Elías proviene de una familia evangélica. Sus padres y su hermana lo son, pero él ahora es católico, es más, es supernumerario del Opus Dei tras haber recibido el Bautismo y el resto de sacramentos de iniciación cristiana en 2020 gracias al papel que desempeñó un amigo suyo.

Así lo relata en la web oficial del Opus Dei:

«La invitación de un amigo cambió mi vida»

Mi nombre es Elías. Nací el 30 de octubre de 1999 en la Ciudad de México, en una casa donde siempre hubo amor, cariño y libertad. Mis padres siempre nos educaron a mi hermana pequeña y a mí para seguir nuestro propio camino.

En el 2018, comencé a estudiar la carrera de Filosofía. En la universidad conocí a Manuel, que es ahora un gran amigo. Un día, Manuel me invitó a comer en la Residencia Universitaria Panamericana (RUP), un centro de Opus Dei.

Recuerdo que la pasé muy bien ahí, pero por distintas circunstancias no regresé. Pasado el tiempo, Manuel me invitó a asistir a un medio de formación cristiana. Yo no era católico, y mis amigos lo sabían. Pero Manuel no cayó en la cuenta o, por gracia del Espíritu Santo, lo olvidó.

Comprensión de la Iglesia católica

Comencé a ir con frecuencia a la RUP y así conocí mejor la Iglesia católica y descubrí el espíritu del Opus Dei. Creo que nada de esto hubiera pasado –o al menos hubiera sido un camino distinto– si no hubiera sido por la invitación de Manuel.

Ya algunos años antes me había planteado mi paso al catolicismo. Parte de mi familia extendida es católica, y había asistido en varias ocasiones a bautizos, bodas, primeras comuniones… También, cuando pasé una temporada en el extranjero, gran parte de mi tiempo libre lo invertía en conocer iglesias. Recuerdo que me llamaba la atención la belleza de las ceremonias y de los templos; fue precisamente a través de lo estético, lo visible, que pensé en una posible conversión. No obstante, fue hasta la universidad que me lo planteé seriamente.

A medida que crecía la amistad con chicos católicos crecía dentro de mí este pensamiento: “estas personas piensan –más o menos– en las mismas coordenadas que yo sobre lo que es y lo que debería ser la vida. Es gente que procura ir a Misa todos los días, procura formarse en su fe y vivir con sus amigos un verdadero cariño”. Por eso concluí: “creo que esto es para mí”.

Lógicamente, había muchas cosas sobre la Iglesia que no entendía bien. Me costaba especialmente comprender la figura de la Virgen y de los santos. Poco a poco, entendí que en gran parte, continuaba viviendo lo mismo –el amor a Dios y a los demás– con la ventaja de saber que junto a mí hay millones y millones de personas que hicieron lo mismo y que ahora, desde el Cielo, quieren eso mismo para mí: me quieren feliz. Era como descubrir que ahora podía formar parte de una familia mucho más grande.

Los sacramentos con la compañía de la familia

Recibí el bautismo, la primera comunión y la confirmación el 3 de octubre del 2020 en la RUP. Además de varios de mis amigos, ese día me acompañaron mis padres, mi hermana y mi abuela materna. Fue especialmente entrañable.

Y recientemente, solicité mi admisión al Opus Dei como supernumerario. Hoy puedo decir que mi vocación se la debo a mis padres. Ellos me enseñaron a amar a Dios y a servir a los demás; y, gracias a ellos, entendí que podía ganarme el Cielo día a día, en el trabajo, con mis amigos…

Me doy cuenta de que Dios pensó en todo desde el principio para que –si yo quiero– pueda ser feliz. Me puso en una casa concreta con unos padres concretos, me concedió unos amigos y una forma de ser. Todo esto ha conformado mi relación con Él y con los demás, y me ha llevado a descubrir que estoy llamado a luchar por la santidad en la vida ordinaria.