El Papa Francisco prosiguió este miércoles con sus catequesis sobre los sacramentos y en esta ocasión se centró en la Confirmación,  hablando del testimonio que el Espíritu Santo suscita en los bautizados.

El Pontífice partió de la gran misión que Jesús confió a sus discípulos, a saber, "ser la sal de la tierra y la luz del mundo". Se trata de dos imágenes que según el Papa, "hacen pensar a nuestro comportamiento", porque "la carencia como el exceso de sal, dan mal sabor al alimento", y también "la falta o el exceso de luz, impiden ver”.

"Quien puede verdaderamente hacernos sal que da sabor y preserva de la corrupción, y luz que ilumina el mundo es sólo el Espíritu de Cristo”, agregó Francisco.


Tal y como recoge Vatican News, en la catequesis que pronunció en español, el Papa explicó que el sacramento de la confirmación se llama así "porque confirma el bautismo y robustece la gracia bautismal". "Se llama también crismación, -añadió - porque con la unción del crisma se recibe al Espíritu Santo, para que el cristiano se conforme cada vez más a Cristo y se comporte siempre como hijo de Dios”.

Renacer en la vida divina en el Bautismo es “el primer paso”, añadió, pero es necesario “comportarse como hijos de Dios”, y esto lo podemos hacer "sólo con la fuerza del Espíritu Santo": “sin la fuerza del Espíritu Santo no podemos hacer nada – afirmó- :es el Espíritu quien nos da la fuerza para ir hacia adelante”.



Así, tras recordar que “Cristo fue ungido por el Espíritu Santo”, y que “toda su vida estuvo animada por el Espíritu”, el  Pontífice manifestó que del mismo modo “la vida de la Iglesia, y de cada uno de sus miembros, ha de estar guiada por el mismo Espíritu”.


El Papa prosiguió recordando que en la sinagoga de Nazaret Jesús se presenta como “el Ungido” por el Espíritu: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la unción”.

Esta es, según el Papa, la “tarjeta de identidad de Jesús”, y señaló que “el respiro de Cristo Resucitado, llena de vida los pulmones de la Iglesia”. Por ello, la fiesta de Pentecostés, que celebramos el domingo pasado, para la Iglesia es "el impulso misionero para entregar nuestras vidas para la santificación de los hombres y la gloria de Dios".

“El Espíritu descendió con su fuerza sobre los Apóstoles el día de Pentecostés, y recibieron el impulso misionero de entregar sus vidas por la santificación de los hombres, para gloria de Dios. En la confirmación, Cristo nos colma con su Espíritu y nos consagra como testigos suyos, nos hace partícipes de su misma vida y misión. El testimonio cristiano consiste en hacer todo lo que el Espíritu de Cristo nos pide, dándonos su gracia para cumplirlo”.

Con una precisión el Obispo de Roma concluyó su catequesis en italiano con una precisión: “si en el Bautismo es el Espíritu Santo quien nos inmerge en Cristo, en la Confirmación  es el Cristo quien nos colma con su Espíritu, consagrándonos sus testigos, partícipes del mismo principio de vida y de misión, según el designio del Padre celestial”. Y añadió que resultará evidente que hemos recibido este don “si cumplimos las obras del Espíritu” y “si pronunciamos las palabras enseñadas por el Espíritu”.


Tras la catequesis, el Santo Padre recordó que este jueves es la fiesta de la Santísima Virgen María Auxilio de los Cristianos, particularmente venerada en el santuario chino de Sheshan, cerca de Shanghái.

“Tal celebración nos invita a estar espiritualmente unidos a todos los fieles católicos que viven en China. Por ellos rezamos a la Virgen, para que puedan vivir la fe con generosidad y serenidad, y para que sepan cumplir gestos concretos de fraternidad, concordia y reconciliación, en plena comunión con el Sucesor de Pedro".

Y les quiso recordar: "Queridísimos discípulos del Señor en China, la Iglesia Universal reza con ustedes y por ustedes para que también entre las dificultades, puedan seguir confiándose a la voluntad de Dios. La Virgen no les hará faltar nunca su ayuda y los custodiará con su amor de madre".