La doctora Helena Marcos es una de las pioneras en la Naprotecnología en España. Desde hace más de cinco años atiende a matrimonios que tienen problemas de fertilidad y que buscaban un método éticamente valido para poder lograr un embarazo. Hasta entonces, y todavía hoy, muchos cristianos se han sentido desamparados ante un problema al que la Iglesia parecía no prestar demasiada atención.

Aunque todavía falta un largo recorrido, la Naprotecnología es cada vez más conocida entre muchos cristianos y hay más pastores conscientes de la necesidad de poner el foco en una respuesta válida para los cristianos con respecto a la infertilidad. La doctora Marcos es consciente de este crecimiento, lo experimenta en su consulta con Naprotec y también es testigo directo de los frutos de esta técnica nacida en EEUU de manos del doctor Thomas Hilgers.

Pero además de médico experta en Naprotecnología, Helena Marcos es especialista en cuidados paliativos y medicina de Urgencias.

Si la medicina es su pasión la fe es la esencia de su vida. Conoció verdaderamente a Dios al empezar la universidad y se enamoró tanto de Él que acabó entregándose a Dios. La doctora Marcos es laica consagrada y pertenece a los Apóstoles de los Corazones de Jesús y María, donde su vocación es “ser corazón de Cristo en el mundo”, también en su trabajo ayudando médicamente a cientos de matrimonios.

En Religión en Libertad hemos charlado con la doctora Helena Marcos acerca de la Napro, sus desafíos, pero también sobre su papel como pionera en esta técnica y su profunda vida de fe:

-¿Cómo conociste la Naprotecnología? ¿En qué momento decidiste dedicarte a algo prácticamente inédito en España entonces?

-Conocí la Naprotecnología en un congreso mundial de Métodos Naturales de conocimiento de la fertilidad, en Milán. Aunque ya había leído algo de la Napro en algún blog, lo cierto es que no encontraba mucha información en español (tampoco en inglés) y me olvidé del tema. Cuando acudí a este congreso como monitora de método sintotérmico puede conocer allí médicos que ejercían la Napro. Muchos de ellos eran Médicos de Familia como yo, así que volví convencida de que iba a formarme en Naprotecnologia para ayudar más a mis pacientes.

- Como médico, ¿te has encontrado incomprensiones de compañeros o incluso rechazo por apostar por la Napro?

-Muchas, la verdad es que se conoce poco y se entiende aún menos. En un mundo tan penetrado por las técnicas de Reproducción Asistida, se entiende muy poco la apuesta por una ciencia respetuosa con el acto conyugal y con la salud de los esposos. Como no se entiende, se desprecia muchas veces.

-¿Cuál es tu experiencia personal como médico especialista en Napro en estos años? ¿Cómo llegan los matrimonios desde el punto de vista clínico, psicológico o emocional?

-¡Podría contar muchísimas cosas! Mi experiencia desde luego es muy positiva. Los matrimonios llegan desgastados, a veces tras haber transitado por la reproducción asistida y haber sido defraudados. Otras veces somos los primeros a los que acuden, por convicciones morales, también a veces con poca esperanza. Suelen tener una “mochila” de pruebas a cuestas, casi siempre vienen sin un diagnóstico, y con un trabajo que hay que hacer de duelo y aceptación.

- ¿Nos podrías hablar de los resultados y efectividad de la Napro? Porque al final lo que quiere toda pareja que llega es poder tener un niño…

-A mí me gusta decir que nuestro éxito es del cien por cien. Porque éxito es un resultado feliz de algo y yo creo que el cien por cien de las personas (o un número cercano) se siente satisfecho en cuanto a restaurar la salud, tener un diagnóstico y un tratamiento, así como un acompañamiento. No nos gusta hablar de que el objetivo es “un niño” porque esto nos acercaría muchísimo a la mentalidad de que el hijo es un producto, que hay en la reproducción asistida.

