Jorge Ribera se nos ha ido al cielo hoy a las 9 de la mañana, rodeado del cariño de su familia. Es momento de dar gracias a Dios por su vida. De encomendarle y encomendarnos a él y de rezar mucho por su familia en estos momentos tan difíciles. Que Dios os bendiga por lo mucho que habéis rezado y le habéis acompaño desde aquí durante tantos años. Os bendigo cariñosamente a todos”, informaba este sábado a través de las redes sociales el sacerdote Juan Ramón Domínguez.

Y es que la lucha contra la leucemia de este joven católico se había convertido en conjunta gracias a la enorme cadena de oración que durante años se ha ido extendiendo por toda España e incluso en otros países. Eran como decía el propio Jorge sus “smile soldiers”, los soldados de las sonrisas. Finalmente, a sus 24 años ha fallecido en Valencia diez años después de que le diagnosticaran leucemia, a la que aparentemente había vencido, pero que reaparecía una y otra vez.

Sin embargo, su testimonio de fe, su alegría y su amor a Dios en medio del dolor, el sufrimiento y la muerte ha ayudado a miles de personas, a aquellos que rezaban por él y a todos aquellos que han ido conociendo su historia. Una cita que define quién fue Jorge Ribera fue esta intervención suya: “Le diría a Dios que le quiero con locura, le doy gracias de todo lo que me ha dado y le pido que me ayude a ser mejor”.

Durante años Jorge ha ido hablando de su enfermedad, su evolución y cómo afrontaba toda esta situación a través de las redes sociales, donde un ejército de seguidores rezaba por él, le animaban y a su vez eran ellos los que eran ayudados por esta experiencia de lucha impregnada de Dios.

En una charla que pudo dar en un colegio en un periodo extrahospitalario, Jorge decía a otros jóvenes con total naturalidad: "Soy consciente de que estoy vivo porque hay mucha gente rezando por mí".  Y sobre esa ayuda sobrenatural que recibía añadía: "He decidido seguir luchando por toda la gente que me quiere. Saco fuerzas de mi familia y de Dios".

En varias ocasiones ha tenido ocasión de explicar el papel de Dios en su enfermedad y sobre todo en poder vivirlo con alegría y esperanza. Jorge aseguraba en Respública que “sin la fe puedes verlo como una forma de superación o de mejora personal. Si crees, tienes la certeza de que ese dolor trasciende hacia algo o alguien, así que puedes aprovechar y ofrecerlo por la gente a la que quieres, esto me ayuda a ver que Dios realmente existe, veo cambios alucinantes en amigos y personas conocidas que de otra forma dudo mucho que pudieran ocurrir”.

Es decir, la enfermedad era para él también un elemento en el que podía mostrar a Dios. Recordaba el momento en el que le diagnosticaron la leucemia que le tuvo una buena parte de su vida entre su casa y hospitales. “Me lo dijeron mis padres, en principio tenía que ingresar en ese mismo momento en el que me lo decían, pero al final me dejaron entrar por la noche, así que me fui con mis padres y hermanos a casa. Hicimos una buena comida y pasamos un rato juntos llorando y desahogándonos. Después me fui a despedirme de mis amigos. Me despedí del Señor y fui a Misa, me confesé y recibí la Unción de Enfermos. Y listo, para mi nueva casa”.

En Paraula, pese a su juventud mostraba una enorme madurez espiritual. Desde su propia experiencia explicaba que “si lo aceptas, rezas más y estás mucho más cerca de Dios. Y es que Dios no es un ente extraño que está ahí viendo lo que hacemos y ya. ¡Qué va! Dios es nuestro padre y cualquier padre se vería afectado si su hijo estuviera pasando por una situación como esta. Así que le pido ayuda y consuelo”.

Jorge no separaba a Dios de su Iglesia y afirmaba que estar en ella “me ayuda a tener fe porque sabes que lo que estoy pasando no es en vano sino que tiene repercusiones en los demás, es algo trascendente con lo que puedes ayudar al resto”.

“Me he sentido muy ayudado por la Iglesia. Los sacerdotes han estado ahí para poder confesarme y comulgar y, además, me consta que religiosas y religiosos están rezando por mí. También amigos, conocidos e incluso gente que no conozco de nada pero que les ha llegado mi caso me mandan ánimos y me encomiendan”, añadía Jorge.

En todo momento luchó para curarse, con sus propias fuerzas y también con la de tantas miles de personas con las que estaba en comunión a través de la oración. Pero sabía que la muerte podría estar ahí y no la rehuía.  “Sobre lo de ‘pobre Jorge’, para nada, en realidad si no consiguiera vencer a la enfermedad, me dolería por la gente que está cerca de mí, por su sufrimiento. Yo, aunque prefiero quedarme, lo aceptaría, pues tengo claro que de aquí al cielo”, afirmaba.

Tampoco se cansaba de explicar de dónde le venía esta vitalidad para afrontar la vida. Explicaba Jorge: “No me canso de responder que la saco de Dios, no veo otra forma de poder afrontar esto. Tampoco me siento utilizado, aunque mucho menos un punto de referencia para nada ni nadie. Lo único para lo que me pueden utilizar es para rezar por ellos, o alguien o  algo, así que si es eso lo que me piden, por mí genial, cuántos más mejor, hay que sacar el máximo provecho posible de esto”.

 

Durante estos últimos meses la enfermedad había ido avanzando y la muerte se acercaba, pero este ejército de las sonrisas que siempre le ha estado sosteniendo en la oración provocó un momento viral en las redes cuando estando ingresado en el hospital sus amigos llegaron y le sorprendieron con una canción compuesta expresamente para él que emocionó totalmente a Jorge.

Este luchador falleció el sábado, pero aficionado como era al mundo militar, completó fielmente la misión que le había sido encomendada. Con su testimonio, con su vida y con su muerte, ha sido un extraordinario instrumento de Dios. Ahora ya descansa en paz.