Juan Antonio Reig Pla dejó de ser obispo de Alcalá de Henares el pasado 21 de septiembre, tras un cuarto de siglo de ministerio episcopal en Segorbe-Castellón, Cartagena y, durante los últimos trece años, la sede complutense, que ha revitalizado convirtiéndola en referente de una evangelización activa y desinhibida.

Actualmente, a la espera de que el Papa le designe un sucesor, está ayudando en un barrio humilde de Alcalá, donde se encuentra a gusto: "No sabes la alegría que le da al obispo poder dedicarse a lo que siempre ha querido, a estar con la gente. Cuando conoces de cerca la realidad y no la miras desde lejos, el Evangelio regenera y cura", explica a Javier Lozano, quien le ha entrevistado en Revista Misión.

Reig Pla ha sido un obispo muy atacado, sobre todo, por el lobby LGTBIQ+ y por los partidos de izquierda, porque en su defensa de la vida no nacida, de la familia y de la verdad antropológica del ser humano ha sido siempre claro y honesto: "Uno, si quiere pasar desapercibido, pasa desapercibido. Si quiere disimular, disimula. Y si quiere afrontar la verdad tiene que pagar el precio".

'Misión' entrevista a monseñor Reig Pla en su último número, recientemente distribuido.

Y lo ha pagado, confiesa: "Navegar a contracorriente te hace pagar un precio alto. Primero te desprestigian, desvirtúan tus palabras, montan campañas para que desistas…" Si ha resistido, es apoyado en la fe que le transmitieron sus padres y asumiendo esas campañas como  una ocasión para vivir la humildad, porque "las humillaciones son una bendición de Dios para aprender a confiar plenamente en Él".

"Estaba todo escrito"

Reig Pla conoció los prolegómenos de mayo del 68 en París, y eso explica en parte su trayectoria posterior: "El ambiente que vi me conmocionó y reforzó mi vocación. Todo aquello golpeó mi corazón, lo viví con un deseo verdadero de que había que volver a las raíces cristianas y a evangelizar.  Y desde el primer instante surgió en mí el interés por fomentar todo aquello que apoyase a la familia, porque lo que ha venido después es este individualismo que conduce a la soledad donde, desarraigada de la familia, la persona sucumbe a este proceso de ingeniería social, de olvido de Dios".

Vio todo esto antes que los demás: "No lo veían ni siquiera mis hermanos obispos… La revolución sexual no empezó en el 68. Se preparaba desde el liberalismo-marxismo-freudismo, la escuela de Fráncfort… Estaba todo anunciado y escrito, y saltó directamente a las universidades... Hoy el panorama es de fase final. Se ha olvidado lo que es la redención y la creación de Dios. Estaba todo escrito".

Una Iglesia "enferma"

En esa "fase final", ahora "la gobernanza mundial quiere reducir la población y busca personas incapaces de afrontar la realidad con pensamiento propio". Es esto lo que realmente hace sufrir al obispo emérito de Alcalá: "[Sufro] cuando veo que no triunfa la verdad. Aunque sabes que el desenlace último está asegurado, ver que en el mundo se introduce la oscuridad genera muchísimo sufrimiento, y más cuando no ves brillar la verdad en el seno mismo de la Iglesia. Se experimenta cuando eres sacerdote y sobre todo siendo obispo".

"La Iglesia vive hoy una crisis interna muy seria", advierte Reig Pla: "Está enferma, y por tanto hemos de regenerar el corazón de la Iglesia y palpitar con Jesucristo para poder afrontar estas consecuencias de lo que vengo anunciando desde hace tantos años... Aunque la tentación es acomodarse al mundo, nosotros no podemos hacer eso".