En el séptimo aniversario de la peor masacre terrorista de la historia de España, Esther Saez ha accedido a dar testimonio de su experiencia como víctima directa de los atentados. Y lo ha hecho perdonando a los autores de los mismos y afirmando su fe como la clave que le ha permitido superarlos.

Viajaba en el tren que explotó en El Pozo del Tío Raimundo. Como cada mañana, se dirigía a su trabajo en un laboratorio farmacéutico en la calle Génova. La bomba explotó unos pocos asientos por delante de donde ella se encontraba, y milagrosamente, no perdió la consciencia. El chico que viajaba a su lado estaba muerto, y por todas partes veía trozos humanos. Otros viajeros del mismo tren la sacaron de entre los escombros.

Siete años después, Esther recuerda el terrible suceso y los largos meses de hospital e intervenciones quirúrgicas. Se deshace en agradecimientos a todo el personal del Gregorio Marañón y a todos los ciudadanos que aquél día simplemente salieron a la calle a donar sangre. Y hace un repaso de lo que es su vida en la actualidad.




Pero por encima de todo, afirma que la fuerza para salir adelante de tan horrible trauma ha sido y sigue siendo la fe. Pero nadie mejor que ella, en su relato en primera persona, puede dar idea de la hondura humana y espiritual que transmite, no sólo con sus palabras, sino con su mirada y su sonrisa.