Pero si hablamos de embarazo, aunque no he hecho una estadística todavía de la consulta (debido a que aún no llevamos tanto tiempo atendiendo) tendríamos que diferenciar entre las diferentes edades (es muy distinto atender a una mujer de 25 que a un de 43 por ejemplo) y patologías. Sin embargo las publicaciones de consultas de Napro en Irlanda y Canadá similares a la mía están en torno al 45% de consecución de embarazo.

- Aunque la Napro es un método médico y científico está relacionado en su esencia con la fe desde sus inicios ¿Cómo se conjugan aquí ciencia y fe?

-La verdad es que no hay en ella ningún tipo de contradicción (nunca la hay realmente entre ciencia y fe). En la Napro usamos la ciencia conocida para ahondar en las causas de la infertilidad y tratarlas. Es mucho más científica que las técnicas de reproducción asistida donde se desconocen las causas y mecanismos de la infertilidad para limitarse a “fabricar” un hijo.

-No sólo eres doctora, sino además católica y laica consagrada, ¿la Iglesia está dando respuesta al problema de cada vez más matrimonios que no pueden tener hijos o sigue pasando de lado ante esta problemática?

-Pienso que cada vez más la Iglesia es consciente de este tipo de problema pero es verdad que la pastoral requiere una respuesta concreta. Creo que en los cursos prematrimoniales o en la pastoral de novios se tiene mucho en cuenta las dificultades de tener una familia numerosa, pero se habla mucho menos de la posibilidad de la infertilidad. Cuando pensamos en “los hijos que Dios quiera” casi siempre pensamos en “muchos”, no en “ninguno”. La verdad es que desde los COF se puede y debe acompañar mucho a estas personas, y animo a los pastores a acompañar y animar a las familias a descubrir la fecundidad dentro de la infertilidad.

- Que métodos como la Napro no se promocionen ni se conozcan, ¿es por una mera cuestión económica y comercial en favor de la FIV o hay algo más?

-Desde luego hay una cuestión económica, grandes laboratorios y clínicas. Mucha gente se lucra con la fecundación in vitro (FIV). Luego está claro que hay también un plan en contra de Dios. Interesa, como vemos en la sociedad, que la familia se dañe e incluso desaparezca. La lucha por la familia es la primera línea en la batalla actual.

- Como hemos dicho eres laica consagrada. ¿Nos puedes hablar qué tipo de vocación vives y dónde la vives?

¡Claro! Mi Asociación se llama “Apóstoles de los Corazones de Jesús y María” (ACIM para abreviar). Nuestra vocación es “ser Corazón de Cristo en el mundo”, llevar el Corazón de Jesús  a todos los lugares donde no está, hacer que todos los hombres le conozcan y amen. Vivo en una comunidad donde todo nos ayuda a estar cerca de Dios, el centro de nuestra vida es la Eucaristía, el amor a la Virgen y a la Iglesia. Desde ahí debemos ir a todos los lugares que Dios nos envía a anunciarle, cada una en su ambiente y su trabajo. También en los Grupos de Oración del Corazón de Jesús, a los que pertenecemos y donde nos dedicamos especialmente al apostolado con jóvenes.

- ¿Cómo se fraguó esta vocación religiosa?

-Cuando conocí al Señor estaba yo comenzando la carrera de Medicina, a los dos años sentí que el Señor me llamaba a ser sólo suya, en un camino de dar a conocer su Corazón perteneciendo exclusivamente a él, pero a la vez permaneciendo en el mundo.

-¿Cómo se unieron en tu vida tus dos vocaciones?

-Dentro de la medicina siempre me han atraído más las especialidades donde se estaba más de cerca con el paciente, Medicina de Familia (especialidad que finalmente hice en la Residencia), también me especialicé en Cuidados Paliativos (porque pensaba que Dios podía llevarme por ese camino) y las Urgencias. Finalmente en una peregrinación a Medjugorge y otra posterior a Garabandal, vi confirmado mi camino con la Naprotecnología. Quería encontrar ayuda para los matrimonios católicos que sufrían la infertilidad, me parecían los desahuciados de la Medicinad de hoy en día. Es un camino precioso en el que me siento privilegiada de conocer y acompañar a personas maravillosas todos los días.