El próximo sábado 25 de agosto, Andrea Bocelli, de 59 años, cantará ante el Papa en el Croke Park Stadium de Dublín durante el Encuentro Mundial de las Familias. 

"Cantar ante el Santo Padre es algo que agrada, aunque sólo sea por ese tipo de fragilidad humana que hace que uno se sienta feliz cuando se acerca a personalidades tan carismáticas como la suya. Y además, es también una responsabilidad, precisamente porque en estos contextos se lanzan mensajes, existe la posibilidad de dar mensajes; estos mensajes deben ser los correctos", manifestó el tenor italiano a Vatican News: "Espero que todo salga bien, que las familias se lleven a casa un buen recuerdo de este momento musical".

Bocelli ya actuó ante Francisco el 26 de septiembre de 2015 en un Encuentro Mundial de las Familias, el de Filadelfia. Allí cantó este impresionante Padrenuestro en inglés.

Bocelli se muestra muy ilusionado por su participación en el evento: "Todo lo que se hace por el bien puede ayudar y de hecho ayuda". Su objetivo es "dar alegría, dar un momento de ligereza en el que el espíritu vuela y se puede reflexionar, se puede meditar en el sentido de la vida, en las cosas que realmente cuentan... el canto, en su pequeño, hace su parte, por supuesto. San Agustín decía que 'quien canta reza dos veces'. Realmente me gusta creer esto porque si esto es verdad, entonces he orado mucho en mi vida".

Andrea Bocelli es un hombre de fe, y así lo explicó en una grabación previa a su actuación, el pasado 13 de mayo, en la Basílica de la Santísima Trinidad de Fátima, donde tuvo lugar un recital de acción de gracias por el centenario de las apariciones.

En respuesta a otra pregunta de Alessandro Gisotti para Vatican News, Bocelli afirma toda una filosofía del agradecimiento: "La voz, como todos los talentos de este mundo, es un don de Dios... En el hombre no hay méritos, porque todo lo que puede lograr en la vida, lo hace a través de los dones, de los talentos que ha recibido; así que hay poco de lo que enorgullecerse, en este sentido. Debemos darles las gracias, y eso es suficiente".

En cuanto a su fe, la entiende como "un viaje que se hace en un intento de comprender, de comprender el sentido de la vida". Es "un camino racional", porque el mundo no puede ser un producto del azar: "Pensé que el mundo sólo podía ser fruto de una voluntad inteligente, mucho más que la nuestra, y desde ese momento también esperé que fuera una voluntad de amor, ¡una voluntad que nos amó verdaderamente! Porque también hay dos modos de tener fe: aquel del cristiano que pone en Dios toda su esperanza y confianza posible, y aquella de Yago, en el Otelo de Shakespeare, que decía: 'Creo en un Dios cruel que me ha creado semejante a él'. Se puede también creer así. Es siempre más lógico esto que no creer".