Estar en el espacio es el sueño de millones de personas. Thomas D. Jones ha sido uno de los pocos que ha logrado cumplirlo. En 1994, la primera vez en la que este astronauta participaba en una misión espacial, no sólo fue un privilegiado por su trabajo sino que allí tuvo un gran encuentro con Dios. En el espacio pudo recibir la Comunión junto a otros dos compañeros, el comandante Gutiérrez y el píloto Kevin Chilton. Allí los tres pudieron adorar y contemplar a Dios desde un ángulo completamente diferente.

Ahora su experiencia ha quedado plasmada en un libro Sky Walking: An Astronaut's Memoir (Caminando por el cielo: Memoria de un astronauta) y Aciprensa publica algunos de sus aspectos más espirituales:


Jones recuerda que “estaba consciente de que cada día en el espacio era un regalo especial, sabía que se me había concedido un privilegio único”. “Cada noche antes de dormir agradecí a Dios por esas maravillosas vistas de la Tierra y por el éxito de nuestra misión. Continuamente pedía por la seguridad de nuestra tripulación y para que tuviésemos un feliz encuentro con nuestras familias”.

En el texto, Jones indica que Kevin Chilton era ministro extraordinario de la Eucaristía y que había consigo llevado al viaje unas hostias en un portaviático de oro.

El domingo que estaban en el espacio, dos semanas después de Pascua, los tres se reunieron en la cabina de vuelo para comulgar. En ese momento “los tres agradecimos a Dios por las vistas de Su universo, por la buena compañía y por el éxito que habíamos tenido hasta ahora”, recuerda Jones.


“Kevin compartió el Cuerpo de Cristo con Sid y conmigo, y flotamos en la cabina de vuelo reflexionando en silencio en ese momento de paz y de verdadera comunión con Cristo”, indicó.

“Mientras meditábamos tranquilamente en la oscura cabina, una deslumbrante luz blanca irrumpió por el espacio y entró en la cabina. La luz radiante del sol que se avistó a través de las ventanas delanteras del Endeavour y nos dio calor ¿Que otra señal podíamos pedir sino esa? Fue la afirmación gentil de Dios de nuestra unión con Él”.



Conmovido hasta las lágrimas, Jones se alejó de sus compañeros. Vio el amanecer a través de las ventanas y debajo el Océano Pacífico, cuya superficie azul resplandecía con la luz del sol.


El astronauta narra que llamó a sus colegas para que apreciaran esa vista con él. “Con el agua viva abajo, bebimos en tonalidades incomparables con la paleta de cualquier artista humano”, recordó.

“Tras ese momento, Kevin dijo: ‘Es del mismo color azul que el velo de la Virgen, Tom’. Él tenía razón. Había encontrado la forma perfecta para expresar lo que estábamos viendo a través de la ventana”, expresó.


Pasados 10 años de este viaje al espacio, Jones expresó: “estamos designados a asombrarnos en el espacio. Si nuestra especie imperfecta ha encontrado tales destellos de deleite en nuestro primer encuentro tentativo con el cosmos, entonces verdaderamente hemos encontrado a un Dios muy cariñoso y generoso".

Actualmente Jones, Chilton y Gutiérrez están retirados. Jones ha participado en cuatro misiones espaciales, Chilton en tres y Gutiérrez en dos. Todos han recibido distintos premios de reconocimiento otorgados por la NASA.

Esta no fue la primera vez que alguien ha comulgado en el espacio. En el año 2013 el astronauta Mike Hopkins llevó al espacio seis hostias divididas en cuatro pedazos. Para hacer esto obtuvo el permiso de la diócesis de Galveston- Houston. Las consumió durante las 24 semanas que estuvo en el espacio.