Javier “Chicharito” Hernández es el futbolista mexicano del momento. Tras convertirse en una de las sensaciones del fútbol inglés con sus grandes actuaciones en el Manchester United (donde en diciembre de 2012 fue elegido mejor jugador de la Premier League), acaba de ser cedido al Real Madrid por una temporada.

Sin embargo, no sólo su fútbol y sus goles han impresionado a los ingleses sino que la profunda fe y la humildad de este joven de 26 años le han puesto como ejemplo para los jóvenes. Aparece ya en las listas de los deportistas más religiosos del mundo.


A pesar de la fama y el dinero, Chicharito no ha perdido el norte y tiene muy claro de dónde viene y hacía dónde va. Nunca ha ocultado su ferviente fe católica, es más, sorprende la cantidad de veces que habla de Dios. En todas y cada una de sus entrevistas y apariciones públicas le da gracias por lo que tiene y por la oportunidad de jugar al fútbol.

La imagen más llamativa y más conocida de este futbolista se produce antes de cada partido  cuando se pone de rodillas con los ojos cerrados y con los brazos abiertos mientras ora. “Siempre rezo en el campo antes de un partido. Es una rutina importante para mí pero no es superstición”, afirma. “Me gusta rezar, puedo hablar con Dios y le digo que tenga cuidado de la salud de ambos equipos”.


Curiosamente, este “ángel” que reza por compañeros y rivales presta sus servicios en el histórico Manchester United, conocido popularmente en todo el mundo como los “red devils”, los diablos rojos.  Un ángel entre demonios.

A pesar de ello, su religiosidad le causó varios problemas en el fútbol británico. Sufrió amenazas de los protestantes del Rangers por su devoción católica e incluso distintos estamentos intentaron convencerle de que no rezase en público para no caldear el ambiente.


Esta fe de la que hace gala ha interrogado a seguidores y periodistas en Inglaterra. Pero él lo tiene claro: “Soy católico, no me da pena decirlo. En mi casa he recibido una educación católica, mi abuelita es sobre todo muy católica y es la base de nuestra familia”. Y es que su abuela, doña Lucha, le inculcó desde pequeño su amor a la Iglesia Católica y a la Virgen María, algo que este futbolista de éxito no ha olvidado.


La familia es lo más importante para él y la que le ha dado estabilidad en un mundo tan complicado como el del fútbol. En una entrevista le preguntaron que definiera el éxito en tres palabras y no dudó: “Dios, familia, perseverancia”.

Si ya ha conseguido triunfar en el fútbol, su sueño desde niño, ahora va camino de realizar el segundo, que pasa por casarse y ser padre. Pese al éxito sigue con su novia de toda la vida. “Quiero ser esposo, quiero ser padre de familia, pero todo a su debido tiempo. Dios va a decidir eso, y cuando sea, obviamente cambiará toda mi vida”.


Al igual que su fe, la humildad que demuestra en el día a día no deja indiferente a nadie en Manchester. Chicharito relata que “me considero una persona realizando sus sueños, luchando por lo que siempre soñó desde chico, haciendo lo que siempre quiso…pero no va ha haber profesión, ni trabajo, ni logros, ni dinero que me hagan sentir más o menos que los demás. Siempre estaré muy agradecido con mi familia y también con Dios, por haberme inculcado esto”.

Este carácter también se ha ido forjando con distintos acontecimientos de su vida, que le han hecho dar la verdadera importancia a las cosas. De hecho, estuvo a punto de abandonar el fútbol y fue esa crisis la que le llevó hacía Dios.


“Estuve cerca de retirarme, tenía muchas dudas sobre si seguir o no en este camino que Dios me había puesto. No estaba jugando mucho y estaba de reserva” y empezó a estar muy triste. En ese momento, un compañero suyo en el Chivas, Ramón Morales, trece años mayor que él, le ayudó sobremanera. Así lo relata el veterano jugador: “la forma en que traté de ayudarlo era decirle que confiara mucho en Dios, yo creo, él cree mucho en Dios, su familia cree. Y que Dios da cuando nos esforzamos, cuando hacemos las cosas con honestidad, respeto y dedicación”.

Poco a poco, en esta situación se fue aferrando cada vez más a Dios y comenzó a “a ver la vida desde otra perspectiva, saber que si no me va bien en el fútbol puedo ser feliz, es cuando aprendí que la vida es más que tu profesión, porque aunque sea tu sueño, aunque luches por él no lo es todo. Así empecé a disfrutar de cada entrenamiento, cada minuto, cada momento de estar con mi familia. Empecé a disfrutar de muchísimas cosas más allá del fútbol. Me apegué mucho a Dios y creo que eso me ayudó bastante para poder creer más en Él y ver la vida de otra manera”.


Hay un consejo de su abuela que le ha acompañado desde entonces y que afirma que nunca olvidará y que dice que “el tiempo de Dios es perfecto y Dios sabrá los tiempos para cada uno”. Y las consecuencias son evidentes. Tras este bache su carrera despegó. Es el ídolo mexicano, goleador  de su selección en el Mundial y ahora triunfa en Europa. Pero sin Dios y su familia no habría sido posible. Chicharito no lo olvida.