La oficina de Comunicación del OpusDei ha publicado un testimonio cercano a la experiencia de toda una nueva generación de españoles, la de los jóvenes formados en familias sin ninguna referencia religiosa, hasta que siendo adultos jóvenes conocen, sorprendidos, a algún joven con fe.

Los sociólogos tienen bien estudiado que el motivo de conversión a la fe católica más frecuente en los adultos es que su novio/a o esposo/a sean de esta fe. Un amor lleva al otro.

Así fue en el caso de Jordi, de 24 años, nacido en Sollana (Valencia) y estudiante de Ingeniería de Caminos en la Universidad Politécnica de Valencia. Era hijo único, y sus padres, no creyentes, no le dieron formación religiosa alguna. En su casa apenas había escuchado hablar de la fe católica.

Cursó el bachillerato en un instituto de su pueblo y después empezó a estudiar Ingeniería de Caminos en la Universidad Politécnica de Valencia. Entusiasta del deporte, buen estudiante y facilidad para hacer amigos, empleaba su tiempo entre la práctica del surf, el esquí y los deportes de montaña, el estudio de su carrera y las fiestas universitarias. 




Hasta que un día conoció a Marisa. Ya en su primera conversación con ella, rodeados de otros compañeros, le llamó la atención la firmeza de sus convicciones. Jordi señala que precisamente esa firmeza y convencimiento era lo que le atraía: nadie que él conociera tenía ideas claras en según que asuntos... o al menos la valentía para exponerlas en público.

Quiso volver a hablar con ella, conocerla mejor, y al hacerlo, descubrió que Marisa era católica. Creía en Dios y esa seguridad que le daba la fe le hacía tener seguridades donde los demás y él mismo sólo encontraban dudas o ignorancia, señala el testimonio.

Ese segundo encuentro con Marisa fue largo, muchas horas, una conversación en profundidad. Cuando se despidieron él quería saber más.


Marisa frecuenta un centro del Opus Dei. Ella le presentó al capellán del centro, que le invitó a que acudiera a estudiar a la biblioteca del Colegio Mayor Universitario Albalat. Le propuso charlar con él de vez en cuando para conocer mejor la religión católica.

El punto de inflexión llegó cuando el sacerdote le explicó una de las doctrinas más sorprendentes y escandalosas de la fe católica: la presencia real de Cristo, con su humanidad y divinidad, en el Sagrario y la Eucaristía.

El sacerdote le dijo que en la capilla del Colegio Mayor, dentro del sagrario, estaba Dios.

Jordi no salía de su asombro. La reacción inicial era de incredulidad. Pero era cuestión de hacer la prueba: ir a la capilla y rezar.

Una vez el sacerdote le explicó algunas cosas básicas sobre la fe, Jordi dio sus primeros pasos en la oración. Y así descubrió que Dios estaba ahí, esperándole desde siempre.




Poco a poco entendió la fe no era vivir un código de conducta, sino creer en Alguien que le quería, le hablaba, le confortaba y daba sentido a toda su vida y respuestas a muchas de sus preguntas.

Conoció a otros estudiantes católicos en el Colegio Mayor y su fe se fue afianzando. Y así llegó el momento en que pidió el bautismo. Tras varios meses de catequesis que a él le parecieron una eternidad, fue bautizado en noviembre de 2012, en la Iglesia de San Juan del Hospital (Valencia), confiada a la Prelatura del Opus Dei.

Desde entonces, dice, su vida no ha cambiado mucho. Sigue practicando los mismos deportes, estudiando la misma carrera y saliendo con sus amigas y amigos, aunque ahora señala que ya nada es igual que antes. Afirma que su vida tiene un sentido distinto. Es feliz. Busca ocasiones para hacer la vida más amable a los demás, empezando por sus padres, y por Marisa, que hoy es su novia.