Ivan Paixão fue ordenado sacerdote en 2010, en la comunidad Canción Nueva (www.cancionnueva.com, Cançao Nova), una de las grandes comunidades católicas carismáticas de origen brasileño.

Pero él llegó a la fe después de una vida de "samba, mujeres y bebidas" en Sao Paulo. Lo que le acercó a Cristo fue que ¡quería aprender a tocar las maracas! Y su maestra, una señora de 72 años, fue quien le acogió como un hijo y le llevó a Dios.


"En ciertos momentos de mi vida, hacia los 14 años, tenía muchas dificultades de relación con mis padres. Me metí en peleas y en realidades en las cuales casi perdí la vida, y casi cometí el error de haber quitado la vida a alguien", recuerda.

"Me gustaba la samba, conocía todos los bares de Sao Paulo y también me gustaba ir a los barrios de las favelas. Tuve algunas amistades buenas, pero cuando caminamos sin Dios nos encontraremos también a personas que no quieren nuestro bien".

"Mi vida caminó por ese medio: samba, mujeres y bebidas y eso me llevó a una etapa de vida en cual ya vivía un vacío existencial muy grande. Y en mi casa había muchas peleas. Mi madre se ponía muy enferma por mi causa y yo iba camino hacia la marginalidad".


El joven Ivan salía por entonces con una chica que le presentó a una señora mayor que era profesora de música, porque a él le hacía ilusión aprender a tocar las maracas.

Esa señora le habló de Dios, y cambió su vida.

"Una señora de setenta y dos años me vino a hablar de Dios en el día que fui a presentarle un trabajo. Yo dije: “Entonces, si ella no hace el negocio, por lo menos para ir a su casa a aprender a tocar la maraca, yo voy. ¡Fue ahí cuando Dios me tomó!”, recuerda.

"Porque ella era una mujer de mucha oración, me acogía muy bien, como un hijo, y toda la comprensión que no tenia en mi casa yo encontré en su casa. Ella empezó a evangelizarme y mi vida empezó a cambiar: comencé a dejar la bebida y las mujeres, pasé a vivir en castidad y ella fue introduciéndome en las prácticas cristianas, a través del Rosario y del anuncio de un Dios que me ama, un Dios de Amor. Mi vida iba siendo transformada y fui buscar la reconciliación con mi familia".


Su experiencia le sirve hoy que es sacerdote. "Dios me da la gracia de donarme, como aquella señora que me evangelizó, y estoy sirviendo también en el Instituto Canción Nueva, donde soy director espiritual, cuidando de los alumnos de allá, que son cerca de novecientos jóvenes. Puedo aportarles algo de experiencia, pero sobre todo puedo anunciar ese Dios de amor, que un día me fue anunciado y cambió mi vida".