El escritor José Luis Olaizola, Premio Planeta, novela la apasionante historia de Melchor Rodríguez en “El anarquista indómito. La leyenda del ángel rojo” (LibrosLibres)
 
Al anarquista Melchor Rodríguez (18931972) se le conoce con el apodo de “el ángel rojo” por haber salvado la vida de miles de opositores políticos durante la Guerra Civil española.

Como Director General de Prisiones, Melchor Rodríguez se opuso, a riesgo de perder su vida, a los asesinatos de presos políticos que tanto Santiago Carrillo como José Cazorla, ambos del PCE, procuraban con el fin de exterminar a la llamada “la quinta columna”.
 
Religión en Libertad ha entrevistado al escritor José Luis Olaizola, que está a punto de cumplir 90 años, y se ha convertido, posiblemente, en el escritor en activo más longevo de las letras españolas.


- Melchor tuvo una juventud muy azarosa, ya que quedó huérfano de padre siendo adolescente, dejando a la familia- mujer y tres hijos- en la penuria. Pese a tener una gran facilidad para los estudios, sobre todo para las letras, tuvo que dejar el bachiller para ponerse a trabajar como chapista.

»Gracias a un profesor pudo continuar estudiando y llegó a ser hombre de gran cultura, con ramalazos de poeta. Su padre le había inculcado la afición a los toros, y decidió hacerse torero con el exclusivo objetivo de traer dinero a casa. No lo hacía mal y llegó a debutar como novillero. Pero una cogida que le tuvo postrado en cama en un hospital, le hizo desistir.

»En este oficio de chapista se dio cuenta de los abusos que padecía el obrero y comenzó a significarse en política, llegando a ser uno de los fundadores de la FAI, partido anarquista en el que Melchor veía una vía de verdadera libertad y justicia para el ser humano, pero siempre dentro de una línea pacifista. Hombre de verbo fácil era requerido para intervenir en mítines y huelgas, lo que le acarreó múltiples ingresos en prisión.
 

- Cuando comienza la guerra civil se da cuenta de los abusos que cometían los de su bando e, incluso, la degradación de la FAI, a la que se había incorporado delincuentes comunes salidos de las cárceles.

»Se da cuenta de que amigos suyos, como los Álvarez Quintero, podían ser presa de esa vesania, y por eso decide fundar su propia Cheka con el exclusivo objeto de protegerlos.


José Luis Olaizola, escritor de éxito y Premio Planeta, ha vendido millones de ejemplares de sus novelas durante su larga trayectoria como escritor 


- No es extraño que la Pasionaria quisiera salvar a unas monjas, ya que se había educado en un colegio de monjas y no le habían dejado mal recuerdo.

»La Pasionaria había pertenecido en Vizcaya  a las juventudes católicas y se había casado por la Iglesia. Es más, pese a ser comunista hay indicios de que murió en el seno del catolicismo, según resulta de documentación del padre Llanos S.J. del que era amigo.

»El que recurriera a Melchor era lógico pues en Madrid se sabía que su cheka era una tapadera, que los mandos se la consentían por el prestigio que tenía Melchor.
 

- Melchor sabía que entre los refugiados había algún sacerdote, y que se celebraban misas, pero el hacía la vista gorda y ,por ejemplo, cuando se celebró una boda entre dos falangistas el procuró ausentarse del palacio.
 

- Cuando Melchor se entera de los  fusilamientos de Paracuellos del Jarama, comprueba sobre el terreno las atrocidades cometidas por miembros del Partido Comunista, y decide poner fin a esas matanzas. Mueve todos los hilos a su alcance hasta que consigue ser nombrado Director General de Prisiones y lo consigue.

»Se juega la vida, pero considera que en una guerra la vida siempre está en juego, y que vale la pena jugársela por un fin noble. Él, enemigo de las armas, y que le gustaba de vestir con traje y corbata, se viste de miliciano con pistola al cinto, dispuesto a usarla si preciso fuera.
 

- Es difícil cuantificarlos, pero pueden ser bastante más de cinco mil.
 

- A la hora de salvar gente no discriminaba su tendencia política. Para él todos merecían un juicio justo. Por eso salvo a falangistas como Raimundo Fernández Cuesta, o a militares de relieve como el general  Carrasco Verde, o Muños Grande, sin contar a sus amigos los Álvarez Quintero, o Boby Deglané, o periodistas como Javier Martín Artajo.
 

 

- En el incidente de Alcalá de Henares se portó como un héroe. Se enfrentó a una multitud enfurecida por unos bombardeos nacionales, y fue de las veces que estuvo dispuesto a disparar a un energúmeno que excitaba a las masas.

»El suceso duró horas y cuando terminó los presos a los que había salvado la vida le besaban las manos agradecidos, y un falangista, Fernández Cuesta, le pidió permiso para darle un abrazo.
 

- Aceptó ser el Alcalde de Madrid, para que la ciudad se rindiera con orden a los vencedores, y sobre todo para evitar que los perdedores en su escapada no cometieran atrocidades con los presos políticos que seguían encerrados.

»Fue un acto de gallardía, cuando todos huían él quedarse. Ese cargo de alcalde, aunque fuera en funciones, le significó  como un alto mando de una ciudad en la que los “rojos” habían cometido muchas atrocidades, amén de oponer gran resistencia al ejército vencedor.
 

- Parece ser que Muñoz Grandes que había sido de la misma promoción que Franco, y le trataba de tú, le dijo que no podía mandar fusilar a quien a él le había salvado la vida.
 

-  Por la misma razón cuando a Muñoz Grandes le nombran Capitán General de I Región Militar, se apresura a poner en libertad a Melchor, sirviéndose de una argucia jurídica.
 

- Melchor, libre, no acepta ningún empleo que le ofrecen personas significadas del Régimen y se gana bastante bien la vida como Agente de Seguros. Es lógico que a tantos como había salvado la vida se hicieran un seguro con él. Aunque nunca quiso abusar de su condición de salvador.
 

- En esta última fase de su vida disfrutó mucho recurriendo a su vena literaria y poética. En “Dígame” escribía de toros, que entendía bastante y hasta consiguió escribir letrillas para los famosos músicos Padilla y Quiroga.
 

- Nunca renegó de su condición de anarquista, lo que le costó de nuevo volver a pisar la cárcel.
 

- Su gran amigo, Serafín Álvarez Quintero, decía de Melchor que era un anarquista con el corazón cristiano. Llegó a escribir un soneto titulado “A Cristo Redentor” y en más de una ocasión se refirió a Jesús como el Divino Rebelde.

»Y el dato más significativo es que él, en persona, fue a comprar el nicho en la Sacramental de San Justo, prueba evidente de que deseaba ser enterrado en sagrado, y no en el cementerio civil.

Aquí puede comprar la novela "El anarquista indómito" (LibrosLibres) de José Luis Olaizola