«Las personas inteligentes no se hacen cristianas». Ésta era una de las máximas de Holly Ordway, doctorada en Literatura Inglesa por la Universidad de Carolina del Norte  y más tarde profesora de Literatura en la Universidad de Massachusetts Amherst . Actualmente está a cargo del departamento de Apologética de la Universidad Baptista de Houston.  

Ordway no había sido educada en ningún tipo de credo, sino en la indiferencia más absoluta hacia la religión y la fe, que se reducía a ser simplemente una «curiosidad histórica» o una «mancha en la civilización moderna», o incluso las dos. Jamás había rezado ni tampoco acudido a ningún tipo de servicio religioso.


Para esta profesora de Inglés y Literatura, la Biblia no era más que una colección de cuentos populares y de mitos, como podían serlo las historias de Zeus o Cenicienta. «Yo era una profesora de la Universidad: lógica, intelectual, racional... y atea», explica en su libro A Rational Academic Finds a Radical Faith ("Una académica racionalista encuentra la fe radical").

A pesar de que no sabía casi nada sobre el cristianismo, comenzó a burlarse de los cristianos y menospreciar su fe, su inteligencia y su carácter. «Era divertido considerarme superior a las masas ignorantes y supersticiosas, y hacer comentarios sarcásticos sobre los cristianos». Estaba convencida de que la fe era, por definición, irracional.

Y, entonces, ¿qué ocurrió para que llegara la conversión?
 
«Pensaba que sabía exactamente qué era la fe, así que me negué a ir más lejos», explica en su autobiografía.

«O tal vez tenía miedo de que hubiera algo más allá de lo que yo estaba dispuesta a creer, pero no quería lidiar con eso. Era mucho más fácil leer libros escritos por ateos que me decían lo que yo quería oír: es decir, que yo era mucho más inteligente, intelectualmente honesta y moralmente superior que los pobres e ilusos cristianos», ironiza.

«Me había construido una fortaleza de ateísmo, segura contra cualquier ataque de fe irracional. Y me dediqué a vivir yo sola en esta fortaleza»

Ordway no estaba buscando a Dios porque ni siquiera creía que pudiera existir. Pero, de repente, comenzó a sentirse atraída por cuestiones de fe.  

Una razón de su interés, explica, es que su propia visión naturalista del mundo, que no le parecía suficiente para explicar la naturaleza de la realidad de una manera coherente.

Por otro lado, la cosmovisión teísta le comenzó a parecer coherente y explicativa: «Ofrecía una explicación convincente, consistentemente racional y con una explicación lógica para todo lo que la visión naturalista del mundo explicaba, y también para lo que no podía explicar».

Tras una serie de conversaciones con un mentor y la lectura de autores como J.P. Moreland y William Lane Craig, Ordway pasó de negar a Dios a comprometerse con Cristo.

«Comencé a darme cuenta de que el teísmo cristiano tiene un poder explicativo significativamente mayor que el naturalismo ateo, en términos de explicar por qué el mundo es como es, y en la contabilización de mis propias experiencias dentro de él», razona Ordway.

«Aprender más sobre la Encarnación y sobre Dios, la Santísima Trinidad, ha reforzado mi confianza en que el cristianismo realmente tiene sentido en una forma que ninguna otra cosmovisión hace».
 
Su orgullo intelectual se «rompió», y Holly se sintió empequeñecida al descubrir la bondad de Dios, cuando comenzó a verse a sí misma como un pecadora.

«Yo no creo porque me guste la idea y quiera que sea cierto. No creo porque piense que el Cristianismo tiene sentido intelectualmente, aunque fuera una base necesaria para mi fe. De hecho, yo no diría que creo en Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, o que creo que tengo una relación personal con Él: lo que diría es que sé a ciencia cierta que estas cosas son verdad», afirma categóricamente.
 
Espera que su libro pueda ayudar a los cristianos en la evangelización, ya que ella misma ha conocido qué significa «creer» en el ateísmo y lo que representa la propia ideología atea: «Es cierto que este enfoque puede no ´llegar´ a todo el mundo, pero es el que me abrió la puerta a mí», explica.

Holly hoy practica su fe en una parroquia episcopaliana conservadora, de estilo anglo-católico, y habla con pasión de la Cruz.
 
«Creo que uno de los elementos centrales de este camino de aprendizaje en la fe hasta el momento ha sido la focalización de mis pastores en la Cruz», explica. «El camino de Jesús es el camino de la Cruz. Es terriblemente doloroso renunciar a los pecados y a la voluntad propia para permitir que el viejo ´yo´ sea crucificado junto a Jesús ... Pero el camino de la Cruz es también el camino de la vida y la paz», concluye feliz.

Más sobre Holly Ordway en su blog personal (www.hieropraxis.com) o su cuenta de Twitter