo que toda persona casada.

-Si es más noble, ¿por qué Dios no llama a más gente a ello?

-Porque las cosas nobles (más elevadas) son, por definición, raras. (…)

-¿Qué tal es ser sacerdote?

-Está bien. A veces es un fastidio.

-¿No debería usted decir que es maravilloso?

-Esto no es una película de Disney.

-¿Qué es lo mejor de ser sacerdote?

-Decir misa, con diferencia.

-¿Qué es lo peor de ser sacerdote?

-Tú.

-Si eso es lo que piensa de  la gente, ¿por qué no se hace ermitaño?

-Me gustaría.

-De verdad, es usted muy antipático.

-Eso no es una pregunta.

-Vale, entonces, ¿cómo discierno mi vocación?

-No lo sé. Eso es algo super-personal que Dios te da a ti. No es comprensible por nadie más que por ti. Averígualo por ti mismo.

-¿No puede darme algún consejo genérico?

-Vale. Reza larga y tranquilamente, acude a la Adoración al Santísimo, siéntate y calla, solo estate allí. Considera qué te anima y qué entusiasma. Considera qué te acerca más a Dios. Considera cómo Dios actúa por medio de ti. Intenta crecer en el amor de Dios y del próijmo y en todas las virtudes (eso aclarará tu cabeza y te ayudará a pensar mejor). Lo más importante: considera lo que tú quieres. ¿Quieres una vida consagrada? Ok, hazlo. ¿No estás seguro? Haz uno de esos retiros de fin de semana, o únete a algún encuentro en Zoom o lo que sea. ¿Te gusta y crees que podrías hacerlo? Para eso están el seminario y el noviciado. Entra en ellos.

-¿Cómo es seguir la vocación?

-Raro, interesante y pesado.

-¿Y si nunca consigo averiguarlo?

-Dios se servirá de ti en cualquier forma.

-¿Debería serenarme?

-Sí.